TERESA GONZÁLEZ CORTÉS.
Los cabecillas y profetas del nacionalismo que sacuden a Europa, África, Asia…, antes de reivindicar la democratización de las élites, el recorte a desfasados privilegios; antes de rebelarse contra los oligopolios de la clase política y la utilización partidista de la riqueza y de las instituciones del Estado; en lugar de exhortar al control, incluido el penal, de los representantes del “Pueblo” cuando ilegalmente éstos incurren en arbitrariedades; en lugar de denunciar esos tejemanejes corruptos celebrados en altas esferas o de demandar sistemas eficaces de transparencia en la toma de decisiones públicas; antes de todo esto, los líderes y gurús del nacionalismo hablan de las bondades de un modelo político colectivista y exclusivista. Y desde el objetivo de poner en marcha un Estado premoderno planifican el nasciturus de su neoNación. Sin duda, ¡cuánto tiempo, cuánto dinero derrochado en avivar esencialismos patrióticos!
Y es que, Madonna, para los nacionalistas -verdad de Perogrullo- es tarea fundamental mantener los nacionalismos. Y mientras detienen los derechos de los particulares y asfixian a la ciudadanía en el plancton de los derechos de los Pueblos, esos mismos políticos se acobardan frente a los asuntos reales y tratan de ocultar los problemas concretos de los individuos tras el tamtan ideológico de las santas identidades colectivas.
El momento de la conquista
Josep R. Llobera al inicio de su libro El Dios de la modernidad(1996) escribía que “la nación posee un carácter cuasi sagrado sólo igualado por la religión”. No lo dudo. Pero se nos suele olvidar con demasiada frecuencia que el nacionalismo es una constante histórica de la derecha. Y de la izquierda. Así que, querida Madonna Louise Veronica Ciccone, el nacionalismo resulta ser un argumento de interés también dentro de la izquierda. Tanto es así que un tal Anxo Quintana, líder del Bloque Nacionalista Galego(BNG) y pretérito vicepresidente de la Junta de Galicia, manifestó que el nacionalismo es una ideología superior, que el nacionalismo, y cito textualmente, “es futuro. Es un acto de rebeldía intelectual contra el uniformismo y la monotonía, como esa manera de entender el mundo tremendamente previsible. Creo que es el único grito de rebeldía contra la uniformidad”.
Pero hay algo más. Desde la muerte del Dictador Franco, acaecida por estos lares en 1975, los políticos se han dedicado en España -llevan décadas haciéndolo- a azuzar las llamas imaginarias del nacionalismo, a ocultar bajo las banderas de las nacionalidades su mala gestión, sus corruptelas… y su profundo sentido antidemocrático de la ley y de la autoridad.
Un dato más. A los nacionalistas les encanta azucarar el tiempo pasado, perdido. Y promover viajes a un futuro arcaico. Y puesto que constituyen el arma ideológica con que justificar “su” conquista, los nacionalismos congelan las manecillas del reloj y difunden una concepción estática (de la verdad) de la Historia.Por eso, y con el fin de colonizar el futuro, no cejan de reivindicar la vuelta a un ayer inmóvil.
No te extrañe, Madonna, que igual que los miembros de CiU y de Esquerra Republicana tratan de romper las leyes científicas del espacio-tiempo para fundar un mapamundi de, al menos, allende 1714, los miembros del PNV se juzguen heraldos de la Historia para convertir el País Vasco, entre otros destinos geográficos, en unaFinlandia del futuro. Y mientras Alexander Dugin, uno de los ideólogos de los “nazboles” (o nazibolcheviques), critica la cartografía cicatera del Estado ruso y aspira a “un imperio euroasiático desde Dublín a Vladivostok y desde el océano Índico hasta el Ártico”, aquí en España algunos reprochan la topografía tacaña del Estado español y se creen llamados a hacer del País Vasco una constelación patriótica similar a la mítica Shangri-La que reclama la banda marxista ETA.
Nota de última hora
Hace unos días impartió una conferencia en Madrid el señor Alexis Tsipras, líder de la Coalición de Izquierdas Radical (Syriza). ¿Cuál fue el tema de disertación de este político griego? ¿La persecución de la corrupción en el ámbito político? Ya les digo de antemano que no. ¿La mejora de la gestión de la Administración pública? Tampoco. ¿Las estrategias europeas para combatir el empobrecimiento de la ciudadanía y hallar soluciones a los 19 millones de parados de la eurozona? Nones. El tema estrella del Sr. Tsipras, invitado de honor de IU, giró en estos tiempos de crisis, de paro y socialización de la miseria en torno a… “La Alianza de Pueblos Mediterráneos”, comme il faut, con dos narices. ¿Te sorprende entonces, Madonna, la clase política que tenemos en este lado del Atlántico?
Felicidades por el premio Billboard que has recibido como “Mejor Artista en Gira”. Sin embargo, antes de lanzarte en actuaciones musicales venideras a hacer otras performances, recuerda que el miedo al cambio, que el terror a la democracia determinan el auge de los nacionalismos. Lo cual, junto a esta larga crisis económica, explica el incremento en Europa de las ideologías extremistas y, a la postre, el porqué en España, del Movimiento Social Republicano, partido político de ideología neofascista que forma parte de la Alianza Europea de Partidos [ultra] Nacionales (AEPN).
Así que “sí” y dos veces “sí”. El nacionalismo es cosa de grupos extremistas. Y asunto asimismo de gran valor para partidos (de izquierdas y derechas) no extremistas. Por cierto, Madonna, la Alianza Europea de Partidos Nacionales es un lobby político ultranacionalista que, presidido por el lepenista Bruno Gollnisch, aglutina en su seno a 13 partidos radicales, como el Movimiento para una Hungría Mejor (Jobbik Magyarországért Mozgalom), el Frente Nacional (Front National: Francia), la Llama Tricolor (Fiamma Tricolore: Italia), el Partido Nacional Británico (British National Party) o el Partido Griego “Aurora Dorada”. Coaliciones estas que, ojo al dato, la propia Unión Europea ha subvencionado.