Afirma Platón en su República que en las tiranías se produce el Gobierno del peor de los sujetos contra el resto de la población, de manera que cabe hablar de un Gobierno concebido para destruir y no para construir.
Las oligarquías partidocráticas que emergieron tras la Segunda Guerra Mundial han construido una arquitectura pensada para la rotación de todo el poder en unas pocas manos sin control alguno de la sociedad Civil, estándo estas pocas manos totalmente determinadas al servicio de la Oligarquía Financiera. La sociedad no interviene ni en su elección, ni en su control, ni en el contenido de las políticas a aplicar.
En el caso del Tyrannus, se ejercía la fuerza directa y bruta contra la oposición ejercida al mismo a través de la espectacularización de la tortura y la muerte del cuerpo infractor. La obediencia se cifraba en el miedo a la muerte.
En la tiranía partidocrática el suicidio es la forma implosiva de la pena de muerte. Una suerte de efecto provocado por la misma anulación de la oposición: no hay posibilidades de oponerse, tampoco de reprimir por tanto. El suicidio es la forma implosiva de protestar cuando esta no encuentra aire. El suicidio es la forma de gritar cuando no hay quien escucha. No es que la gente no se oponga es que la partidocracia a través de sus sindicatos estatales han anulado toda protesta real, es la primera tirania que ha conseguido eliminar la oposición.
Las muertes de ciudadanos en Italia y Grecia, así como el incidente violento aquí en Coslada están directamente relacionados con la falta de libertad Política. Son una consecuencia directa de la falta de libertad política ante la crisis, no de la crisis misma.
Los gobiernos partidocráticos asumen el programa impuesto por las entidades financieras, de manera que estamos pagando hasta tres veces una deuda cuyos intereses nos obligan a adeudar aún la mitad. En esto están de acuerdo todos. Eliminar los gastos sociales asumiendo el incremento del paro pero también que se quedan sin protección social las personas desamparadas, y todo ello sin posibilidad alguna de cambio a través del mandato imperativo, ni de elección real de los representantes ni de control de los sindicatos que son incluso organos legisladores. El anciando de 77 años que se suicidó ante el Parlamento consciente o inconscientemente sabía que hacía: En una democracia su margen de maniobra como ciudadano hubiera sido mucho mayor que el suicidio. En una partidocracia no.
El Gobierno acciona y legisla a sabiendas contra la población, en su acto criminal esgrime eufemismos climáticos y obligaciones forzadas por las circunstancias, pero a sabiendas está agrediendo con tal de contentar al amo y sin el miedo al pueblo propio de toda democracia que pueda llamarse tal. En la partidocracia el tirano no cae, solo retrasa su llegada al poder. Sólo es relevado por otra secta-
Españoles en paro, personas pasando de nuevo hambre en España, desahucios, son las consecuencias de no poder controlar ni elegir a nuestros representantes no los resultados de una “tormenta financiera”. Tenemos que acelerar la ruptura.
Carlos Roldán López