PACO CORRALIZA.
El exquisito discernimiento de Hannah Arendt estableció sutiles diferencias esenciales entre el «Perdón» (como «acción» de perdonar), y la «Comprensión» (como «proceso» de comprender).
Sobre el «Perdón» escribió Arendt (1953): “Perdonar (que es sin duda una de las más grandes capacidades humanas y quizá la más osada de las acciones humanas, en la medida en que intenta el imposible aparente de deshacer lo que se ha hecho y en que consigue un nuevo comienzo allí donde todo parecía haber llegado a su fin) es una acción singular y culmina en un acto singular.”(1a) Cinco años después del anterior texto, escribió Arendt (1958): “El descubridor del perdón en la esfera de los asuntos humanos fue Jesús de Nazaret”.(2) Por esa específica condición de «descubridor» y, también, por ser, según creo, el judío más espiritual e inteligente de todos los tiempos, preveo que Jesús de Nazaret nos acompañará también en los siguientes artículos, en que nos sentaremos «a la mesa con Adolf Hitler», como anticipamos en el artículo anterior [«XXIX»]
Sobre la «Comprensión» nos dice Hannah Arendt (1953): ”Comprender no tiene fin y no puede, por tanto, producir resultados definitivos [«XIX»]. Comprender es el modo específicamente humano de estar vivo; pues toda persona individual necesita reconciliarse con un mundo al que nació como un extraño, y en el cual, en razón de la unicidad de su persona, sigue siendo por siempre un extraño [«Libertad-reconocimiento»]. La comprensión comienza con el nacimiento y acaba con la muerte. En la medida en que el surgimiento de gobiernos totalitarios es el acontecimiento central de nuestro tiempo [«XVIII»], comprender el totalitarismo no es indultar nada, sino reconciliarnos con un mundo donde tales cosas son posibles.”(1a)
Aprovechamos esa última frase de Hannah Arendt para seguir su estela. Desde el primero de estos artículos (¡Dios mío, cuándo llegará el último!) nos hemos propuesto «Liberar a la Libertad» de las míticas ataduras con las que ha sido atávicamente expatriada de Europa. Por necesidad tenía que llegar el momento de enfrentarse a su «enemigo mortal: el Poder-en-sí»; pero no es posible vencer al Poder sin comprender su naturaleza. Comprender el «Poder-en-sí», no puede ser otra cosa más que comprender el «poder-hacer» en el devenir de la «Materia o Naturaleza», que es su metafórica madre («mater») [«Psique-espíritu»]. Eso nos permitirá, como diría Arendt, «reconciliarnos con el mundo», que es nuestro sustrato «realmente existente», es decir, esa esfera material de la que han salido nuestros cuerpos y que «nada en la nada del tiempo, su comadrona». Quizá descubramos que ese «Poder-en-sí» es resultado de la misma clase de «egoísta azar interesado y vitalista» que está en el origen de la «Vida-en-sí» orgánica y, por tanto, de nuestros racionales cuerpos animales («Psiques humanas»). Recordemos que la cuasi-mística invocación a la «Naturaleza» ha sido elemento central tanto en Rousseau [«XXIII»] y «su» Revolución-Reacción francesa [«VI»], como en Kant, Herder y Fichte [«XIV»], así como en Hegel y Marx [«XXI»] y, ¿cómo no?, también en Adolf Hitler [«XXII»].
Quizá descubramos que, aun coincidiendo con Arendt en su intención de «no indultar nada» más allá de «no-poder» indultar a esa «esfera que nada sobre la nada», quizá tengamos que perdonarnos algo, no tanto «a nosotros mismos», como «entre nosotros mismos». Porque, hoy, como siempre, sobrevolando esta siniestra crisis político-económica, el “fantasma que recorre Europa”(3) no es “el comunismo”(3) como proclamaron sus «manifestantes» Marx y Engels; tampoco las blandas ideas incorpóreas manifestadas como «nacionalismo», «capitalismo», «socialismo», «liberalismo», «neoliberalismo», «anarquismo», «anarco-capitalismo», «individualismo», «egoísmo», «hedonismo», «estatismo», etc. Ese huidizo espectro fantasmal estará encantado de tomar esos disfraces, solos, reunidos, o acompañados por otros como ellos o peores que ellos, pero seguirá siendo el «Poder-en-sí»; ya sea en el Estado; ya sea en nosotros mismos; ya sea en su siniestra combinación (que es el fin último al que apunta la «mano experta(4a)» del «Poder en sí»; hoy, en forma de «pan-€uropeísmo social-€-burocrático»). Porque, ¿quiénes son los «poderosos»?; ¿no son, acaso, personas? El impersonal Estado-Dinero no lo es, pero, curiosamente, tiende a comportarse, con su «Poder-en-sí» (nacionalista o «€uro-€uropeísta»), análogamente a como sus súbditos tienden a comportarse con su «Poder-en-sí» individualista; o sea, tiránicamente; arbitraria, ensimismada, interesada y justicieramente.
