ILLY NES.
Una vez tuve un enfrentamiento muy grave donde no quiso intervenir Trillo, ni el que era entonces su subsecretario de Estado. Fue con el hijo del teniente coronel Emilio Belloch, siendo él capitán del Arma de Ingenieros y profesor en la Academia General Militar. Un día me lo encontré por el Paseo de la Independencia de Zaragoza caminando con su mujer. Habíamos sido vecinos, teníamos buena relación, incluso en más de una ocasión yo había cuidado de sus hijos. Entonces ya había mantenido conversaciones con Santiago López Valdivielso, director de la Guardia Civil, y Emilio tenía conocimiento del proyecto de unas charlas sobre Información de la Homosexualidad que yo iba a impartir en las Academias de la Benemérita.
Emilio, sin mover una pestaña, me miró y dijo:
— A la Academia General Militar no iréis porque para ser militar hace falta ser un hombre.
— Para ser gay también, contesté.
— Vosotros sois enfermos y bla, bla, bla…
Le dije que tuviera cuidado con sus palabras porque él había jurado la Constitución. Y contestó que para él no había más Constitución que la que tenían él y su mujer en su casa. Éste ha sido quizás el roce más desagradable que he tenido con personal del Ejército. Llamé rápidamente al subsecretario de Defensa, López de Letona, el sobrinísimo, número dos de Trillo, y me dijo que aquello eran temas personales.
Yo me enfadé mucho, me preocupaba que el profesor de una Academia Militar que ya era comandante y con el que yo hacía aviones de aeromodelismo en su casa cuando se produjo el golpe de Estado del 23-F, estuviera formando a jóvenes homófobos. Por eso creo que la incorporación de la mujer en las Fuerzas Armadas ha sido vital. Tengo una gran amiga que es capitana del servicio jurídico como es Letizia Prieto, casada con un médico militar, Adolfo. Porque continúo teniendo amistades dentro del Ejército.