ROBERTO CENTENO
“Presupuestos de la recuperación y con marcado carácter social”, diría Montoro. No se puede ser más mentiroso y más desalmado con tan pocas palabras: 29 millones de personas, entre empleados públicos, pensionistas y parados, y el 80% de asalariados perderán poder de compra en 2014. ¿Cómo puede alguien ser tan falsario para afirmar que la mayor deflación salarial conocida traerá la recuperación, y tan desalmado para afirmar que tan colosal pérdida de poder de compra tiene marcado carácter social? ¿Cuándo un país ha salido de una crisis reduciendo brutalmente el poder de compra de su población, despilfarrando un 10% del PIB en gasto político improductivo, sin inversión y sin crédito? No hay ni habrá ninguna recuperación, sólo acelerarán el crecimiento de la pobreza y la destrucción de la clase media.
En 2012, los hogares españoles perdieron un 18,4% de su riqueza, mientras que los salarios cayeron un 5%. Además, la desigualdad social es hoy por hoy la mayor de toda Europa. La relación entre el 20% de la población que más ingresa y el 20% que menos es en España de 7,5, la tasa más alta de los Veintisiete, cuya media es de 5,7. Y a pesar de todo, la gente sigue paralizada. Por primera vez en siglos, no es que los hijos vayan a vivir peor que sus padres, sino que más de la mitad no va a encontrar trabajo al terminar sus carreras, y los que lo encuentren, en su mayor parte, serán trabajos con salarios irrisorios.
Puedo entender casi todo, pero no que unos padres crecientemente empobrecidos, a los que se les niega un futuro para sus hijos, no se movilicen por lo más importante en sus vidas. Sin embargo, como tiene escrito mi maestro Antonio García Trevijano, todas las revoluciones -la francesa y la rusa, incluso la presidencialista en EEUU- comenzaron cuando empezaron tras mejorar las perspectivas después de un largo periodo de pobreza. Cuando no hay esperanza de mejora, nadie se mueve. Tal vez esa es la razón de la ‘inexplicable’ pasividad del pueblo español ante su ruina.
¿Qué credibilidad pueden tener unos tramposos profesionales?
La gente y los medios parecen no tener memoria. Por ello, antes de explicar la falsedad y la impiedad de los PGE-2014 hacia los más débiles, sobre los que se está haciendo recaer el grueso del ajuste económico y financiero, es necesario recordar qué afirmaban en el pasado estos tramposos y lo que ha sucedido en realidad.
Presupuestos generales de 2012:
Previsiones esenciales: gasto AAPP: -8,0%; realidad: (1) -4,8%.
Tasa de paro: 24,3%; realidad 26,02%. Déficit público: 5,3%; realidad: 10,6%, la mayor desviación presupuestaria de la historia.
No dieron una, ni por aproximación, y ¿saben cómo bautizaron los PGE-2012? “Los presupuestos de la credibilidad”.
Vayamos ahora a los PGE-2013, los “del crecimiento y del empleo”. No hay cifras definitivas, pero las conocidas demuestran que, si en 2012 no dieron una, 2013 está a años luz. La primera es la afirmación central de que Rajoy y sus secuaces “han situado a España en la senda de consolidación fiscal”. Fíjense lo consolidada que está que a finales de agosto los ingresos habían bajado un 0,3%, los gastos habían subido un 5,5% y el déficit del Estado era del 4,62% frente a un 3,6% previsto para todo el año. ¡Un 28% más!
Al igual que los de 2014, preveían una reducción del paro al 24,3%, pero a mitad de año era ya del 26,4%. El déficit de caja para todo el año era de 38.000 millones; sin embargo, a finales de agosto ya era de 45.185 millones. Y la demanda nacional, el 98% del PIB, del -3,2% previsto ya alcanza el -4,3% en septiembre.
