A nadie se le ha ocurrido traer nuevos dioses que corrompan a la juventud como en los tiempos socráticos, bien podría ser este el caso del dios de la honestidad, por ejemplo. La clase política parece muy preocupada hoy por la juventud, por esos grupos de humanos “sin futuro” sin preparación y por lo que parece y a juzgar por el ejemplo que tenemos de nuestros dirigentes muy pronto serán, además, truhanes, por lo tanto, juventud sin valores. Yo tengo la esperanza de que entre las filas de la gente joven haya gente extraordinaria, gente leal a sus principios que generalmente serán los mismos que sus padres les habrán inculcado, tendrán motivos por los que luchar, gente a quien defender, profesiones por las que trabajar, puertas a las que llamar y mucho esfuerzo por hacer. De esto segura, pero también estoy segura que otros muchos continúan el ejemplo vivo de las huestes de incompetentes que con su vergonzante ejemplo han llenado de deshonestidad, han poblado de ladronzuelos todas las páginas de nuestra más reciente historia. En Europa ya es vox populi que en España todo el mundo trabaja en negro, osea que todo el mundo es corrupto, todas las clases sociales, empezando por la monarquía y siguiendo por los más obreros que si pueden también lo hacen so pretexto de que lo hacen lo más poderosos. Un horror. No es fácil establecer los límites y la perspectiva del autoengaño porque parece –esto es evidente- que el engañador tiene una visión completamente diferente del que es engañado. Con esto quiero decir que la corrupción del maletín y demás tan de moda entre los política, o la chapuza en negro, no tiene ningún límite establecido porque está por definición autojustificado si se compara con la visión que de estos hechos tienen algunos grupos de la población que sí son honestos y que no autojustifican ningún acto bárbaro.
Asistimos hoy, a la mayor caida posible de los grandes valores del ser humano en su ética, en su comportamiento y en su moral. ¿Esto por qué? Evidentemente por el ejemplo político. Ocioso es decir que gandul y político vienen a ser hoy día la misma cosa, triste es tener que llegar a esa conclusión o a ese lugar (fría cárcel tendría que ser y no es) donde ellos solitos se han colocado en amigable compañía. Es así y lo triste es que además les gusta. Vale.
La juventud contempla cómo todos, absolutamente todos los personajes públicos de nuestro país se han convertido en canívales, justificando de esta manera el robo, pecado bestial en cualquier religión y filosofía del que no ten salva ni San Pedro, y ahora relegado a categoría de torero, el robador es más chulo que nadie. Ahí tenemos a Urdangarín y toda su familia, sí toda, que ya se sabrá. Solo le falta calzarse manoletinas y llegar al juzgado a puerta gayola. También se peca por ocultar lo que se ve y lo que se sabe, ¡chavalín! Pero como ahora no pasa nada… Mentir es defraudar a los otros. ¿Usted dejaría a su hijo pequeño en manos de un ladrón o de un mentiroso? A que no. ¿Por qué tenemos que estar todos los demás en manos de los peores trapisondas que ha dado la historia, me pregunto yo? Acaso no tenemos los mismos derechos que el hijo pequeño de aquel? Por lo visto no. Nos engañan todos los días, nos mienten, nos hacen trampa, y claro las personas honestas nos damos cuenta de estas manipulaciones, nos queda el recurso del pataleo y esto es lo que venimos haciendo en este diario, decir la verdad. La juventud, debería de adorar al dios de la honestidad y no justificar nada que no se relacione con el buen hacer y con la verdad sobre todas las cosas porque de todas formas, todo se sabrá algún día y no hay nada más triste que engañarse a si mismo y a los demás. De todo lo que hagamos algún día nos pasarán factura.
Rosa Amor del Olmo