La supremacía del arte se materializa en el Santo, mientras la Unidad del Ser arrojado a la sintaxis de laberinto se convierte- junto a Él- en el mismo esqueleto, mientras la materia y la forma alegran al Primer Motor. Mulay Morante no es el hueso, ni el músculo –“abierto ante el tríceps de la No-formación profesional: fábrica de ventanas sentimentales o puertas abiertas y matutinas, por lo políticamente correcto, sometidas a leyes sociológicas”, escribe Noor-. Morante es el Arquitecto inteligente; fraternal; generoso ante él y el otro y Ello. El arquitecto de los automóviles místicos, contrario a las caravanas de turistas socialdemócratas, ante el motor arquitectónico-místico de Morante para el dominio de pensamientos(al-Khawatir[1]). Morante crea el tratado universal, para el control ocular a la bestia: << el toro te exquisita>>, torea el místico mientras observa los ojos violentos y lorquianos de la bestia negra; el toro del recuerdo azabache abre el baúl del bohemio-místico, mientras recuerda (¡recuerda si el recuerdo ha valido!, grita el romántico a la belleza de la luna; iones de locura para el torero y el poeta y el científico). Ay, el torero es místico; repúblico de España, ante la tiranía de los perros de amarilla y maldita dentadura, ante la belleza república de la libertad colectiva. El torero recuerda- al igual que el Tao, ante su existencia- su infancia con el paño de mamá; hacía de capote a la metáfora y alegría. Los tenedores y los cuchillos y los primos y los vecinos y los amigos y la calle sevillana (Sevilla está encima de todos nosotros, responde el místico-torero a la historia de amor: breve y amorosa del patriarca de la luz cordobesa; lector de Goethe; escritor generoso ante el cuento del gato y lo erótico de Octavio y la belleza canaria de la profesora neoplatónica) bendecían al místico con la tranquilidad del gerundio. << Yo sé lo que vales; llegarás lejos, pero trabaja como Cioran ante la locura >>, bendecía el girasol; el naranjo y el algodón al hijo de Josefa, mientras escalaba la parroquia y la sinagoga del toreo. Morante es la honra universal, para poetas y filósofos. Ayer, Morante creó un alma creativa y pura y universal ante el universo finito, mientras la gota prematura del místico creaba la arcilla; la temperatura; la plaza como campo magnético, ante el vector y la carga creadora del campo y la velocidad del toreo, ante los movimientos sobre el albero. Ahorita y Acá, afirma Tata-Dios, Morante ha creado un universo infinito. El universo creador de universos. Él ha creado escuela, mientras el alma de los toros se inclina ante sus rizos; su temperamento y su timbre mitológico: resuena en el Olimpo de Atenea y Sherezade y San Juan de la Cruz y Hayy[2]. La escuela (tiene baraka, comenta Ibn Arabi mientras lee a Aristú y escribe a Morante) del místico-torero abarca la política; la poesía; el boxeo (¡1 2 3 4! grita el boxeo sanador del Fortu, cuyas comas son comidas por Juan Goytisolo); la filosofía hegeliana, donde la naturaleza de Andalucía es un maravilloso reflejo del espíritu (Óle, abre su boca de miel flamenca; Ibn Jaldún toca el laúd y el qanun, mientras un libro de azafrán gnoseológico preside la escena: Austroliberalismo en Ibn Jaldún[3]). Morante es el atlas humano, cuya geografía crea deseos; sexos; humanos; artistas; comentaristas; canchas de fútbol: homenaje a los Warriors y a la pasión pura del místico, por el Albert Camus del fútbol: Zinedine Zidane. La pasión a capotes, muletas, viajes, espadas de caballero y puntillas con el sudor de Morante. ¡Sí!. Morante, Morante de la Puebla y ¡olé! El sudor del torero se plasma en la cámara de carrete, en las carrozas de los gitanos; afirman:
<< ¡Óle, Morante! Morante: Acción ante la bestia, ante el miedo, ante la oligarquía de partidos, ante la fotografía de arte puro[4] frente a la alcaldesa formada en la estética adorniana y la teoría política de Hanna Arendt. La señora alcaldesa como protectora del animal y lectora de San Francisco de Asís, se opone a un cartel excelente: sin sangre; sin incitaciones a la barbarie o a la violencia. Esto ha animado al irónico estudiante de matemáticas, a plantear: A=B ≠ CC[5]
Por otro lado, la gran mentira está presente en la política española. La gran mentira es contraria a la lealtad; a la libertad de todos los ciudadanos (¡libertad!, penetra el grito repúblico en la Historia, desde la Sala Chanoe: libertad colectiva-universal); al libre pensamiento de cada uno de los ciudadanos; a la libertad de creación contra la censura o las legañas de la servidumbre. Don Antonio es condenado al ostracismo; Don Morante de la Puebla es acusado de asesino, por un individuo amparado en el bajo arte de insultar. Un creador es un humano, demasiado humano; con una sensibilidad frágil y hermosa y temperamental. Pero, para el mentiroso no vale sujeto o argumento inteligente; ni afirmación razonada y coherente. Esta afirmación sanaría el cuerpo leproso-por la ignorancia y la confusión[6]– y el espíritu corrupto de los sujetos dedicados al Estado de partidos: contrario a la democracia. << L´eau claire; comme le sel des larmes d´enfance>>, afirma la memoria de Rimbaud y la alegría sanadora- o república– del cuerpo sanado.
[1] Jurjânî, en sus Ta´rîfât, define este término como “la orientación y resolución del corazón al concentrar sus energías espirituales hacia lo Verdadero”.
[2] Véase “El filósofo autodidacto”, Abentofail.
[3] “Austro-liberalismo en Ibn Jaldún: una explicación y solución a las crisis económicas”, Carlos Villaescusa García; tesis doctoral; Universidad Rey Juan Carlos(2015)
[4] Véase el cartel protagonizado por Morante de la Puebla, invitando a las gentes a la Feria de Zaragoza; con el hashtag: “soyartepuro”.
[5] A= Arte; B= Morante; CC= Colau culta.
[6] La personalidad autoritaria, Adorno; ed. Proyección, Buenos Aires (1965) / La servidumbre voluntaria, Antonio García Trevijano; página 41; ed. MCRC (2016).