ROBERTO CENTENO
Dos de los temas que no encajaban para nada, en la patraña de que el vuelo MH-17 de Malaysia Airlines que se estrelló el pasado 17 de julio había sido derribado por un misil tierra-aire disparado por los separatistas, era cómo había sido posible que ese vuelo fuera autorizado por los controladores ucranianos a entrar en un espacio aéreo que había sido cerrado hacía unos pocos días a raíz del derribo de un avión de transporte militar. El Gobierno golpista de Kievcerró ese espacio aéreo que, ¡oh casualidad!, abriría sin problema y sin previo aviso al Boeing 777 de Malaysia Airlines. El otro asunto que no encajaba era por qué las fuerzas de Kiev lanzaron un ataque devastador con artillería en la zona donde habían caído los restos del avión malasio, lo que impidió durante varios días que los inspectores internacionales accedieran a los restos del aparato.
El informe de la Junta Holandesa de Seguridad acaba de concluir que el avión Boeing 777 “se partió en el aire como resultado de daños estructurales provocados por un gran número de objetos de alta energía (high energy objects) que penetraron en el aparato desde el exterior”. En concreto, todo parece indicar que el avión fue alcanzado por un misil aire-aire altamente sofisticado que, al estallar, esparció miles de objetos similares a balas. Nada que ver con los misiles que tienen los separatistas y que supuestamente es lo que había derribado el avión malasio. Eso solo pudo hacerlo un Mig 29 con un misil aire-aire de fragmentación, y los prorrusos no tienen ni lo uno ni lo otro.
¿Y qué hace la UE apoyando a unos presuntos asesinos?
Lo más sorprendente, amén de vergonzoso, de toda esta historia es que a la vista de que las nuevas evidencias alejan la posibilidad del derribo del avión por parte de Moscú y de los prorrusos, parece que EEUU y la UE, con una malevolencia obscena, han dejado de estar interesados en sacar a la luz quién abatió el vuelo MH-17. Fue un caza de Kiev con un misil aire-aire –esta fue la acusación rusa de los primeros momentos–, caza que según ellos había sido detectado por sus sistemas de radar de alerta temprana, y que luego se olvidó a cambio de la teoría del misil de los prorrusos defendida por EEUU y que ahora se cae por su propio peso. Fue un misil aire-aire altamente sofisticado y, en consecuencia, fácilmente identificable.
O sea, que los Obama, Merkel, Hollande y similares tienen que saber ya quién fue. Ahora se conoce el arma del crimen, que además tiene nombre y apellidos. Entonces ¿cómo es posible que no hayan explicado todavía quién en la zona posee misiles aire-aire que estallan en miles de fragmentos en las proximidades del blanco? ¿Quién fue el asesino despiadado al que no le tembló el pulso para disparar un misil contra a un avión civil que tenía delante y matar a casi 300 inocentes? Y, sobre todo, ¿quién ordenó a ese caza despegar, interceptar y abatir el vuelo MH-17? De momento y que se sepa, solo los golpistas neonazis de Kiev tienen asesinos a sueldo a su servicio como los que dispararon indiscriminadamente contra los manifestantes de uno y otro bando durante el golpe de Estado que los llevó al poder.
EEUU y la UE son los únicos que tienen todo el interés en callar. ¿Cómo van a justificar las enormes ayudas a Kiev y los sacrificios impuestos a sus ciudadanos con el embargo a Rusia por ayudar a unos asesinos, y que ahora se amplía y profundiza por la presión de los EEUU? Y a Putin, que obviamente también tiene que saberlo, puede interesarle un silencio calculado por la simple y sencilla razón de que sus aliados están ganando la guerra. Las fuerzas ucranianas han sufrido en los últimos días varias derrotas devastadoras con fuertes pérdidas humanas, y lo mejor es llegar a un acuerdo con el Gobierno de Kiev y no ponerlo contra las cuerdas, que es exactamente lo que ha hecho Putin firmando un alto el fuego con el golpista Poroshenko, que ya no puede ganar.
Poroshenko no tendrá más remedio que aceptar una estructura de Estado federal, concediendo a la región de Donbas (a todo el este de Ucrania, de mayoría rusa, para entendernos), que además es la más rica y la más industrializada del país, una autonomía casi total. El acuerdo Putin-Poroshenko me recuerda mucho a la mítica escena de la película Hampa dorada, en la que Al Capone muestra a sus secuaces un mapa de Chicago con las zonas con las que se han quedado en un acuerdo con los otros capos, y les dice: “En la carnicería de mi pueblo en Sicilia, había una vaca pintada que mostraba las diferentes partes de la misma; esto es igual, nosotros no quedamos con el solomillo y ellos se quedan con los despojos”.
Los prorrusos se quedan con la llave económica de Ucrania, y Poroshenko se queda con una parte que solo podrá sobrevivir con la ayuda de Moscú, que, eso sí, parece dispuesto a ser enormemente generoso, empezando por entregas masiva de gas a la cuarta parte del precio, y la condonación de enormes cantidades de deuda. Ahora bien, el acercamiento de Ucrania a la UE y la OTAN es ya inviable. Y aquí es donde empiezan a surgir las preguntas. Si Poroshenko ha capitulado ante Putin, ¿qué narices hacemos los europeos manteniendo un embargo contra Rusia que nos está costando sudor y lágrimas? ¿Qué hacemos ayudando con enormes cantidades de dinero a un régimen neonazi corrupto hasta la médula?
