La noticia es que el alcalde de Cartagena amenaza con dejar Murcia si no les dejan ser provincia. Cuando el alcalde de Villadiego haga lo propio con Burgos, se habrá completado el “mapa federal” de España diseñado por el Estado de Partidos que nos desangra.
Ninguno de sus diseñadores conoce el significado de “lo federal”, pero intuyen que con eso pueden extraer más dinero del contribuyente, que es de lo que se trata, y lo defienden como fieras, desde el socialismo obispal de Borrell, el del “modelo federal de país sin connivencias soberanistas” (átenme esa mosca por el rabo), hasta el centrismo panoli de Rivera, el nadador de la insultante juventud y los trajes de tres piezas, dos cosas al estilo de un ministro secretario general del Movimiento que lo hacen parecer, en el tiempo, el abuelo de Pablemos, el de la “plurinacionalidad del Estado”, a quien llama “capullo” y “gilipollas”, algo que Suárez, el del “café para todos” (tenía que acabar dando nombre a un aeropuerto), nunca hubiera llamado a Carrillo, el del “ruido de sables”, que así, frasecilla a frasecilla, es como hemos llegado a la España federal que soluciona el problema del Condado de Treviño, que se convierte en Estado Libre Asociado, fruto del diálogo de la derecha parlante (hablar por hablar), pero con su Derecho A Decidir, que es el derecho que la Onu reconoce a las colonias.
Con los prosistas cipotudos desplazando a Hobbes y Bodin de la Mesa de Diálogo, todos los Estados de España tienen, con su derecho de autodeterminación, consideración de ex colonia, de manera que, parafraseando al anarquista que decía que la Historia era una p… y los episodios sus clientes, podría decirse que la Nación es lo que era la Historia, y lo que eran sus episodios, sus Estados.
Son caros, los estadistas: nos van a poner a todos a recoger cartones por la calle, pero lo que nos van a divertir con sus arbitrios y disparates no nos lo quitará nadie.
Pero, primero, terceras elecciones.