JESÚS CACHO.
El próximo martes, 19 de marzo, el director del Centro Nacional de Inteligencia, general Félix Sanz, antiguo jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), comparecerá ante la Comisión de Secretos Oficiales del Congreso para dar cuenta del intenso, demoledor para la institución monárquica, affaire Corinna zu Sayn-Wittgenstein, la “princesa” alemana que irrumpió con la fuerza de un torrente en el corazón cansado de un Rey ya muy baqueteado a la altura de 2004 por historias de cama, desde su ya lejano primer largo apareamiento conocido con la mallorquina Marta Gayá. A diferencia de tantas otras mujeres como han pasado por su vida, de las que hay memoria por retazos perdidos entre escoltas, personal de la Casa, amigos de francachela y encubridores varios, la historia de Corinna, de soltera Larsen, ha adquirido una dimensión nueva y muy peligrosa para el futuro de la Corona, una dimensión política erigida sobre las columnas del discurso que la propia “princesa” levantó en su entrevista en el semanario ¡HOLA!: “El trabajo que he realizado para el Gobierno español, cuando se me ha pedido, ha sido siempre delicado y confidencial. Son asuntos clasificados, situaciones puntuales que yo he ayudado a solucionar por el bien del país”.
Las preguntas que, a borbotones, surgen después de escuchar una declaración de parte semejante ya fueron formuladas aquí el 3 de marzo. Interrogantes, en todo caso, inquietantes para la seguridad del Estado y alucinados para ese español medio que, de pronto, descubre la existencia de una moderna Mata Hari habilitada, comisión mediante, para hacer “trabajos” que, al parecer, no es capaz de llevar a cabo ni el Gobierno, ni sus embajadas en el exterior, ni sus servicios secretos. Abochornados por el lance, han sido varias las fuerzas que han pedido la presencia del general Sanz en las Cortes. Estamos ante un militar de alta graduación a quien el Gobierno Rajoy ha mantenido en el cargo por exigencia expresa del Monarca: con el escándalo Urdangarin y el escándalo Corinna, sexo y dinero, as usual, gravitando sobre su cabeza, el Rey necesitaba mantener al militar al frente de los servicios de inteligencia para poder seguir durmiendo tranquilo, como esta semana contó en estas páginas Federico Castaño.
Ni PP ni PSOE pondrán en apuros al responsable del CNI. El acuerdo entre ambos partidos al respecto ha llegado al punto de expulsar de la comparecencia al Grupo Mixto, en el que se cobija un testigo particularmente incómodo: la Esquerra Republicana de Cataluña. Lo de Félix Sanz será, pues, un paseo militar, nunca mejor dicho, un garbeo distendido que superará con dos largas cambiadas a base de negar la evidencia. La evidencia, sin embargo, es abrumadora para el futuro de España. Los problemas personales del Rey –el pésimo ejemplo que desde el punto de vista de la moralidad pública ha expandido de arriba abajo por el cuerpo social español-, los escándalos del Rey, se han convertido en uno de los grandes problemas de España, si no el mayor, hasta el punto de resultar necesario retorcer el normal funcionamiento de las instituciones para disimular, modular, ocultar los chispazos que diariamente llegan hasta la ciudadanía desde las alturas de esa conducta impropia. La vivencia diaria de unos servicios de inteligencia obligados a ocupar buena parte de su tiempo y recursos en tapar los deslices del titular de la Corona (tal que la presencia de Corinna en el recinto de el Pardo, en la puerta trasera del palacio de la Zarzuela, durante los últimos 6 años) no hace sino confirmar esa idea de que el Monarca se ha convertido en parte del problema de España, causa –si bien no única- del desprestigio de sus instituciones y obstáculo que se yergue frente a ese proceso de regeneración democrática que demanda como inaplazable una mayoría de españoles demócratas.
El sainete de la ex mujer de Kashogui
Para tapar evidencias ha sido necesario montar un sainete periodístico según el cual la cobradora de la comisión devengada por la firma, por parte de un consorcio de empresas españolas, del contrato para la construcción del AVE entre las ciudades de Medina y La Meca no ha sido la mencionada Corinna, sino una bella empresaria iraní que pasaba por allí, una tal Shahpari Zanganeh, mujer casada en su día con el magnate Adnan Kashogui, experto en el tráfico de armas fabricadas en España desde su empresa Alkantara, en la que tuvo por socio al mismísimo INI. ¿Misterio aclarado y a otra cosa, mariposa? Pues no, señor, porque desde hace tiempo se sabe que la Zanganeh, una mujer a la que Juan Miguel Villar-Mir –mecenas del Rey desde hace años, papel en el que ha sustituido a Manuel Prado y Colón de Carvajal y, más recientemente, a Alberto Alcocer– emplea para engrasar sus negocios de la península arábiga, es socia desde siempre de nuestra afamada Corinna, de modo que aquellos 135 millones de comisión muy bien podrían haberse repartido en tres partes y no precisamente iguales, al decir de las fuentes.
