PEDRO M. GONZÁLEZ
Pascual Sala ha fichado por el despacho de Roca, el abogado de la Infanta Cristina. Broche de oro para una carrera de iniquidad.
Uno de los más bochornosos episodios de la historia judicial patria fue el protagonizado por el entonces Presidente del Tribunal Supremo (TS) negándose a traer su presencia a Felipe González con la excusa de no estigmatizarle socialmente. Aquella actuación le valió a Sala la calificación por García-Trevijano, negro sobre blanco, de “Lord Protector del Crimen”. No hubo ni querella, ni siquiera la habitual reprimenda del Consejo General del Poder Judicial para D. Antonio ante la conciencia vergonzante de la barrabasada que se había perpetrado.
Luego Don Pascualone pasó del TS a señorear el Tribunal Constitucional (TC). Era el premio a toda a una carrera de servicios prestados que antes de aquel hito histórico en las vergüenzas de nuestra Justicia ya se habían acreditado en el Tribunal de Cuentas, dando el espaldarazo a la forma y proceso de expropiación de RUMASA o que en residencia al fin del TC, consiguiera evitar que los Albertos ingresaran en prisión tras estafar a los accionistas de sus empresas.
Finalmente resultó ineludible fue que González declarara como testigo, lo que está aún por ver es si la Infanta estará a lo largo de todo el proceso en el banquillo de los acusados ante la previsible alegación como cuestión previa de una retorcida interpretación de la llamada “Doctrina Botín”.
Lo que no se podía ver ni entonces y quieren evitar ahora es la imagen de los ilustres declarantes, ni la del que fuera Presidente ni la de la Borbona. Al fotógrafo de EL MUNDO le costó la imposición de una multa retratar a González saliendo del Tribunal tras finalizar su deposición. La sanción fue impuesta por otro grande entre los grandes de la nefasta historia judicial española, Jiménez Villarejo El Viejo (luego podemita), aunque luego el propio Supremo la revocara más tarde por vía de recurso.