En los últimos exámenes de Selectividad en Andalucía ha provocado una gran polémica la prueba de historia de España, en la que la pregunta versaba sobre el último tema del temario, “Los gobiernos democráticos”. Numerosos alumnos, cuyos profesores no habían tenido tiempo material de llegar a aquél(piénsese además que han tenido que empezar desde la prehistoria, y que este tema ha sido incorporado con el curso ya empezado), han visto comprometido su futuro, al quedar condicionada la elección de carrera por la reducción en su media provocada por los malos resultados en este prueba.
Para un profesor en activo y a sus alumnos puede parecer difícil concebir que la Comisión que prepara estas pruebas rice el rizo de la dificultad eligiendo tal última parte del temario. Sin embargo, para la mentalidad socialdemócrata de los miembros de dicha Comisión no puede haber parte de la historia de España más importante y más digna de ser obligatoriamente conocida que la de los gobiernos de la partidocracia instaurada por el sucesor de Franco y sus secuaces del régimen franquista y de la oposición consentidora. Así, la Transición, que ya ha sido objeto de pregunta en años anteriores, palidece en importancia ante los gobiernos de los González, Aznar, Zapatero y Rajoy, consolidadores del régimen antidemocrático en el que vivimos, sin libertad de representación política ni separación de poderes, al que los medios de comunicación de la hegemonía cultural y la Enseñanza acólita siguen llamando a las mil veces goebbelianas “democracia”. Todo eso a la mayor gloria de una llamada “cultura democrática”, término de moda, desnaturalizador de entrambos sustantivo y adjetivo, y equivalente en sus intenciones a la “formación del espíritu nacional”, vieja asignatura del sistema educativo franquista, émula de su carácter adoctrinador.
Lo ocurrido, pues, con su corolario de lágrimas y exámenes entregados en blanco (a estos tan “democráticos” profesores no se les ocurrió pensar que los jóvenes ya no ven la televisión, y que sus fuentes de desinformación son otras) es una desgraciada demostración adicional de que la mentira en que se basa nuestra vida social y política cotidiana, que necesita ser mil veces repetida haciendo además tabla rasa de lo anterior, sigue cobrándose víctimas en donde menos se espera.