SALVA ARTACHO.
Si los partidos son agrupaciones de ciudadanos que se unen por sensibilidades para aportar soluciones políticas a los diferentes problemas que puedan presentarse en la sociedad tienen un sentido y razón de ser… En España la degeneración y las ganas de hacer dinero fácil ha sustituido esos nobles intereses que legitiman la política y se han convertido en el mayor adversario para el progreso y la convivencia… Es necesario recuperar la forma de hacer política que tenían los partidos republicanos antaño, adaptándolas a nuestros tiempos, teniendo siempre la defensa de lo público y de las libertades como lo prioritario, denunciando las desviaciones y a los autores principales de las mismas.
No obstante este es un régimen político corrupto desde su nacimiento, no en vano fue diseñado por una dictadura cruel y corrupta cuyo objetivo ni era la democracia ni el bienestar social de los ciudadanos, mas bien lo contrario. Si a esto añadimos el vergonzante papel de la Iglesia católica, alentando y justificándolos en un país donde la ignorancia y la falta de conciencia social y ciudadana son ‘antivirtudes’ ampliamente extendidas, pues, apaga y vámonos…
La dictadura y su continuación monárquica junto a sus acólitos PP, PSOE, UPyD, Partidos Nacionalistas de derechas…, dueños de los medios de extensión cultural mantienen al país en el bajo nivel que les interesa para que la explotación económica y la falta de libertades sean asumidas con un conformismo y un pasotismo incompresible a las alturas de siglo en que vivimos… Para más inri IU se confunde al conformarse en querer ser la socialdemocracia que los enterradores del socialismo en Suresnes no lo han sido; las opciones rojiverdes emergentes en Europa aquí no encuentran los seguidores que podrían inclinar la balanza en favor de políticas respetuosas con el medio ambiente; los republicanos seguimos sofocados e ignorados por las fuentes de información (hablando en propiedad por los manipuladores de opinión prosistema) por el conjunto del sistema… Todo esto permite perpetuarse a monarcas, banqueros, malos empresarios, políticos prevaricadores…, mientras las gentes van perdiendo sus trabajos, sus hogares, las posibilidades educativas…
En definitiva vamos perdiendo el tren del progreso y de la justicia social. Para acabar esta reflexión, me gustaría estar radicalmente equivocado en mi conclusión final: somos un pueblo demasiado conformado, rayando en la cobardía política, un pueblo que soporta las cadenas.