JESÚS MURCIEGO
Cuando Lula nombro a la nueva sucesora en el Partido de los Trabajadores, todos se las prometían muy felices, corría el 2009 y Brasil era un país que estaba de moda, su crecimiento se aceleraba y había conseguido la organización de los juegos olímpicos en Rio de Janeiro para 2016 y la Copa Mundial de la FIFA para 2014, y todo ello en medio de la gran crisis internacional que por el país sudamericano había pasado casi de refilón. Pero el incremento de los presupuestos y de obras faraónicas para dar cabida a estos eventos no supuso una reducción ni en la pésima gestión ni en la corrupción, siempre presente pero ahora más evidente que nunca gracias a los nuevos medios de comunicación y a las redes sociales, que desafían el férreo monopolio informativo de la Red Globo, único canal cuya señal puede ser sintoniza con calidad en todo el territorio nacional
La llama fue encendida por las leoninas condiciones impuestas por la FIFA para autorizar al país a organizar los juegos. Las autoridades brasileñas las adoptaron de buen grado, nunca se opusieron a que todos llevaran una parte del pastel. Pero el pueblo que pagaba ese festín, estallo en medio de la organización de la Copa Confederaciones, evento organizado justo un año antes de la Copa, y que tuvo lugar en julio de 2011, desatando una ola de protestas a nivel nacional, con batallas campales en las calles y jóvenes pidiendo menos inversiones en estadios sin utilidad después de la copa y más inversiones en salud y en educción. A pesar de todas estas protestas apenas tener éxito en conseguir la mudanza del gobierno, que se limito a acallar las protestas con algunas tímidas medidas de incremento del gasto publico. Tuvieron tanta repercusión internacional que evidenciaron la ruptura del paradigma de aceleración del crecimiento que hasta entonces se estaba produciendo desde la elección de Lula en 2004.
Visto desde fuera, Brasil dejo de ser ese paraíso tropical barato y tranquilo, grande y rico, donde cualquier inversión florecía dando grandes rendimientos, y comenzó a percibirse como un país en difícil equilibrio, en el que un gran crecimiento económico beneficia a pocos y puede romper ese débil equilibrio y provocar caos e inseguridad a niveles no vistos en Europa desde hace mucho tiempo. El fenómeno de las favelas durante estos años de bonanza no solo no ha disminuido sino que se ha propagado por otras capitales del país, donde ya es raro ver una ciudad grande si una o varias favelas, siendo algunas como la Rocinha, de Rio de Janeiro pobladas por más de 400 mil personas, y actualmente se encuentra “pacifica” y vigilada de arriba a abajo por decenas de policías. Ahora se han convertido en un lugar turístico para los extranjeros curiosear, y lo que era antes una autentica zona de guerra, con su jerarquía paramilitarizada y hasta patrón, prohibida para cualquier desconocido, ahora es un entrañable barrio con grandes vistas de la ciudad.
Desde aquel mes de Julio del 2011, uno de los mayores indicadores de la economía, como es la cotización de la divisa, no ha parado de bajar. El real que se llego a cambiar a 1,7 por dólar, se cotiza hoy a 2,4 por dólar y la economía nacional acabo de entrar el mes pasado en recesión. En un contexto internacional mucho más desfavorable que en el 2007 cuando consiguió escapar de la crisis gracias también a la ayuda de China. A pesar de estas inquietantes noticias económicas, la realidad del país se ha centrado durante este año en el deporte del balompié. Casi una religión aquí, y una buena escusa para rellenar minutos del canal de televisión Globo, mañana tarde y noche. Fue el banderín de enganche perfecto para el gobierno aumentar su popularidad y en ese ambiente de euforia casi fanática conseguir ganar las elecciones de Octubre para continuar con los mismos niveles de corrupción. En Brasil la percepción era que “Si la Selección gana la Copa, el gobierno sale reelegido en las elecciones”.
Sin embargo, a día de hoy, las elecciones están muy lejos de poder considerarse decididas. El segundo y tercer candidato, se han unido en un bloque anti PT, y están consiguiendo dar un vuelco a las encuestas y poner contra las cuerdas la hegemonía de la Presidente, que hasta hace poco se las daba muy seguras.
No está claro el resultado aun, pero los mercados internacionales han revalorizado el real en estas últimas jornadas bursátiles, lo que implica la clara a apuesta de los inversores mundiales por el candidato Neves y de su desconfianza ante la deriva bolivariana del partido de los Trabajadores.
En cuanto al escenario que va a encarar la persona elegida para dirigir el destino del país durante los próximos cuatro años, una cosa es segura: no va a tener un entorno económico positivo ni favorable, aun así, va a tener el honor de ser la sede de los juegos olímpicos de 2016 en Rio de Janeiro, una nueva oportunidad de mostrar al mundo la capacidad del gigante sudamericano.
MCRC Brasil.
Movimiento Ciudadano hacia la Republica Constitucional.