De las muchas sorpresas que trajo la elección de Trump, destacan las económicas, donde los mercados reaccionaron con una subida de las bolsas americanas muy importante. Por ejemplo, el ya inflado Dow Jones Industriales se fue de sobrevolar el soporte de los 18.000 a romper los 19.000 (y el S&P500 el 2.200), el dólar paso de 1,11 $/€ a rozar el 1,05 $/€ y los tipos de los bonos del tesoro a diez años tuvieron una fuerte subida al pasar del 1,75% al 2,25% anual. Ciertamente, sobre todo tras vendernos que vendría el apocalipsis, los mercados han entendido que con Trump habrá más inflación, cosa en principio buena, si es por mejora de los fundamentos, dados los riesgos deflacionarios del sistema económico global.
Luego está la inflación de los clintontos mediáticos que siguen con su campaña anti-Trump, al que está claro que no le van a dar los 100 días de costumbre. Se ve que se les acaba el cuento de su crony-globalism o globalismo de amiguetes con el que cambian nuestra demografía y nos explotan. Han llegado incluso a usar el término rednecks (“cuellos colorados”, por trabajar bajo el sol) para referirse a los votantes de Trump, que me ha recordado mucho al de white-trash (basura blanca), que oí no hace mucho, utilizado por un juez sueco muy progre, para referirse a los marginados de su país, el mismo término que ya utilizaron otros “intelectuales” estadounidenses, a principios del siglo pasado, para referirse a los blancos pobres, colectivo al que querían esterilizar.
No contentos con lo anterior y para intentar quitar legitimidad al resultado, se piden recuentos y se echa la culpa al sistema electoral (Clinton tuvo más votos que Trump) por su doble legitimidad (popular y estatal) y callando, torticeramente, que en California y Nueva Inglaterra o Nueva York, bastiones demócratas, muchos republicanos no votaron por saberse perdidos en su estado, así que para qué ir a votar en horario laboral. De guinda, vuelven con el rollo chantajista de independizar California, la misma farsa que aquí: “si no ganamos nosotros, independencia”. Padecemos la misma casta extractiva.
¿Ante tanta parcialidad de los grandes medios de comunicación globales, qué hacer entonces?, ¿cómo evaluar las posibilidades reflacionarias de Trump? Pues viéndonos los datos.
El déficit público
Que junto con el exterior forma los famosos déficits gemelos, vieja tarea pendiente de los estadounidenses. El déficit fiscal del Estado, de “lo público”, está en torno al 4% del PIB (línea morada, siguiente gráfica), mientras que el déficit del Gobierno Federal (línea azul, equivalente al Gobierno Central aquí), el que determinará directamente Trump, nunca pudieron bajarlo del 2%, ni siquiera en los mejores momentos del ciclo económico, estando hoy en torno al 2,3%.
El núcleo duro del equipo de Trump quiere gastar un billón (nuestro) de dólares en infraestructuras (un trillón de ellos), que son 250.000 millones por año de legislatura, pero eso lleva tiempo si se quiere hacer bien, no como el dispendio del paquete de estímulo de Obama (2009-2010). Esos 250 mil MM serían un déficit de casi 1,25% del PIB (según se haga) pero su virtud depende, más que del empleo de capacidades disponibles, de que esas infraestructuras creen economías externas, y ahí está el caso de Japón con sus dispendios y pork barrels.
Entre sus medidas impositivas está la rebaja del impuesto a corporaciones, cuyo efecto neto en los presupuestos no podemos calcular aquí, ya que depende de cómo el Congreso (que tiene mayoría republicana) trate las deducciones y de cómo se relocalicen los fondos en el extranjero, pero que seguramente producirá un déficit inicial adicional y mucho margen no hay, como veremos.
Luego está la rebaja fiscal a clases medias y bajas, que ciertamente aliviaría sus presupuestos pero que bien podría irse a inflar el alocado gasto sanitario (lo vimos), una partida que salta por escalones (ver siguiente gráfica) y que, con la reforma Obama – para el que tiene vigilante – ya podría ir por encima del 18% del PIB. Además, con la potencia que tiene la oferta, este dispendio es una anomalía totalmente absurda que podría llevarse por delante el orden establecido desde Roosevelt; cosas del Establishment que vampiriza a los ciudadanos.
Todo lo anterior debe enmarcarse dentro de un Estado muy endeudado (siguiente gráfica), que además, a diferencia del francés (¿enfoque Fillon?), tiene menos margen para recortes (que prometen) y privatizaciones, dada su menor participación del PIB.
El segundo de los déficit gemelos, línea roja de la primera gráfica, que aumentó mucho con la deslocalización de 1997 al 2006 y que tanto a dado que hablar con las diatribas de Trump contra China, Japón, México, Corea del Sur, etc. Hoy está en torno al 2,5% del PIB; incluyendo bienes y servicios son unos 467 mil millones de dólares.
Aquí haremos lo que haría Trump: ver quién ha sido. Según la oficina del Censo el déficit comercial, solo en bienes, en 2015 y en números redondos, ha sido: con China, 367 mil millones; con la UE, 156.000 MM (la “mitad”, 75.000 MM, con Alemania); con Japón, 69.000 MM; con Corea del Sur, 28.000 MM y con México, 61.000 MM. Solo para evitar distracciones, decir que con Arabia Saudita fueron solo 2.300 MM, pero allí el problema es otro: los gastos en la defensa de las petro-satrapías islámicas.
En esto el Presidente tienen bastante margen y no necesita al Congreso para, por ejemplo, declarar a China “manipulador cambiario”, lo cual le permitiría imponerle aranceles. Con otras naciones también puede intentar, y tienen toda su lógica, que gasten más en defensa y que le compren a Estados Unidos el armamento que necesitan; en este grupo entrarían claramente Japón, Corea y Alemania, junto con la UE. Lo que no entiendo es porqué no ha entrado en el tema de la piratería y robo de tecnología militar por parte de China, algo que también afecta a sus aliados, y que a Italia la ha machacado.
Más crecimiento y empleo
Los trabajadores del cinturón del óxido tienen clarísimo que teniendo ellos energía barata, con el mejor transporte (fluvial o lacustre), la proximidad de las materias primas y la mejor tecnología en su entorno, la única forma de que los chinos produzcan más barato es haciendo trampas a los “tratados” negociados por los Beltway bandits.
Más allá de que la economía americana está en fase de enfriamiento, de que el subidón en indicadores y en confianza de los consumidores ayude, o de que los gobiernos republicanos suelen tener más recesiones, en los primeros 100 días los representantes seguro harán, junto con el presidente dentro de sus promesas, una combinación de las anteriores políticas (y otras), para evitar que una recesión llegue a 2018, año de las elecciones de mitad de mandato.
Termino señalando que los nombramientos en el área de seguridad indican que se orientan hacia lo que llamamos en su momento “La nueva geopolítica” y que, el hasta ayer subestimado por los medios jefe de estrategia de su gabinete, Steve Bannon, sigue algo que hemos tratado aquí en extenso: la Teoría Generacional, de ahí que en su entorno se hagan referencias a Trump comparándolo con F. D. Roosevelt, lo cual, desde el punto de vista del cambio de Ciclo Generacional, es cierto; aunque también podría darse una regeneración fallida algo que dependerá, en buena medida, de su éxito económico. Y eso, manipulaciones mediáticas aparte, está al alcance de su mano.
© Luis Riestra Delgado, 28/11/2016. Publicado en Voz Pópuli el 30/11/2016.