PACO BONO.
Afortunada fue Cristina cuando se casó con Iñaki Urdangarín, Señor del balonmano, hombre adinerado e influyente en el ámbito español. Allí donde acudía Urdangarín, se le abrían las puertas de par en par, sólo porque se trataba de Iñaki, reconocida eminencia de gran estirpe. Pobre Juan Carlos Rey, triste corona, ¡mira que haberse visto salpicada por las fechorías de un deportista que fue capaz de someter por sí mismo a los más altos cargos de gobiernos autonómicos, de ayuntamientos y de empresas de todo el país! ¡Él fue el protagonista del anuncio de su compromiso matrimonial! ¡Menudo ascenso logró Doña Cristina dentro del escalafón social! ¡Los grandes diarios lo destacaron en su portada! Hasta la prensa internacional publicaba: ¡Cristina ha sido la elegida para casarse con Iñaki!
Por lo que se nos muestra en los telediarios, y por lo que se radia y se escribe en la mayoría de los medios de comunicación de España, da la sensación de que el primer párrafo fuera cierto. Los defensores del régimen de partidos pretenden que Urdangarín asuma la culpa y se sacrifique así por su mujer, por su suegro y por España, todo por “españa”, ¡majestad! La “españa” de las apariencias, la “españa” de las traiciones, la “españa” de la Transición, la del consenso y el pensamiento único, la “españa” repartida en lo institucional, sometida en lo político, la “españa” corrompida a través de los partidos y su mentor. Pobre Majestad… ¡¡parece una víctima en manos de ese malvado y ambicioso yerno que tanto poder ostentó!! ¡¡Muchos le temían!! ¡¡Nadie se atrevía a contrariarle!! El anciano rey, no venerable, trata de inspirar ternura y compasión en su pueblo, en sus súbditos, esos apasionados que demasiadas veces han perdonado a quienes les engañan, les roban, les ningunean, y les hacen pagar los platos rotos.
¿Estamos ciegos o simplemente nos gusta que nos tomen por idiotas? Si Iñaki es presunto, Cristina es tan presunta como Iñaki, y ambos hacen presunta a la Casa Real. La presunción nace de la sospecha, y la sospecha se funda en unos indicios. Hay indicios de que se ha cometido un tremendo saqueo de las arcas públicas utilizando como tapadera una fundación sin ánimo de lucro. Iñaki era y es alguien por ser yerno del Rey y marido de la Infanta Cristina, ¡y no al revés! Su pertenencia a la familia real fue lo que le permitió el acceso sin problemas a las instituciones públicas controladas por los partidos subvencionados.¿Qué presidente se hubiera atrevido a dudar del yernísimo? A ver qué listo se negaba a sus pretensiones, con el riesgo de que recibiera una llamada de más arriba. ¡Me llena de orgullo y satisfacción…! ¿De dónde provenía si no la fuerza de Iñaki?, ¿de la expresión “o firmas este contrato o te pego un pelotazo”?, ¡venga ya! Asistimos a la fisión del núcleo de la corrupción, la energía que mueve lo político en España, el negocio de unos pocos a la sombra de la partidocracia de Juan Carlos. Podemos culpar al ladrón por robar, pero debemos preguntarnos ¿a quién obedecía?