MATÍAS DÍAZ PADRÓN.
El Martirio de San Sebastián de Palma de Mallorca supera en el espacio y los ritmos a las réplicas de Edimburgo y Munich. Domina la imagen del santo en un eje en proporción equitativa con los espacios laterales. Los verdugos y el joven negro que porta las flechas y el carcaj están completos. El espacio coincide aquí con las proporciones del lienzo de la pinacoteca de Munich antes de extraer las franjas añadidas, en la restauración reciente. Esto puede cotejarse con la fotografía que reproducimos [Fig. 7]. También la copia del Museo de Arte de Rumania coincide en estas mismas proporciones [Fig. 11]. Estas composiciones se distancian de la versión primera del museo del Louvre donde San Sebastián se entrega resignado a su destino.
En el lienzo que tratamos y las réplicas citadas la mirada suplica al cielo, avanza el pie derecho hacia el frente, tenso el espíritu. Los espacios están compensados. Los verdugos a la izquierda del espectador y los caballos en aspa con la grupa en escorzo en primer plano. Esto lo toma Van Dyck de la serie de Decio Mus de Liechtenstein, en la que participó con Rubens. El caballo es igual en la escena de Decio y sus Líctores. La luz que baña el cuerpo del santo contribuye a su protagonismo. El resto queda en semipenumbra. El paisaje atormentado contribuye a la tensión del drama. La grupa del caballo y los ritmos diagonales implican al espectador. Es un genial juego de incentivos del barroco en la esencia más sutil de su estética. La bandera en diagonal ascendente obliga a seguir al unísono la mirada del santo a lo alto. Su piel clara contrasta con la de los verdugos en tonos y textura. Tan sutil percepción del joven pintor marca las partes expuestas al sol y las ocultas por el vestido.
Los modelos alcanzan mayor esbeltez que las versiones del Louvre y Hall & Knight (hoy en El Escorial). Las figuras están más estilizadas sin llegar al extremo del periodo de Amberes y Londres. La pasión honda de los martirios de Van Dyck está mejor sentida por la crítica del siglo XIX, que ve ecos del amargo dominio del duque de Alba en los Países Bajos. El martirio está impregnado de las consignas de San Ignacio y San Vicente Ferrer. Esto en el sentimiento de las pinturas marcha acorde con los trazos pujantes de la materia, su factura larga y pletórica en San Sebastián en consonancia con la Continencia de Scipión de la Christ Church de Oxford en la pastosidad, el cromatismo y la factura rugosa del realismo caravaggesco.
No hay diferencias especiales del San Sebastián de la Casa Consistorial de Palma de Mallorca, con las réplicas de Edimburgo [Fig. 4] y Munich [Fig. 6]. Advertimos partes más débiles en la última. La réplica que nos ocupa está más próxima a la de Edimburgo. Distancia ligeramente el caballo del cuerpo del santo y la distribución más correcta de la luz. Las sombras son más correctas, sin las limitaciones en la anatomía del costado del santo de la de Munich; pero coincide el paño que cubre los muslos del santo próximo al de Munich ampliando los pliegues con más pudor que la réplica de Edimburgo con la estrecha cuerda rozando el costado.
La localización de tantas réplicas en la producción de Van Dyck, da pie a pensar en un previsto stock para ofrecer a futura clientela. El dibujo de Willem Pannels del San Sebastián según las versiones de Leganés en Edimburgo y del conde de Monterrey en Mallorca, presagia que la primera la adquirió Leganés directamente del estudio de Rubens [Fig. 5]. Es conocida la estrecha amistad y mutua admiración del pintor y el general.
Es evidente la fortuna de esta versión del martirio de San Sebastián por la cantidad de repeticiones y copias de distinto rango y escala que llegan a nosotros. Hemos tratado ya las dos réplicas de calidad en la National Gallery of Scotland en Edimburgo y Pinacoteca de Munich. Añadimos un número de repeticiones y copias que han llegado a nosotros. Alguna alcanza el siglo XIX. Discutido es el boceto del conde de Warwick con la mano del santo más distanciada de la del verdugo. Larsen lo consideró modello, igual que Held. Lo rechaza la última monografía del pintor. Otras repeticiones con pequeño formato están en el Museo del Louvre; Museo de Lier; galería Egmont de Bruselas; Museo de Bucarest; Galería Gruyter de Ámsterdam.
De un seguidor es una copia abocetada en el comercio de Viena; un dibujo atribuido a Jan Boeckhorst del Museo de Munster; otra sin los caballos y un angelito coronando al santo en la colección Cousin. Con la figura del santo en soledad, en la antigua colección Cuvet; atribuida a Jacob van Oost en Brujas; Iglesia de San Bavón de Turnhout; y colección privada de Estrasburgo. A estas repeticiones antiguas hay que añadir la copia de Fausto Morell y Orlandis en 1859; existen repeticiones en diferentes tamaños en casas señoriales de Palma de Mallorca. Dos grabados de Lucas Vosterman el Joven, y una copia de Alexander Voet, contribuyeron a divulgar la figura del santo en soledad. La imagen del santo es más fiel en los grabados al lienzo de Palma de Mallorca, que poseyó el conde de Monterrey, que al de Edimburgo que fue de Leganés, en el diseño de los plegados del paño que cubre al santo.
En archivos de España y Los Países Bajos encontramos mas referencias a pinturas del martirio de San Sebastián de Van Dyck sin posibilidad de determinar los modelos de las versiones conocidas. De gran tamaño y alta tasación consta como copia en el inventario de Don Gregorio Ortiz de Santecilla en 1676; otro como original y medianas dimensiones en la colección de Doña Petronila de Torres y Bricianos en el siglo XVIII. En colecciones de Amberes aparece una repetición que cita A. Ghebou en carta al marchante Forchoudt en 1642, con entrega a M. de Geere en París y pago de trescientos guldens; y colecciones de Abraham Matthijs (1649); Jeremías Wildens (1653-1654); Pauwels de Vos (1678); Joan Baptista I Anthoine (1691); y venta sin destino en Ámsterdam en 1714.