Paco Corraliza

PACO CORRALIZA.

La estadolatría de la razón del Poder y la egocéntrica «auto-latría» de la razón filosófica, nadando en la nada de sus inmensos océanos materialistas y «psiquistas», han causado estragos en la veraz travesía colectiva de la Libertad. De hecho, la abandonaron en el dique seco de la disgregación y la incomprensión; y la inactivaron. Así, es el Poder indiviso del Estado-Dinero quien gobierna todos los personales barcos estragados en su caótica individualidad «auto-látrica».

La Libertad carece de sentido fuera de la inmaterial (espiritual) esfera presente e interpersonal del «querer-ser» (estar siendo) de las personas presentes (Inter-esse político),donde surge la Política. Y es tan ocioso como contradictorio encostrara o recluirla en el caparazón unipersonal o individual (o «cuerpo social o nacional») donde cada persona (ausente o frente a los demás) cae en el círculo material de un «poder-hacer» que se hace intrascendente en soledad y conflictivo en compañía. Escribo Libertad con mayúscula para referirme a la única auténtica, la Libertad Política (la que puede aparecer entre las personas que conforman una Comunidad Política concreta); y distinguirla así de otras libertades físicas, metafísicas o individuales, cuyos conceptos emborronan o envenenan el hecho político que da sentido a la Libertad como único fundamento, a su vez, de la Política.

La Libertad no está en el «esse-homo» («auto-hombre» u «hombre-homo» genérico y metafísico de la filosofía tradicional -o «Gran Arquitecto» de insignes iluminados-), que se descubre a sí mismo en un obrar u operar con motivos deterministas pero impulsado por una voluntad libre metafísica (Shopenhauer); tampoco en “la persona globalmente considerada”(1), genérica y ensimismada, cuya “libertad es la capacidad o potencia de hacer aquello que, por hacerlo (por tanto, juntamente con otros actos) me constituye como persona en el conjunto de la sociedad de personas”(1); persona cuyos actos son libres cuando son “eslabones necesarios en la concatenación del proceso de hacerse mi propia personalidad […] dentro de la conciencia de mi propia necesidad”(1)(Gustavo Bueno).

Según el materialismo filosófico de Gustavo Bueno, impecable y consecuente con su tesis de que “la libertad no puede ser entendida al margen del determinismo causal”(1), la persona: 1) es un futurible autosuficiente: es una consecuencia de sí misma; 2) no es ni está siendo persona libre salvo que «pueda hacerse» o auto-constituirse; 3) los actos de esa persona sólo serán libres si son realizados siguiendo un proyecto personal que obtenga los resultados pre-establecidos; 4) el error forma parte del juego, bien sea porque el proceso establecido intercepta con procesos de otras personas (planes sobre personas) o bien por error en la programación efectuada (programas sobre cosas), además de errores de ejecución de los mismos.

Las deducciones que se extraen de ese concepto de libertad son desoladoras para esa «persona globalmente considerada» (para cualquiera de ellas).

1.- La persona (que «está siendo» en cada momento) no puede saber en ningún momento, con certeza, si está siendo libre o no; pues, “sólo después de haber recorrido «caminos vitales» con los cuales no nos indentificamos es posible encontrar el «camino propio».”(1) Pero, ¿cuál es el «propio» si aún tengo caminos por recorrer? Aquí, Hegel, con razón, llegó más lejos aún diciendo que “el individuo no puede saber lo que es antes de traducirse en realidad mediante la acción”(2); es decir, no ya saber si es libre o no, sino saber, incluso, «lo que es».

2.- Esa libertad es, de hecho, una ridícula carrera incesante en que la persona se ve obligada a alcanzar su propia y escurridiza sombra corrediza. Pues “sólo de un modo restrospectivo –cuando la trayectoria de una persona ha llegado a su fin- cabría hablar de libertad”.(1)

3.- Esa libertad excluye de sí a muchas (por no decir a todas) las personas. Pues “no todo individuo podría ser libre, pues su «identidad personal» no es reducible a la facticidad de sus actos, cualquiera que éstos sean. La persona sólo es libre en la medida en que sus actos puedan ser interpretados como episodios integrables dentro de una trayectoria global dotada de sentido teleológico [finalista] propio.” (1)

4.- Esa libertad supone gradaciones o intensidades irregularmente (¿caprichosamente?) repartidas entre las personas. Pues “acaso las personalidades que puedan considerarse como dotadas de una libertad más profunda sean aquéllas que, paradójicamente, hayan vivido, con más intensidad, la ejecución de sus actos particulares como necesarios para el cumplimiento de su propio destino”(1). ¡Vaya, nos topamos aquí, encima, con la “espantosa noche desconocida del destino”(2), del atemorizado amigo Hegel!

NO. Esa libertad es una libertad ficticia cuya exitosa propagación, desde la razón del Poder (Estado-Dinero) y la «psiquista auto-latría» del «poderhacer» (YO-ego) de la oficial razón materialista de oficio, ha intoxicado millones de conciencias. Esa supuesta libertad es, además, frustrante y debilitante para la persona, convertida en ciego costalero de sí misma, soportando una Psique clavada a su destino; y es disgregadora de la Comunidad Política. Tiene aspecto de solipsista, subterráneo, zigzagueante y endiablado «gusano de alambre»(3), cuya cabeza, al aflorar orgullosa tras la muerte personal, parece la de una cornuda serpiente con cola de invertido alacrán que acumula veneno desde el personal nacimiento.

Por otra parte, la autocomplacencia gratuita, la testarudez y la vanidad se verán obligadas, en grado creciente, a compensar la insoportable y ridícula endeblez de una persona buscándose a sí misma en la tenebrosa niebla de su pasado; su disposición y consideración hacia los demás tenderá a anularse, siendo como son esenciales para la confirmación de un ser propio que, ciego y enajenado, querrá endulzar su egocéntrica solitud con el agrio vinagre de la vanagloria. Un vinagre deprimente que es aparente alimento de aquella aflorada serpiente.

 


(1) BUENO, Gustavo. “El sentido de la Vida”. Lectura 4: “La libertad”. Pentalfa Ediciones. Oviedo. 1.996. [Texto en pdf disponible en fgbueno.es].

(2) HEGEL, Georg Wilhelm Friedrich. “Fenomenología del Espíritu”. Fondo de cultura económica.1966. 20ª  reimpresión: 2010. [Ed. original: 1807].

(3) “Gusanos de alambre”: larvas polífagas de insectos-plaga del orden “Coleóptera” (escarabajos) y familia de los elatéridos, con más de 8.500 especies en el mundo; se alimentan de semillas, raíces, tubérculos y bulbos.

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