LUIS LÓPEZ SILVA.
Releyendo algunos textos sobre la crisis de las supuestas democracias actuales he intentado rescatar algunas notas sobre los incumplimientos de dichos sistemas políticos. He aquí estos:
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Los grupos y no los individuos, se han convertido en los sujetos políticos primordiales.
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La representación política no deja al representante la capacidad de decidir conforme a su juicio, convirtiéndolo en un autómata manejado por el partido. Los sistemas electorales no atienden la máxima de la representación directa.
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La democracia no ha alcanzado la identificación gobernantes-gobernados y ha reconstruido una élite de profesionales de la política.
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La democracia no ha conseguido llegar a ámbitos, en los cuales, se toman decisiones que afectan a toda la comunidad.
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La democracia no ha eliminado la opacidad del poder, el secreto de estado, el despacho burocratizado, los pasillos de poder, etc.
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La democracia no ha sido capaz de constituir y ejercer una verdadera división de poderes.
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La democracia no ha conseguido en su actual versión extender la virtud cívica o el amor a la cosa pública; en contra, ha crecido la apatía política, la dependencia clientelar entre los agentes sociales y la repugnante conexión consentida entre corruptor y corrupto.
Como se puede observar al leer estos puntos es que lo relevante de una verdadera democracia está totalmente ausente en los regímenes políticos al uso, lo que nos da un alcance bastante aproximado de lo desvirtuadas que se hallan las prácticas políticas que la partidocracia nos ha vendido durante décadas como elixir de la libertad. La historia de los partidos políticos revela una continua y oriunda manipulación de las conciencias sociales. Desde el tradicional partido de masas de origen estatal y fascista, pasando por los modernos partidos de electores y arribar en los actuales partidos- empresas, el estado de partidos ha traicionado reiteradamente a sus representantes bajo consignas de libertad, progreso, cohesión social y otra mucha propaganda huera que solo ha pretendido subyugar la conciencia cognoscente de los individuos para preservar intereses de clase, privilegios económicos y paradigmas ideológicos de las corporaciones políticas que copan el poder constituido.
La política del como si, esta que nos hace creer que estamos gobernado por un régimen trasparente y democrático, está basada en la teoría del conocimiento de filósofo Hans Vaihinger, en la cual, se nos dice que nuestro intelecto trabaja de preferencia con supuestos conscientemente falsos, con ficciones, pero que por ser éstos útiles y a veces vitales, nos sirven de placebo mental para seguir sobrellevando la realidad adversa. La verdad se convierte así en el error más adecuado. Este error adecuado, es en lo que se ha transformado la política partidista y sectaria de nuestro país, un auténtico lastre que a base de falsear los principios democráticos está erigiendo un régimen oligárquico extractivo que antes de exterminarse a sí mismo tendrá que esquilmar y arruinar a su único acreedor, la sociedad subyugada.
Este régimen de partidos es una amenaza para la libertad política colectiva, una termita que socava los cimientos de todo vestigio de democracia, depredadora de los recursos públicos y generadora de los fluidos corruptores que circulan por las arterias de Estado. Los casos de corrupción que fluyen a audiencia pública un día sí y otro también, son pruebas de cargo que manifiestan cuan corroído está el actual sistema orgánico de partidos; encima, para mayor estulticia e insulto a la poca honorabilidad que reposa en este país, nos enteramos de que PP-PSOE y los demás grupos parlamentarios, han constituido una comisión que pretende regular la financiación y transparencia de los partidos para poner coto a su auto-corrupción, es decir, los corruptos convertidos en adalides contra la corrupción. Una broma de mal gusto que terminará en un marco normativo que hará aún más inexpugnable los privilegios de la casta, o sea, normalizar el latrocinio de los usurpadores de los recursos públicos, estos mismos que transfieren dinero negro a cuentas opacas y facilitan ilícitamente adjudicaciones ventajosas para los amigotes empresarios que los financian y promocionan.