El despliegue inmediato de una agrupación naval permanente de la OTAN, la Standing Nato Maritime Group 2 (SNMG2)[i] en el Mar Egeo, así como el próximo despliegue de aviones de alerta temprana (AWACS) para apoyo en la zona cercana a Siria y la vigilancia de la frontera terrestre de Turquía con ese país ha cogido por sorpresa a algunos, que si bien esperábamos que la OTAN se involucrara en el conflicto armado sirio, no de esta manera precisamente.
Las declaraciones del Secretario General de la OTAN centran la misión de la SNMG2 desplegada en el Mar Egeo en labores de reconocimiento, seguimiento y vigilancia para prevenir el tráfico ilícito de refugiados a través del Mar Egeo, en cooperación con las autoridades griegas y turcas. Además, la agrupación naval cooperará con la agencia europea de control de fronteras FRONTEX. De este modo, se pretende que la OTAN contribuya a contrarrestar el tráfico de seres humanos y las redes criminales que se dedican a este fin. Algo que se sitúa fuera de los ámbitos de la defensa colectiva y la seguridad cooperativa, que definen el campo de actividad de esta organización internacional.
Este paso, de gran calado político y probable escasa repercusión práctica, suscita algunos interrogantes y desafíos. Al mismo tiempo, también pone sobre el tapete cuestiones de mayor altura, como la seguridad en el Mediterráneo y los actores que deberían ser protagonistas en este campo: los países ribereños.
Nadie duda de que el no atajar las raíces de los conflictos únicamente nos lleva a sufrir sus consecuencias. La crisis de los refugiados tiene su origen en un conflicto armado que dejó de ser interno, estrictamente hablando, al poco de su inicio, y supone una amenaza a la seguridad más allá de las propias fronteras sirias, y, en ese sentido, en rigor, la crisis de los refugiados también es una amenaza a la seguridad. Evidentemente, es una amenaza a la seguridad humana, empezando por la de los propios refugiados, pero también, y esto es innegable, a la seguridad de los países europeos afectados, principalmente Alemania. ¿Por qué si no ha sido precisamente la Sra. Merkel la precursora de la involucración de la OTAN?
Sin embargo, los interrogantes y desafíos afloran inmediatamente cuando se considera el área geográfica del despliegue: el Mar Egeo.
Por un lado, se trata de un espacio en continua disputa entre los países limítrofes, Turquía y Grecia, con agresiones mutuas y acusaciones de violación del mar y el espacio aéreo territorial a diario. Turquía no reconoce una parte considerable del territorio griego en el Mar Egeo, y esto se extiende a aspectos tan esenciales para la protección de la vida humana, como las zonas de responsabilidad SAR, que tiene una relación directa con los naufragios de los refugiados en la mar.
Y, por otro lado, los eventos de inseguridad marítima, y el tráfico de seres humanos en la mar lo es sin duda, tienen su origen en tierra. Efectivamente, los criminales no residen en los mares y océanos sino en la costa, o tierra adentro. La pregunta de dónde están basadas las redes criminales de tráfico de seres humanos en el Mar Egeo se torna ofensivamente retórica: las mafias están basadas en la costa turca, y los refugiados transitan desde la frontera entre Siria y Turquía hasta las costas turcas del Mar Egeo.
Esta realidad, junto con las disputas territoriales que originan un estado de hostilidad permanente entre Turquía y Grecia, dibuja el panorama que tiene que afrontar la SNMG2 en el Mar Egeo. El principal interrogante es cuál será el aporte real de esta agrupación para paliar el tráfico de seres humanos y la lucha contra las mafias que se dedican a esta horrible actividad. En mi opinión, el aporte será nulo o prácticamente nulo.
El papel de Turquía sigue siendo oscuro. Tanto en el control de la delincuencia en su propio territorio, como en su política con respecto a Siria, marcada por su alineación con una de las partes en conflicto y sus actividades contra otras partes, como los kurdos o el propio gobierno sirio.
La OTAN debería haberse visto involucrada en la acción sobre la raíz del conflicto y no, a destiempo, en la ineficaz acción contra sus consecuencias, mientras que sigue jugando a la guerra fría con una ingente cantidad de medios asignados a este juego.
Podría haber existido un marco jurídico, el artículo 5 del Tratado de Washington, tras los ataques terroristas de París, pero Francia prefirió jugar su papel de suficiencia, dejando a Rusia como el actor más importante sobre el terreno, que apoya a una parte en el conflicto armado, lo que conduce al final de éste por aniquilamiento del adversario. Esto es la causa de la terrible tragedia humanitaria que se está produciendo, y, sobre todo, que esta se haya prolongado en el tiempo.
Mientras tanto, otra de las agrupaciones navales permanentes de la OTAN, la SNMG1, atraca en Amsterdam, según la página web de la OTAN, bajo mando de un Almirante español y con la fragata de la Armada Española “Álvaro de Bazán”, una de las mejores del mundo, como buque insignia. Bastante lejos de la zona de crisis.
La OTAN reacciona a destiempo, totalmente desubicada en lugar y en función (sus unidades navales no son una guardia costera), y España y los países ribereños del Mediterráneo deben revisar sus prioridades en seguridad y defensa, así como la asignación de sus recursos, que deben enfocarse más hacia sus propios intereses.
[i] En español, Agrupación Naval Permanente de la OTAN 2. La OTAN cuenta con dos agrupaciones navales permanentes y otras dos agrupaciones navales de medidas contraminas. Las cuatro agrupaciones tienen un mando que sigue un turno rotatorio en la nacionalidad de sus comandantes, y las unidades que las componen son contribuciones temporales de los Estados miembro de la OTAN.