PACO BONO SANZ
Se aproxima el 24 de mayo, el día que se celebrarán unas nuevas elecciones en las que los ciudadanos no elegirán nada. El 24 de mayo se abrirán los colegios electorales, las sedes del fraude electoral de la falsa representación ciudadana. Porque ellos no nos representan, ellos sólo se representan a sí mismos. Los ingenuos y los interesados (todos cómplices de la corrupción del Estado de partidos) acudirán a los colegios electorales para emitir su voto. ¿Qué se encontrarán? Un montón de listas con nombres. ¿Quién habrá incluido esos nombres? Los jefes y los aparatos de los partidos estatales. ¿Qué elige el votante? Nada. El voto mediante el sistema proporcional de listas de partido no es representativo del elector, sino del jefe del partido que ha redactado las listas. El votante se limita a hacer entrega de un cheque en blanco al partido al que vota. El voto, que significaría fuerza en unas elecciones verdaderamente democráticas, no es más que una demostración de servidumbre ante el régimen de partidos. Quien vota a las listas de los partidos estatales está legitimando el régimen corrompido de 1978. Porque no hemos de olvidar que la corrupción en España no es personal, sino sistemática, la corrupción es factor de gobierno de la partidocracia.
La primera de las corrupciones fue la corrupción moral, la traición de un hijo a su padre para tomar de manos del dictador Franco una corona sin honor. Don Juan no pudo reinar porque el dictador no quiso. Pero Juan Carlos reinó porque aceptó que su padre fuera excluido. Don Juan era un hombre con una educación liberal, que había entablado una gran amistad con Don Antonio García-Trevijano. Ambos habían acordado que, tras la muerte del dictador, los españoles podrían elegir la forma de Estado (monarquía o república) y la forma de gobierno (parlamentarismo o presidencialismo). Pero no pudo ser (os invito a que veáis el vídeo de Youtube: Maverick, historia oculta de la Transición Española). Juan Carlos inició su reinado nombrando Presidente del gobierno al que había sido jefe de la Falange: Adolfo Suárez. El resto de la historia ya la conocéis. Pacto entre franquistas y opositores (previa traición de éstos a la causa de la ruptura democrática y de la libertad política), amnistía, legalización exclusiva del partido comunista, consenso, reparto del poder… ¿Y qué papel jugaron los gobernados? El de aceptar o rechazar algo que ya había sido preparado por los jefes de los partidos. Así se votó en 1978 una Constitución falsa, porque ni separaba los poderes ni garantizaba los derechos, que además todavía hoy no se cumple; los españoles participaron entonces en un referéndum plebiscitario con el que apenas podían decir sí o no a algo preparado por el estado franquista y los traidores oportunistas de la vieja oposición clandestina. ¿Por qué votaron que sí a la traición y al fraude? Porque tenían miedo al Estado, porque desconocían la esencia verdadera del juego político, que no es otra que la libertad.
Treinta y siete años después, el Estado de partidos nos sigue invitando a participar en sus falsas elecciones, como el enfermo que necesita su mascarilla de oxígeno. Su oxígeno es nuestra sumisión, nuestra cobardía, nuestra servidumbre voluntaria. Nuestro voto legitima su corrupción e impide que la libertad política y la democracia formal puedan llegar a ser una realidad en España. Si queremos lograr una verdadera democracia, lo primero que hemos de hacer es no participar en unas elecciones fraudulentas. Si votas, eres cómplice de un fraude y sólo te puedes quejar de sus consecuencias (indignación). Pero si no votas, gozas de la fuerza moral suficiente como para mirar a los ojos a los jefes de los partidos estatales (de los nuevos y de los viejos) y decirles: ¡no nos representáis! ¡No somos vuestros siervos! ¡Libertad Constituyente Ya!
¡Quitémosle el oxígeno al régimen de partidos! ¡Abstención activa! ¡NO VOTES EL 24M!