Quizá nadie, en la Historia de la Europa moderna, haya comprendido el manejo de los «hilos psiquistas» que entrelazan a esas dos formas de «Poder-en-sí» como Adolf Hitler (el «Gran Justiciero»), lo comprendió. No hay que extrañarse; se lo permitió la «psiquista» tradición estadolátrica (que es estricta adoración al «Poder-en-sí»), netamente anti-política, iniciada en la Revolución-Reacción francesa, ampliada con la filosofía «psico-racionalista» germana [«XV»] y desaforadamente desatada en los albores del sangriento siglo XX; especial y singularmente en la humillada nación alemana posterior a la I Guerra Mundial.
Como en otras ocasiones, pedimos ahora ayuda al inteligente espíritu de Friedrich Nietzsche (1881-86): “«Ni Dieu ni Maître» [«Ni Dios ni Amo»]; también vosotros queréis eso; y, por ello, «¡viva la ley natural!»; ¿no es eso verdad? Pero, como hemos dicho, esto es interpretación, no texto. Y podría venir alguien que, con una intención y un arte interpretativo antitéticos, supiese sacar de la lectura de esa misma «Naturaleza» y en relación con los mismos fenómenos, cabalmente, el triunfo tiránico, despiadado e inexorable de pretensiones de Poder; un intérprete que os pusiese de tal modo ante los ojos la universalidad e incondicionalidad vigentes en toda «Voluntad de Poder», que casi toda palabra, hasta la misma palabra tiranía, acabase pareciendo inutilizable o una metáfora debilitante y suavizadora, (algo demasiado humano). Y que, sin embargo, afirmase acerca de este mundo, a fin de cuentas, lo mismo que vosotros afirmáis, a saber, que tiene un curso «necesario» y «calculable»; pero no porque en él dominen leyes, sino porque falten absolutamente leyes; y todo Poder saca, en cada instante, su última consecuencia. Suponiendo también que esto no sea nada más que otra interpretación y, … ¿no os apresuraréis a plantear esa objeción?; bien, tanto mejor”(5).
Excepcional y clarividente Friedrich Nietzsche, como tantas veces. Adolf Hitler fue, desde luego, el más ambicioso y mejor «sintonizador y sintetizador» de todas las zumbonas «melodías de dominación» [«IX»] que zumbaban en el «enjambre psico-ideológico» flotante a principios del siglo XX; junto con la idolatría de flautistas adoradores y maniobreros del «Poder-en-sí»; especialmente de la Socialdemocracia, que hoy aplasta a la «€uropa» de la «social-€-burocracia». Por eso permitiremos que el Führer hable: para seguir en el camino de comprender los antecedentes del laberinto anti-político al que hemos sido arrojados y del que, cuanto antes, debemos salir. Quizá acabemos por comprender que, si el Perdón es un acto presente que actúa sobre el pasado, la Comprensión es el «estar-siendo» evanescente de un «estar-perdonando-nos».
(1) ARENDT, Hannah. “Ensayos de comprensión. 1930-1954”. Caparrós Editores, S.L. 2005.
(1a) “Comprensión y política. (Las dificultades de la comprensión).” [Edic. orig. 1953].
(2) ARENDT, Hannah. “La condición humana”. Ediciones Paidós Ibérica, S.A. 1998. [edic. original 1958].
(3) MARX, Karl; ENGELS, Friedrich. “Manifiesto del Partido Comunista” . Alianza Editorial, S.A. 2012. [edic. original 1848].
(4) HITLER, Adolf. “Mein Kampf “ [“Mi lucha”]. Librería El Galeón. 2002. [escrito 1924-25].
(4a) El autor se refiere a la Socialdemocracia como “mano experta” que guía el “movimiento sindicalista”.
(5) NIETZSCHE, Friedrich. “Más allá del bien y del mal”. Ediciones Folio, S.A. 2002. [escrito 1881-86].