Las cuentas de 2013 afirmaban, también, que la banca estaba ya recapitalizada y que su rescate no costaría ni un euro a los españoles. A mediados de año se supo que el FROB, cuya falta de transparencia es total, ya da por perdidos 36.000 millones que, sumados a los 9.000 perdidos en el rescate de Castilla-La Mancha, eleva la pérdida a 45.000 millones, de momento. Bankia, que ha recibido 24.000 millones, tiene un valor en bolsa de menos de 8.000. ¿Alguien en su sano juicio piensa que vamos a recuperar los 24.000 millones?
Estos desalmados no tienen piedad: hacen el ajuste sobre los más débiles, los jubilados y los parados. Pero si tres de cada diez niños pasan hambre la culpa es de los padres; si 578.000 familias se quedan sin ayuda para libros es porque no hay dinero. Sin embargo, para la casta financiera y política el dinero es ilimitado.
Y esta es la pregunta clave que toda persona racional debería hacerse, ¿qué credibilidad pueden tener las cifras elaboradas por parte unos tramposos, cuya falsedad está probada más allá de toda duda razonable? Cero, y a partir de aquí se puede afirmar con certeza absoluta que la realización presupuestaria de 2014 no tendrá nada que ver con los PGE-2014, como ha ocurrido en 2012 y está ocurriendo en 2013. Todo será mucho peor.
Si vamos al cuadro macroeconómico que sustenta los PGE, la falsedad es absoluta. Empezamos por los más importantes, el consumo privado, que supone el 59% del PIB: del -6% en septiembre de 2013 pasa al 0,2% en 2014.
Con una caída de renta disponible para 28 millones de personas, agudizada en los asalariados ya que el propio cuadro prevé una bajada del 0,6% en los costes laborales unitarios, ¿cómo imaginan que el consumo privado vaya a remontar? Es un imposible metafísico. Pero, además, el agregado demanda nacional -consumo privado, público e inversión, un total del 98/99% del PIB- era del -4,3% a finales de septiembre y se prevé que su caída sea sólo del -0,4%. Esto ya no es voluntarismo, es conscientemente falso.
Y así todo lo demás, un cúmulo de falsedades y despropósitos. El resumen es este:
1.- Los PGE-2014 son un camelo, igual que los de 2012 y los de 2013. No sólo no hay recuperación, sino que estamos en la antesala de la recesión.
2. Lo único seguro de los PGE-2014 es el empobrecimiento adicional de los más débiles: pensionistas, parados, asalariados y empleados públicos.
3. Los bancos españoles están muy lejos, a pesar del río de dinero y avales dilapidados, de haber resuelto sus problemas, incluidos los dos grandes porque su capital no es el adecuado para cubrir futuras pérdidas. Para el equipo del FMI que acaba de analizar el tema, los bancos necesitan 61.200 millones urgentemente: 38.800 para fallidos en préstamos refinanciados, 18.800 para fallidos no-ladrillo, y 9.300 para ladrillo, según Oliver Wyman (caso adverso).
4.- La deuda pública total -no sólo la computable- ascenderá a finales de 2013 al 136% del PIB. Esa cifra es ya imposible de devolver.
Adicionalmente, que Mariano Rajoy esté financiando con nuestro dinero la secesión de Cataluña y del País Vasco es un caso claro de deslealtad a España y deslealtad a cualquier región española que no sean Cataluña o el País Vasco. Los PGE-2014 le quitan, por segundo año consecutivo, las inversiones a Madrid para dárselas a Cataluña, igual que le han dado la supremacía al aeropuerto de El Prat a base de decretos y decisiones tomadas por el Gobierno de Madrid.
La etapa de Rajoy
Como les prometí la pasada semana, hoy sintetizo la etapa de Rajoy. Si hubiera que definir al presidente del Gobierno, habría que decir de él que, además de un cobarde, tiene una desidia insuperable en la toma de decisiones. Su cerebro, acostumbrado a recibir órdenes -porque siempre fue muy bien mandado- ha sido incapaz de adaptarse a la jefatura: ¡lejos de mí el nefando vicio de pensar y de trabajar! La historia de este trepa profesional no empieza con las elecciones de noviembre 2011, viene de mucho más atrás. Yo la empezaría en el congreso amañado de Valencia, donde se autoproclamó líder del PP y donde asestó una puñalada mortal al futuro del partido eliminando a sus mejores cabezas, sustituyéndolos por niñatos de tres al cuarto y aduladores profesionales.
