JAVIER TORROX.
Es trágico. Se abre el periódico cualquier día y los titulares son devastadores. Corrupción por doquier, ladrones de lo público hasta llevarnos a la quiebra y dispuestos a perpetuarse mientras no los expulsemos. ¿De dónde venimos para haber llegado hasta aquí? ¿Qué sendero retorcido y enemigo del hombre nos ha traído a este horror?
No se puede esperar decencia, honradez ni decoro de quienes detentan privilegios a costa de los perjudicados por esos privilegios, nosotros. Usted y yo. Y otros 47 millones de vecinos. Soportamos 40 años de dictadura y los que se llamaban paladines de la libertad y la democracia pactaron con el heredero del dictador. Y heredero a título de rey. Estos son los hechos y no son discutibles: un heredero que traiciona a quien le precede en el derecho a la corona -y que es su propio padre- y que acepta que un dictador le nombre rey de su movimiento nacionalista; unos partidos que traicionan todo lo que fueron y defendieron para malquistarse en el estado pactando con aquello contra lo luchaba su ideario.
Si esta España neofranquista está corrompida hasta el tuétano no es porque haya distraedores de lo público, que también. La corrupción nace a borbotones de las dos traiciones arriba descritas. Una vez superada la barrera moral de la traición, la permisividad anida en la conciencia. Es un buitre que se alimenta de la carroña moral y dotado de una astucia tal, que encuentra justificación a conductas que nadie daría por aceptables en su entorno familiar. Ese es el buitre que le susurra palabras a Rajoy cuando el presidente intenta convencernos de que él no coge sobres o de que no tiene más remedio que regalarnos con los impuestos más altos de Europa, el paro más alto y los salarios entre los más bajos.
Sólo dos explicaciones acierto a encontrarle a la conducta de Rajoy. Estamos en manos de un señor que es un inconsciente o un loco. ¿Usted qué cree?