Manuel Vega
La libertad, cuando se conquista, no es un destino al que pueda llegarse para después quedarse en él y confiar, una vez allí, en que nada ni nadie lo pueda alterar. En efecto, la Libertad no funciona así, no es algo estable, ni cuando se conquista por los oprimidos ni cuando se secuestra por los opresores.
Ni deben estar tranquilos quienes la retienen, ni relajados aquellos que la disfrutan, unos y otros deben estar observantes. Todos han de estar atentos, unos, los carceleros, a la rebeldía de los cautivos, a sus movimientos, a su ira, a su aguante. Otros, los oprimidos, han de observar la oportunidad, el momento de dar el paso, el momento de pasar a la acción.
Ahora tenemos la oportunidad, los que nos sabemos prisioneros, de romper esas cadenas, de aprovechar una de las pocas oportunidades que nos da la historia para redimir a esta Nación, para, no solo abstenerse sino además, explicarles a todos la gran farsa y estafa político económica de la que llevamos siendo objeto desde hace 40 años.
Los 40 anteriores eran más sinceros, pues aunque había opresión, al menos no había esa mentira, ese insulto diario.
¡Te domino porque tengo la fuerza y si te resistes te encarcelo y si te enfrentas te mato!
Esto, con ser horrible, era mucho más honesto y sincero que lo que existe hoy, donde se sigue teniendo la fuerza, donde se sigue aplastando a la resistencia sepultándola con represión, falsedad y propaganda y donde, llegado el caso, se ha llegado a matar y a enterrar en cal viva. Todo sumado al expolio de una Nación de la que muchos de sus ciudadanos reniegan del día en que nacieron en ella. Mal se halla un país para que su juventud vea en el extranjero no un afán de aventura sino un destino para escapar.
Despertemos y despertemos a los demás, digámosles que ni un voto más, que solo han de quedar en las urnas los posos de la ponzoña de quienes quieren y viven de una España envenenada. Un cadáver cuyo ataúd soportamos bajo nuestros hombros y que las plañideras insisten en pasear ante el mundo para vergüenza nuestra al permitirlo y suya al dirigirlo. En estas Votaciones generales se tiene una ocasión de oro para arrojar ese ataúd al foso, plañideras incluidas, decirles que se metan su parlamentarismo oligárquico por donde gusten y que nosotros no separamos la libertad de la vida.
La libertad no puede ser completa si no se extiende a todos y a cada uno. Quien se conforma con gozar de libertades o con dosificarlas a los demás se traiciona, primero a sí mismo, y luego al resto. A sí mismo porque pone precio a su dignidad, y al resto porque comercia con lo que no le pertenece, la libertad ajena. Ya están aquí las pseudoelecciónes generales, aprovechemos la ocasión de dejar esas urnas lo más vacías posible. Hagamos entre todos que el Estado de partidos sea un mal recuerdo, condenémosle a la desaparición.
Vamos hacia la República Constitucional, vamos a ser libres, distintos, unidos y dignos. Todo en una Nación, España, donde la Democracia será un hecho y la libertad política la atmósfera que nos permita respirar aire puro. Somos calidad frente a cantidad, ganemos a esa cantidad que es la mayoría, y seamos ambas cosas, seamos Nación y Democracia.
Como dice nuestro amigo y maestro D. Antonio García Trevijano y quienes estamos en el MCRC.
¡La libertad nos llama, solo tenemos que escucharla e ir hacia ella!.