ILLY NES.
También mantuve contadas reuniones con el que era delegado del Gobierno en Madrid, Ansuátegi Roca, igualmente del PP. A él le preocupaba bastante lo que después se ha venido a confirmar: la irrupción de grupos ultras y neonazis que sin ninguna razón lógica agredían a emigrantes, homosexuales, prostitutas y a todo aquel que no comulgara con la doctrina neofranquista. No los puedo llamar franquistas porque todos los que de alguna manera idolatran a Francisco Franco no lo han conocido en vida, son críos de 18 ó 20 años y Franco murió en 1975. O sea que no han podido vivir los asesinatos y las atrocidades que cometió el dictador.
Con Ansuátegui tuvimos varias reuniones para tratar el tema y tengo que decir que nos facilitó el acercamiento al jefe superior de Policía y al responsable de la Guardia Civil en Madrid. De hecho, se nos convocó a varias reuniones de la Junta de Seguridad Ciudadana y cuando recibí la primera amenaza de ETA coincidió con el día en que los GRAPO habían asaltado una sucursal de una caja de ahorros. Yo le llamé por teléfono alarmado (algún indicio tenía) y en media hora tenía un grupo antiterrorista de Madrid llevándome a un sitio seguro. He tenido por parte de Ansuátegui Roca un gran apoyo. En España tenemos la costumbre del “calumnia que algo queda”… A lo peor sus modos eran un poco bruscos pero puedo decir que con los gays, Ansuátegui se portó magníficamente. Se le colgaron demasiadas etiquetas políticas y la izquierda no fue muy justa cuando dijo tantas barbaridades sobre él.
Pero de todo este asunto lo que más me duele es que Arturo Tejerina, siendo homosexual declarado, ridiculizara el tema en su programa de la Cadena Ser. Haciendo mofa de algo que no tenía que hacer. Yo he sufrido más discriminación por parte de los homosexuales progresistas que de los heterosexuales. Se ha vendido de forma bastarda e interesada que siendo gay no puedes militar en el PP y que se debe hacer en partidos de izquierdas y eso forma parte de un dogma que se cultiva en todo el espectro político, aunque fuera Luis Antonio de Villena, en este artículo titulado “Los gays de derechas”, quien lo argumentase con estas palabras:
“Santiago Carrillo, en sus tiempos de político activo, hizo famosa esta frase: “No hay nada más tonto que un obrero de derechas”. Parece en efecto absurdo -desde la ideología más clásica- que un desfavorecido esté de parte, precisamente, de aquellos que le desfavorecen. Con los homosexuales y la derecha pasa algo muy parecido. La derecha tradicional sostuvo (y en parte sostiene, con el habitual disimulo que aconsejan los tiempos) que la homosexualidad es algo malsano, o cuando menos anormal. El catolicismo riguroso, que tanto informa a la derecha española, es en buena parte causante de ese desdén con el que la derecha ha visto la sexualidad -masculina o femenina- menos ortodoxa. ¿Ha cambiado o está cambiando la mirada de la derecha española hacia los homosexuales? Eso cree, al menos, Carlos Alberto Biendicho (periodista experto en temas de salud) que milita en movimientos de liberación gay, y es -al tiempo- simpatizante o militante del PP. Reconoce -con lógica- que él no es el único homosexual del PP, y con el visto bueno del partido, aunque no la hayan integrado, ha creado la Plataforma Popular Gay que reúne a los peperos homosexuales. Su fin -como el de todo militante homófilo-, acabar con la inmensa homofobia que (con su capita de disimulo, a veces) sigue existiendo en nuestra sociedad. Y es que -en contra de la idea básica de Carrillo, uno no puede ayudar a su contrario- la derecha ha contado siempre con muchos homosexuales. No haría falta recordar nombres ilustres como Henry de Montherlant o Luis Escobar, entre nosotros. Muchos gays (gente refinada, elegante, de gustos selectos, viscontinianos se decía antes, ignorando que Luchino Visconti votó siempre a los comunistas) se consideraban derechistas -pese a su debilidad sexual- porque les resultaba imposible (siendo tan finos como eran) no ser de derechas. Eran otros tiempos, supongo, cuando derecha era sinónimo (¿no lo es aún?) de clase social alta, refinamiento y lujo. Naturalmente se procuraba tapar que derecha era sinónimo también de represión, oscurantismo, integrismo católico, etcétera. Quiero creer que los nuevos gays de derechas -del PP- sean distintos. Aunque el PP no esté a favor de las parejas de hecho, y aunque procure mirar a otro lado si le hablan de la absoluta normalidad de ser distinto”*.
* El Mundo, 12/08/1999
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