Su capacidad de gestión se vio perfectamente retratada a lo largo de su dilatado periodo de jefe de la oposición. Mientras afirmaba muy serio en el Parlamento que “no se puede gastar más que lo que se ingresa”, las CCAA más despilfarradoras como Valencia o Murcia, o la capital de Europa más manirrota por decirlo suavemente, Madrid, no merecieron la mínima atención del personaje y gastaron y gastan a sus anchas. Por entonces, algunos decíamos: “Si Rajoy no es capaz de poner orden en su propia casa, ¿cómo va a ser capaz de poner orden en España?”.
En septiembre de 2011, en un programa de televisión en el que coincidí con Cristóbal Montoro, me dijo que iban a recibir una herencia envenenada, que el déficit público iba a ser del 8,5% y no del 6%, algo que conocían desde julio todos los analistas. Me confesó que iban a bajar impuestos y recortar gasto político porque era la única manera de crecer. Este sería el centro de la campaña electoral de Rajoy. Al formar nuevo Gobierno, y rasgándose las vestiduras, aseguró –después de imponerle la gran cruz de Isabel la Católica a ZP por sus “grandes servicios a España”-: “¡Nos han engañado, el déficit no es del 6% es del 8,5%, y no tenemos más remedio que subir impuestos!”.
El engaño de Rajoy a su electorado sería total: haría exactamente lo contrario de lo que prometió, lo que le convierte en un presidente inveraz, que es lo peor que le puede suceder a un jefe de Gobierno. En un presupuesto de más de 400.000 millones, de los que 100.000 son gasto político improductivo, ¿no había ningún sitio de donde recortar 6.000 millones? Inaudito. En cuanto al gasto, en febrero de 2012 Montoro anunció a bombo y platillo que enviaría a “los hombres de negro” a las CCAA e intervendría las que hubieran superado los límites de gasto y deuda. Dos semanas después, las convocó en Madrid para decirles todo lo contrario, que “no se dejará quebrar ninguna autonomía y se habilitarían los recursos para ello”: 60.000 millones para que siguieran despilfarrando los caudales públicos para satisfacer su vanidad, su nepotismo y las exigencias inmorales de su corrupción.
Rajoy estaba convencido de que su sola presencia bastaba para que los mercados se rindieran ante él y la prima de riesgo bajara. Con medidas tan disparatadas, ocurrió justo lo contrario y a mediados de 2012 la prima de riesgo coqueteó con los 700 puntos básicos, un nivel muy superior al de la intervención. Pero en lugar de intervenirnos, lo que habría cortado de raíz el despilfarro político a otro irresponsable, Mario Draghi dijo que no dejaría quebrar a ningún país del euro, igual que Rajoy con las CCAA, pero con una diferencia esencial: Rajoy lo hace con el sudor y las lágrimas de los españoles y Draghi imprimiendo papeles de colores. Tras eso, la prima de riesgo bajó automáticamente.
Sólo la irresponsabilidad absoluta del BCE con su barra libre dando más y más droga a los drogadictos sin control alguno mantiene en pie hay un modelo de Estado insostenible y un sistema financiero quebrado. El resultado: sus primeros 18 meses en el poder han sido los de mayor endeudamiento desde Felipe II, la salvajada de 333.000 millones según el Banco de España, un tercio del PIB. Y a finales de 2013 esta cifra superará los 1,4 billones de euros o el 136% del PIB oficial.
La indigencia mental de Rajoy ha sido como la de su antecesor, manteniendo el Estado de partidos donde sobran decenas de instituciones, un millón de empleados públicos y 20.000 asesores que no asesoran. Y su disparatado gasto a costa de lo que sea, y lo que sea es llevar a la miseria a millones de gobernados, a destruir la clase media, a lo que Carlos Marx denomino “invertir en lujo asiático en medio de la miseria” y a dejar hipotecado el futuro de las siguientes generaciones. Este es el hombre que ahora dice que nos sacará de la crisis.