JOSE MARÍA DE LA RED.
Sin duda, en las recientes elecciones celebradas en Italia del 24 y 25 de febrero, los italianos han dejado volar su pensamiento.
Atormentados por el putrefacto hedor político que, desde que terminó la II Guerra Mundial, se vive en Italia; entonan una vez más el coro de Nabucco, un himno lleno de amargura y de lamento, con la recóndita esperanza de que a alguien le inspire esperanza.
Los resultados electorales no son consecuencia de una esquizofrénica mentalidad política de los italianos; son sus leyes electorales, esquizófrénicas y taimadas, las que producen esos efectos demoledores para un parlamentarismo decrépito y podrido.
La “partitocracia”, como dragón mal herido, expande su halitosis antes de rendirse a la muerte. Beppe Grillo y sus cinco estrellas quieren ser los oficiantes en su funeral, lo están siendo.
La “partitocracia” ni se reforma ni avanza hacia la democracia que secuestra. Se muere apestándo todo lo que la rodea.
Grillo ha puesto a la “partitocracia” ante el espejo de los italianos, para que la miren a la cara y la vean tal cual es, despojada de oropeles y artificios; y comprendan que ella es mal que la impostura de las oligarquías políticas y financieras les imponen. El mismo mal que devasta Italia, la oprime, y hace que la vida ya no sea “né bella né dolce”.
Si, derrumbarán el ágora donde la mentira habita y se enseñorea; el palacio donde que los “cavalieri” pernoctan con derecho de pernada, el mismo edificio que “vecchia sinistra” recorre sus fantasmales salones. Tras retirar los escombros el solar magnífico ofrecerá una oportunidad a la Libertad política, pero sólo una, o reeditará otra “marcia su Roma”.
“Oh Italia, si bella e perduta! Hoy has dejado volar tu pensamiento; que tu padecer te infunda virtud para que los italianos consigan finalmente sentir y conquistar la Democracia, para vivirla.