Podemos volver entonces sobre nuestra pregunta: ¿todos lo llamaban democracia? Acabamos de plantear que entonces había mucha gente que no tendría por qué hacerlo. Para demostrar que, además, mucha gente activamente no lo hacía, basta con interpretar otro graffiti, también aparecido en el otoño de 1976 [fig. 17]. Alude, de nuevo, al referéndum de diciembre. La pintura tribal de la escena tiene su pequeña historia: una televisión representa las directrices propagandísticas que conducen a unos alegres ciudadanos hasta una urnainodoro, donde depositan su voto (“por favor después de votar sírvase de tirar de la cadena”). Aquellos que no lo hacen son perseguidos por la policía (los “guardianes de la democracia con urna y fusil en su cruzada contra los no creyentes”). Aquí resultan transparentes el descrédito del sistema representativo, la relación entre el proceso de transición y la violencia política y la valencia poderosamente negativa que, en ese contexto, adquiere la palabra “democracia”. Desde los datos que proporciona este mural, para los jóvenes de la transición la democracia es el discurso legitimador del estado postfranquista.
Esta bivalencia entre una falsa democracia existente y una democracia verdadera por venir reaparece obsesivamente en muchos textos de la época. Si vamos a un editorial de la revista Ajoblanco, contemporáneo de la pintada, esto se hace todavía más claro:
Hay quien afirma que este país va encontrando la normalización […]. A nosotros nos parece que [no] […] porque, después de 40 años de dictadura e imposiciones fascistas, la España cotidiana no tiene interlocutores ni organizaciones; en su día fueron todas acribilladas por la fuerza. Las fuerzas de izquierdas que actualmente se esfuerzan por resurgir o nacer no pueden hacerlo con normalidad. Han de ir pactando constantemente con el gobierno. […] Libertad, nada de nada; el pueblo no la tiene y si en algún momento la consigue, luego la paga muy cara (muertes-multas-secuestros-amenazas). […] El pueblo real necesita libertad […] para realizar asambleas en todos los lugares (Fábricas, Barrios, Pueblos y Ciudades); […] para poder crear […] sus organizaciones y sus representantes auténticos; […] sus verdaderos objetivos y su política. Entonces […] podremos creer en el proceso de la reforma, en el proceso de la soberanía popular y en todas estas cosas que hoy, sin ningún respeto y con toda la confusión del mundo, proclaman con tanto orgullo los que no son ni pueden ser nunca Demócratas. Si han olvidado el verdadero significado de Democracia nosotros no, así como tampoco tenemos miedo a no ser olvidadizos (Ribas 1976).
Las cursivas son mías. Señalan los lugares del texto donde el lenguaje oficial de la transición a la democracia (normalidad, normalización, pacto, reforma, soberanía…) aparece inflexionado en una perspectiva ciudadana. La lengua consensual de los años setenta es presentada así como un discurso de la falsa democracia (“los que no son ni pueden ser nunca demócratas”), opuesto al “verdadero significado de Democracia”. Si el estado en transición asumía la posibilidad de crear la democracia sin la existencia previa de ciudadanos, presuponiendo su aparición como efecto derivado de la acción de las estructuras políticas adecuadas, este texto defiende la existencia de una ciudadanía sin representación (“la España cotidiana”) a la que no se permite emerger. Desde la ya mencionada importancia que estos jóvenes atribuyen a la conformación del espacio público (a la unión entre urbanismo y política), que el propio título recoge (“Hyde Park”), el texto reclama una democracia basada en el ejercicio de las libertades civiles y políticas, como precondición para el desarrollo de una representación política legítima (“representantes auténticos”).
Fragmento del artículo original: ¿LO LLAMABAN DEMOCRACIA? La crítica estética de la política en la transición española y el imaginario de la historia en el 15-M, de Germán Labrador Méndez (Princeton University).
http://www.archivodelafrontera.com/wp-content/uploads/2014/01/Lo-llamaban-democracia-de-Germ%C3%A1n-Labrador.pdf