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LORENZO ALONSO.

Traer a colación los sistemas electorales en estos tiempos de tribulaciones políticas, económicas y sociales, pudiera parecer un simple juego virtual, porque sabemos que nunca ha habido una revolución política para cambiar el sistema electoral, pero la historia constata que éste determina el régimen político imperante en una época determinada, como demostró Maurice Duverger en los años cincuenta del siglo XX.

La sociedad española vive una situación crítica debido, en gran parte, a la forma de escoger a sus dirigentes políticos. No en vano, en las últimas encuestas, los españoles consideran a la clase política como el tercer problema nacional, después del paro y la situación económica. De ello se han dado cuenta dos dirigentes del Partido Popular: la expresidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre y el Presidente de la Junta de Extremadura, Antonio Monago. Ambos desean mejorarlo introduciendo las Listas abiertas. Este último ha declarado que piensa cambiar la ley electoral regional para que en los próximos comicios, autonómicos y municipales del 2015, los extremeños puedan elegir a sus representantes en  “Listas abiertas o desbloqueadas”. De esta manera, ambos políticos piensan, el votante puede expresar sus preferencias dentro de las Listas presentadas por las formaciones políticas. El presidente extremeño aprovechó la ocasión para decir que los ciudadanos votan a los partidos porque no pueden votar a las personas. Pero no aclara si el votante solo puede moverse dentro de la Lista fabricada por el partido o si la dicha Lista la puede fabricar el propio elector. Ni tampoco aclara el coste de tiempo y de conocimiento que tendría para el ciudadano fabricar una lista individual.

Conviene conocer algunos sistemas electorales que están en vigor en países que son tenidos como modelo a imitar. Primero situémonos en España. Aquí se utiliza una variante del sistema electoral proporcional basado en la existencia de Listas cerradas de candidatos agrupados por Partidos o coaliciones en cada distrito de cada nivel en el que hay elecciones. En el nivel estatal y en el nivel regional, el distrito es la provincia (un distrito electoral plurinominal). La elaboración de esas Listas recae en el Comité electoral de cada partido ya sea a nivel de distrito o a nivel regional o nacional. Los electores simplemente escogen una de esas Listas. Y los elegidos (los primeros de cada Lista) deben su suerte a las personas que les colocaron en ese lugar. No existe vinculación con el elector. La asignación de los escaños se efectúa con el método ideado por el belga Víctor d’Hondt (matemático, jurista y profesor de derecho en la Universidad de Gante).

Uno de los ejemplos de democracia avanzada que nos ponen es Suiza por la facilidad que tienen para proponer un referéndum sobre cualquier cuestión, la democracia directa que aún pervive en algunos cantones y en algunas comunidades locales y la forma de elección de los miembros del Consejo de los Estados (su Senado: 2 por cada cantón y 1 por cada semicantón) en el que cada cantón tiene libertad de escoger la fórmula que desee, siempre que sea democrática. Pero lo que no dicen es que actualmente este país tiene un sistema electoral proporcional para la elección de los 200 miembros del Consejo Nacional (su Cámara de Representantes), pero con Listas abiertas. Cada partido confecciona una Lista en cada uno de los 26 cantones, ya sea para un candidato o para varios (el cantón de Zurich tiene 35 representantes). El elector suizo tiene libertad dentro de la Lista: puede dejar la Lista como está, borrar un nombre de ella, repetir un nombre de ella o incluir un nombre de otra Lista. La asignación de los escaños se hace por el sistema proporcional puro. En definitiva nos quieren vender un sistema representativo cuando es un sistema proporcional, que solamente funciona como representativo en aquellos cantones que eligen un solo miembro en el Consejo Nacional.

Otro ejemplo, que deberíamos imitar según poderosos medios de comunicación, es el sistema alemán, un sistema mixto que sabe aprovechar las bondades del sistema mayoritario y del sistema proporcional. Nos cuentan que en dicho sistema la mitad de los representantes se escogen por distrito y la otra mitad por Listas de partidos. Pero en realidad es una variante del sistema proporcional, conocida como sistema proporcional personalizado. A nivel federal, la mitad de los Diputados del Bundestag (su Cámara de Representantes) se eligen por el sistema mayoritario (299 distritos) y la otra mitad por el sistema proporcional (299 escaños). En la papeleta de las elecciones existen dos partes: en la izquierda el ciudadano elige a un representante de su distrito y en la derecha escoge a un partido o agrupación electoral de su Länder (Estado federado). Pero la asignación de los escaños a cada Partido se determina de acuerdo con los votos obtenidos a nivel federal, siempre que ese Partido haya obtenido más del 5% de los votos o haya sido vencedor en tres o más  distritos. Para el reparto de los escaños se utiliza el método Sainte-Laguë (matemático francés), más conocido como la media más alta, muy parecido al método  d’Hondt. Los escaños son distribuidos dentro de cada uno de los Länders (Estados federados) y se le restan los ganados directamente en los distritos. Pero si un partido tiene más escaños ganados directamente que los que le tocan en el reparto, se los queda durante la legislatura (entonces el nº de escaños del Bundestag se incrementa temporalmente). En definitiva nos quieren vender un sistema mixto cuando es un sistema proporcional.

Pero hay otros sistemas que sí son representativos, son aquellos que están basados en fórmulas electorales mayoritarias. En estos casos se parcela el territorio de acuerdo con unas características históricas, geográficas y poblacionales, de esta forma el sistema electoral tiene en cuenta el asentamiento de las personas a lo largo del territorio. Cuanto más pequeños son los distritos más conexión hay entre los electores y el elegido. En este sistema cada comarca/distrito elige a su representante ya sea por mayoría simple a primera vuelta (modelo anglosajón), ya sea por mayoría a doble vuelta (modelo francés). En el primer caso las personas y los grupos tienden a unirse para lograr vencer en la única contienda electoral, formando bloques más o menos homogéneos; y en el segundo caso se da oportunidad a cualquier candidato para probar suerte en la primera vuelta y después en la segunda vuelta, si en la primera ninguno de ellos alcanzó la mayoría absoluta, se selecciona a los dos más aventajados para que vuelvan a enfrentarse, dando lugar a coaliciones y pactos previos delante de los electores. (Continuará).

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