El domingo por la noche, escribí este mensaje en mi muro de Facebook:
Las 20:00 h, afortunadamente nadie más podrá votar ya. Gracias a todos los ilusos, cómplices y corruptos que habéis ratificado con vuestro voto la corrupción del régimen de partidos. Sois responsables del horror que atraviesa España, sois responsables de que Mariano Rajoy, Albert Rivera, Pablo Iglesias y Pedro Sánchez se repartan el botín del Estado. ¿Representación ciudadana? Ninguna. ¿Control del poder? Cero. Pagaréis por vuestro crimen, y el precio lo pondrán aquellos a quienes habéis votado. ¡Libertad constituyente ya! (A continuación, aclaré que el sufrimiento continuaba, puesto que hasta las 21:00, hora peninsular, podían votar los canarios).
Una amiga me contestó con el siguiente comentario:
Paco, por favor, me asustas, y me sorprende lo niño que puedes llegar a ser (por inocente). ¿En algún momento pensaste en serio que cambiaría algo?
Ante lo que repliqué con el texto que muestro a continuación y que es el motivo de la publicación de este artículo:
No comprendo tu mensaje, ¿quieres decir que soy inocente porque pienso que se puede cambiar mediante la abstención ese “algo” al que aludes? Interpreto que te refieres a eso. ¿Te asusta mi inocencia o te asustan mis palabras? Porque mis palabras no son nada inocentes, desde luego que no.
La situación política de España es como para asustarse. Un régimen de poder, con sistema electoral proporcional (el mismo que sirvió a Hitler para convertirse en Canciller de Alemania) sometido por la voluntad de los jefes de los partidos estatales, financiados estos por el Estado, órganos del Estado, sin que haya representación ciudadana, sin que exista separación de poderes, es decir, un régimen de poder incontrolado, en manos de unos oligarcas que no saben dónde tienen la mano izquierda ni dónde la mano derecha, bajo un rey que hace el ridículo cuando habla sobre la unidad de España apelando al sentimiento y a la voluntad (bebiendo de la fuente de Ortega y Gasset y su erróneo concepto subjetivo de la Nación, de José Antonio Primo de Rivera y su “unidad de destino en lo universal”, del falangismo puro y duro) y que además no tiene el carácter necesario para afrontar la gravísima crisis de Estado que se le viene encima.
Un ejército acobardado, que esperemos no esté repleto de generales como el exJEMAD Julio Rodríguez. Un Estado con un gobierno en funciones débil y un futuro gobierno que será aún más débil tras estas votaciones. Un parlamento en el que hay una mayoría de federalistas (suicidas, porque para establecer un sistema federal en España, primero hay que separar lo que está unido, el Estado español, es decir, hay que trocear España, una locura) y un gran número de independentistas declarados y troyanos. Podemos apoya el derecho a destruir la nacionalidad española de millones de catalanes (y con ello de millones de Españoles, porque España sin Cataluña no es España y Cataluña sin España no es Cataluña) que desean seguir siendo españoles.
No hemos de olvidar que la nacionalidad no se puede decidir por la vía de la democracia, porque ni siquiera el 99,99% de los habitantes de una región, ni tampoco de una nación entera, tendrían derecho a despojar de su identidad a un solo hombre, para ello habrían de matarlo. Y esto es lo que defienden esos locos. Y nosotros permanecemos a expensas de ellos. Es para asustarse, verdaderamente. ¿Inocente yo? De ninguna manera.Yo acuso con este comentario a quienes han votado. Ellos legitiman este régimen horrible y ellos son los responsables de las consecuencias que vamos a pagar todos. Yo seguiré luchando por la unidad histórica e involuntaria de España y por la libertad política para que el movimiento en el que humildemente participo conquiste la hegemonía cultural en el seno de la sociedad. La unidad de la Nación y del Estado españoles no se discute. La forma de Estado y de gobierno sí. Pero sólo durante un periodo de libertad constituyente, de libertad colectiva, y no podemos permitir que dicho periodo de libertad nos sea otorgado, porque sería falso. No habrá libertad colectiva si no la alcanzamos nosotros con la acción valiente, constante, efectiva y pacífica. Jamás cambiarás tu situación de servidumbre y de indefensión política votando en unas elecciones fraudulentas y meramente ratificatorias de lo elegido previamente por los jefes de partido. A los resultados me remito. Cada legislatura que pasa, España está peor. Y tenemos en Cataluña un parlamento que ha declarado la independencia. El asunto es muy serio.