Y esto me lleva al centro de la cuestión. Si el proceso de paz ya está en marcha, si el vuelo MH-17 fue derribado deliberadamente por los neonazis de Kiev, ¿a qué viene que EEUU y la UE hayan decidido aumentar la presión sobre Moscú?Como dijo Putin el viernes, “a alguien no le ha gustado nada que el proceso haya entrado en una vía de solución pacífica”. Pero, ¡oh casualidad!, las nuevas medidas van dirigidas casi en su totalidad contra el sector energético ruso, y más en concreto hacia los equipos de perforación en aguas profundas, los equipos de desarrollo de yacimientos de shale oil y a la financiación de todos los proyectos para aumentar la producción. Justo cuando a EEUU empiezan a salirle el petróleo y el gas por la orejas y no sabe qué hacer con ellos.
Un movimiento que eleva innecesariamente el nivel de confrontación. Ahora los rusos preparan una nueva lista de productos pendientes de prohibir que incluye automóviles y textiles, justo lo que más daño puede hacer a España. Y mientras varios países europeos expresan serias dudas, el inútil y cobarde de Rajoy se limita a decir amén sin rechistar. Es el último mono de la feria. O sea, las sanciones afectarían de lleno a la UE, mientras que en EEUU apenas se resienten, y su industria petrolera (no los grandes como Exxon o Chevron, sino los miles y miles de pequeños productores) es la gran beneficiada de las nuevas sanciones. Es lo que faltaba para que la UE entre en una recesión de primer nivel, con España a la cabeza, dado que ahora somos la locomotora de Europa con Rajoy como maquinista. ¡Y todo para mantener en el poder a un Gobierno corrupto y golpista, y desde ahora presuntos asesinos, y a la industria petrolera norteamericana!
El cinismo y la desvergüenza de los políticos occidentales adquieren aquí niveles jamás alcanzados. Ahora resulta que no se puede romper un país mediante la violencia, cuando fueron ellos los que desgajaron Kosovo de Serbia a sangre y fuego para entregar el poder a las violentas mafias locales. Y ahora el este de Ucrania, en una situación análoga, no tiene derecho a hacerlo porque son patriotas rusos, y Occidente apoya siempre a los delincuentes y a las mafias locales, en este caso a los golpistas de Kiev.
La estrategia de Putin
Si hay algo en lo que están de acuerdo todos los analistas europeos y norteamericanos de prestigio es que la estrategia de Putin es mucho más inteligente que la de los dirigentes occidentales, porque incorpora consideraciones económicas y financieras a la misma. A Putin le gusta más emplear la zanahoria que el palo, pero si tiene que emplear el palo no lo duda un instante. Merkel, que es una gran “admiradora” suya, dice de él que es “impredecible”, pero creo que no lo es si nos fijamos en cuál es su gran objetivo final: “reconstruir” la antigua Unión Soviética, destruida estúpidamente por el inepto y descerebrado Gorbachov, que la dejó caer sin más, sin ningún plan de sustitución, sin ninguna estrategia, sin nada de nada. Pero no reconstruirla sobre la base de ocupar el territorio de las antiguas repúblicas, excepto el caso de territorios especialmente estratégicos y que siempre habían sido rusos como Crimea, sino a base de conseguir asentar en el poder a Gobiernos amigos, a los que ayuda financiera y económicamente.
Fue el caso de Georgia, que invadió en 2008. Suintención nunca fue ocuparla militarmente, sino estrangularla económicamente. Las tropas rusas cortaron sus principales rutas de comunicaciones y comercio, lo que fue suficiente para que los georgianos sustituyeran al presidente Saakashvili por otro más proclive a la amistad con Moscú. Fin del problema. En Ucrania hizo lo mismo con el presidente Víktor Yanukóvich, que fue elegido democráticamente en febrero 2010, algo que no fue aceptado por Julia Timoschenko, que se había hecho de oro vendiendo el gas que robaba a Gazprom. Putin entregó a Ucrania financiación a fondo perdido en grandes cantidades, le vendía el gas a la cuarta parte de su precio, le condonó deudas, pero al final una coalición de cuatro grupos neonazis y antisemitas con la ayuda de EEUU, Polonia, Alemania, Francia y Gran Bretaña dio un golpe de Estado violento que arrojó del poder al legítimo presidente.
Si alguien pensaba que Putin iba a permitir tener a neonazis en su puerta, es que no conocen a Putin. El disparate gigantesco de la UE es no pegar un giro de 180º y proponer la entrada de Rusia en la UE, convirtiendo así a Europa en la mayor potencia mundial. Han querido meter a Turquía, que jamás fue europea, han aceptado a los estados bálticos, que no representan nada, y ahora hasta quieren incluir a Ucrania. ¿Pero qué clase de disparate es ese? ¿Y esos son nuestros líderes? No es de extrañar que Europa cada vez pinte menos en el concierto mundial. ¿Y qué hace ahora Putin? Pues aparte de asegurar sus fronteras, como es su obligación, volver la mirada hacia China. Gazprom acaba de firmar un gigantesco contrato de gas, y los lazos comerciales se están intensificando. ¿Es acaso esto lo que quiere Europa? No es desde luego lo que quieren los europeos, no es desde luego el interés de nuestros hijos y de los hijos de nuestros hijos.
Es el interés de los EEUU que quiere a toda costa separar y enfrentar a la UE y a Rusia. Los norteamericanos quieren por un lado recuperar el mercado de petróleo y gas para sus productores y por otro lado, y más importante aún, evitar a toda costa la posible integración de Rusia en la UE, lo que relegaría a EEUU a condición de segunda, o tercera potencia mundial, si llegara a ser superada por China. La estrategia geopolítica de EEUU es comprensible, una lógica malévola pero lógica ante todo. Lo que no es comprensible, lo que no es de recibo, es que los líderes europeos actúen de comparsas de una situación que va directamente contra los intereses de sus propios pueblos.