Va a ser difícil taparlo todo, enmascararlo todo, confundir a todos. Hay cosas especialmente graves, tal que las gestiones que sirvieron para desactivar un asunto tan espinoso como la violación de una modelo española ocurrida en Ibiza en la madrugada del 12 de agosto de 2008, en un camarote del yate de lujo Turama, alquilado por la familia real saudí y fondeado frente a las costas de la isla. Según la denuncia presentada en una comisaría ibicenca, el supuesto violador era el príncipe Al-Waleed bin Talal bin Abdul Aziz Al-Saud, un personaje habitual en la lista Forbes, quien habría amenazado con adjudicar el contrato del AVE antes citado a un consorcio francés en caso de resultar imputado. Don Juan Carlos felicitó al príncipe saudí una vez que la Audiencia Provincial de Baleares anunció el archivo de la causa. ¿Eran estos los asuntos “delicados y confidenciales” a los que aludía Corinna?
El viernes conocimos el contenido de una nueva remesa de correos que el exsocio de Iñaki Urdangarin ha entregado al juzgado que investiga el caso Nóos. Las bombas que periódicamente van saliendo del arsenal deDiego Torres no solo hacen cada día más complicada la situación judicial del yerno del Rey y de su hija -¿cómo es posible que la señora de Torres esté imputada y no la de Urdangarin?-, sino la propia posición del Rey, cada vez más indefendible desde esa neutralidad impostada que pretende elestablishment judicial, político y mediático. En esos correos, Iñaki le pide al Rey que haga “un par de gestiones” para atraer patrocinadores de marcas de lujo al Valencia Summit, uno de los eventos con los que el duque se lucró a costa del erario público. Esos patrocinadores “podrían venir si el Señor les anima a aceptar la invitación”, escribe el talonmanista en su correo a la Casa del Rey. ¿Por qué Iñaki se comporta de esa guisa? Porque es lo que ha visto hacer en casa de su suegro desde que puso pie en Palacio, razón por la cual “pasar el cepillo” le parece la cosa más natural del mundo. Una cuestión de costumbre.
Las aventuras de Corinna como gestora de fondos
Esta semana hemos tenido, por fin, cumplida información en este diario del Fondo de Infraestructuras Hispano-Saudí en el que 14 empresas españolas se embarcaron en 2007 con la idea de forrarse con los contratos que iban a llover en Arabia Saudí gracias a la fraternal amistad que une al Rey, patrocinador del Fondo, con la monarquía saudí, proyecto en el que la “entrañable amistad” se empleó a conciencia buscando dinero entre empresarios y family offices de la capital. La aventura acabó como el rosario de la aurora. Los empresarios que intentaron recuperar lo invertido recibieron del entonces secretario de Estado de Comercio, Pedro Mejía, la protesta de que poco podía hacerse porque “se trataba de un asunto muy delicado a nivel nacional”. El Fondo se liquidó el 12 de abril de 2010, después de que los paganos aceptaran un acuerdo por el que perdían la pasta entregada y se comprometían a pagar el 0,85% de las aportaciones totales comprometidas, a cambio de liquidar sus compromisos. Como fiduciario de la liquidación, un tal Energy & Infrastructure GP Limited, nacido en paraíso fiscal de “padres” desconocidos, tras el cual, no obstante, los afectados adivinan la mano de una “princesa”. La palmada fue de 21 millones de dólares.
Como en toda tragedia con ribetes de farsa que se precie, también aquí hay espacio para el humor, negro en este caso. Esta semana supimos, en fin, que Alberto Alcocer ha puesto a la venta su lujoso helicóptero. El anuncio correspondiente anima a los potenciales compradores advirtiendo, sin cortarse un pelo, que el aparato “fue inaugurado por un Rey” (sic). La realidad es que no fue solo inaugurado, sino que sirvió para depositar más de una vez en Zarzuela a Arturo Fasana, un gestor de fondos suizo que en Credit Suisse Ginebra maneja la llamada “cuenta de los españoles”, por la que han desfilado unos 15.000 millones de euros de 54 clientes, todos de alto copete, entre ellos, naturalmente, Francisco Correa, epicentro de la trama Gürtel. Les ahorro la moralina, pero es evidente que una situación como la descrita no se sostiene. No hay país que pueda abordar su futuro lastrado con carga pesada. Va siendo hora de que los españoles demos cuerda nueva al reloj de la Historia.