Sin ayer no hay mañana. Todo es hoy en la actualidad. ¿Qué es el hoy? El Estado que todo lo ocupa, abarca y somete. ¿Qué fue el ayer? El enfrentamiento de intereses y el de ideas que estaban vivas y que tenían voz pública. ¿Qué será el mañana? El renacimiento de las ideas gracias a la libertad de elección separada del Gobierno y de los diputados en elecciones directas que se resolverán por mayoría.
La legislación electoral de la II República implantó el sistema proporcional de listas. Modificó la Ley electoral de 1907, que tenía grandes defectos pero que al menos permitía la elección directa de cada diputado por parte de cada distrito.
Los partidos políticos nacían y vivían para la defensa de los intereses de los colectivos que le eran afines a cada uno de ellos. Durante el siglo XIX y el primer tercio del desdichado siglo XX, las ideas diferían entre sí y se enfrentaban en el debate público. La utilización de la forma de Estado republicana como respuesta política a los intereses de unos colectivos en detrimento de los demás precipitó el fracaso de la II República: sufrió tres golpes de Estado en cinco años –agosto del 32, octubre del 34 y julio del 36– y acabó en una Guerra Civil.
El vencedor de la guerra, el general Franco, implantó una dictadura férrea. Siguiendo las enseñanzas soviética, fascista y nazi para perpetuarse en el poder, prohibió todos los partidos salvo el propio y lo integró en el Estado. Durante 40 años, el Estado creció y expandió su dominio de forma constante y continuada. Muerto en la cama el dictador, sus herederos y los que hasta entonces habían sido su oposición pactaron renunciar al enfretamiento mutuo de las ideas. A esto lo llamaron consenso, la sustancia de la Transición. Los partidos se estatalizaron como el partido único de la dictadura y tomaron posiciones junto a él con su integración en el Estado.
Hoy todos los partidos -como ayer el partido único de la dictadura- disfrutan de cargos, honores, dignidades y salarios mediante su integración en el Estado.
Hace unos años nacieron movimientos en el seno de la sociedad civil que denunciaron la ausencia de auténtica representación política. “No nos representan”, ¿recuerdan? De aquí surgieron abanderados que, como ocurrió en el 78, han desactivado y neutralizado la demanda de representación política directa y la de elección separada del Gobierno. Se han integrado en el Estado tan pronto como han podido. Y, junto con sus iguales –el resto de partidos estatalizados–, hablan de cambios en el Estado que quieren hacer desde el Estado, por el Estado y para el Estado. Todo es Estado y cada día crece más.
El hoy es un Estado omnipresente que anula y aplasta toda idea de libertad del ser humano. Los nuevos agentes políticos estatales hablan de la conquista del Estado por el bien de la gente y afirman que el Estado cuidará de nosotros. ¿Recuerdan aquello de “Todo en el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado”? Son palabras del fascista Mussolini. El hoy de España es el triunfo del fascismo. Se ha travestido de una muchedumbre de partidos que dicen constituir la democracia desde el Estado.
El hoy debe ser destruido para que haya un mañana con libertad. Para ello necesitamos apoyarnos en el pasado, utilizar su conocimiento como un resorte que nos impulse a la creación de algo nuevo. Necesitamos unos nuevos medios de elección para unas instituciones nuevas. El mañana es elección libre y directa del Gobierno; y de los diputados; en elecciones separadas. Y nada más.
La naturaleza humana no cambiará nunca, es hora ya de arrojar a la basura la idea totalitaria de que el Estado puede crear un hombre nuevo y una sociedad feliz. La sociedad ha sido persuadida de que el hoy es lo único posible. Pero hubo un ayer y habrá un mañana.
Tu abstención vale lo mismo que tu voto. No cooperes con los que te piden el voto para encadenarte al hoy. Conquista el mañana. Guarda tu voto hasta entonces. Hazte valer y abstente.