Ziz ha bloqueado la luz ante la antimateria del becerro. Las palomas, escondidas en el intelecto neo-platónico, son la identidad – ¡penetrada con el taladro celeste del mundo de las ideas!- para el alma libre; diseñadora punk del collar del destino. Este collar ha sido tomado por la luz púrpura de I.H. -¡de Córdoba!, pincha el DJ-, y la textura inocente del devenir nietzscheano. El collar está en manos de Shaima- la infancia del Sol-, mientras el destino continúa; la vida fluye; la existencia es una pelota dinámica- ante el tendón de Aquiles, la harina castrista de Maradona- entre el placer dionisiaco y la armonía apolínea- ¿de Moisés?, cuestiona el adorador del becerro a las carcajadas metafísicas de AGLR(¿N?)-. Nace el Übermensch, Carlos Villaescusa: el morabito posmoderno (repites mucho esta palabra, ¿eh?), cuya generosidad ha recorrido las esferas de Aristú y Ptolomeo. Más allá del universo, se encuentra la Almería ideal- quizás, neoplatónica- del (sabio, añade Ibn Arabi mientras analiza la Meca a la luz del dólar y el wahabismo pseudo-capitalista) morabito de la economía; la filosofía de las religiones; la libertad colectiva. Si Nietzsche tuviera un GPS de superhombres, la ubicación recaería sobre el humano Villaescusa; sobre Somosaguas, Valencia, Alepo- ante el grito seco de la madre, ante el corazón carnívoro de mi hijo: vivir, vivir, vivir, repetía la madre mientras aceptaba la realidad:
-¿Qué realidad, Sikabi? ¡Cómo se nota; no eres padre!, escribe la sombra del taller.
El superhombre almeriense, canario, madrileño; en definitiva, universal al igual que su condición de humano generoso. Un humano amigo, humanista amante de la belleza; la lealtad; la paciencia; el intelecto; la literatura; la justa medida (afirma Danto a Wagner) de música para el vino de Dionisio, y la arquitectura circular-infinita de Apolo. En esta combinación, arrojada a la sonrisa sincera del azar, nace el elemento esencial -¡volvemos al Aristú de Cita!-; el camino repúblico-literario (imagínese un ensayo, “Introducción a la literatura república”) elemental para unir las piezas de las sombras de la nube (lo efímero, afirma el poeta y el proverbio árabe elevado al remix veraniego de I.H.), para formar la supremacía perpetua del mejor comentario sobre Ibn Jaldún:
– Estoy pasando a limpio los apuntes, interrumpen las generosas flores de Henry Corbin:
Austroliberalismo en Ibn Jaldún es el nacimiento- más allá de la filosofía matemática de las editoriales- bello, generoso, inteligente, sensible; dueño de una moral sintáctica, económica, filosófica e histórica que ha marcado- y marcará para el lector de Don Carlos– los tejidos marinos del cementerio intelectual europeo; sometido a la oscuridad del switch roussoniano: servidores y tiranos del régimen.
Austroliberalismo en Ibn Jaldún es una tautología, en la cual se afirma: “Ibn Jaldún es el boss ( chef!, gritan los ojos de Marine Le Pen al abismo nórdico) del zoco del liberalismo”. El boss, el primero en formular la tesis del liberalismo. Este mismo libro- de azafrán gnoseológico, según Morantismo intelectual– toma la actitud de “psicoanalizar” la economía de otros- entre ellos, el boss del materialismo filosófico-, y mostrar al lector- ¡y lectora, tío/a!, interrumpe la Teoría Queer- una tesis excelente; elevada a la Teoría del Ciclo austriaco y los pájaros del cum laude- redacta y firma Don Huerta de Soto-.
Los pájaros han elevado al morabito Villaescusa al mar y al cielo. El askenazí retrata el rostro del cumpleañero– abrazado por veintiuna gotas del azahar de abril-, mientras Ziz se ofrece de manjar al sabio dueño de mi amistad.