JORGE SÁNCHEZ DE CASTRO.
La declaración judicial del poco excelente señor Diego Torres, testaferro del Excelentísimo Señor Dº Iñaki Urdangarín Liebaert, Duque consorte de Palma de Mallorca, ante el Juzgado de Instrucción nº 3 de la misma ciudad, retransmitida en tiempo real por los medios de comunicación de todo el país (inconfundible denominación de origen “Marca España”), ha supuesto un antes y un después en el escasamente honorable empleo de testaferro.
El oficio de testaferro, persona que suplanta o encubre a otra a la que presta su identidad, literalmente “cabeza de hierro” en italiano, y “títere” o “tonto útil” en román paladino, no deja de ser una mala forma de ganarse la vida, casi tan mala como la de ser Duque consorte de Palma de Mallorca.
Lo que no había sido hasta la aparición del señor Torres es una pésima forma de malgastarla, de perderla.
En Marzo de 2012 publiqué un artículo donde teorizaba sobre el affaire Urdangarín y lo calificaba como un ajuste de cuentas del heredero al trono a su cuñado a raíz de la reciente fortuna del ennoblecido balonmanista gracias a sus mañas de birlibirloque.
Pero hete aquí que en el rifirrafe entra en escena el testaferro (“pero dónde vas, que te vas a matar” le habrían advertido en su pueblo si lo frecuentara, pero claro, el señor Torres no veranea en ningún pueblo, pues como buen advenedizo, él, en todo caso, practicaría “turismo rural”).
Sea como fuere, el “tonto útil”, en una prueba más de que lo que nos falta son buenos profesionales, quiso dejar de serlo para convertirse en “el listo”, sin más, cuando precisamente lo que sobra en “Marca España” son listos.
Para ello no se le ocurrió otra cosa que romper el contrato por el cual recibía indecentes beneficios a cambio de poner la cara por el ex Excelentísimo hasta que se la partieran si fuera menester.
Tuvo que haberse fijado en un Grande de España, el difunto Dº Manuel Prado y Colón de Carvajal, condenado a dos años de prisión en el caso “Wardbase” por dicen que haberse apoderado de forma ilícita de doce millones de euros.
Dº Manuel asumió sus culpas y las de algún otro, dejando con ello impoluto su nombre y el de su familia, como acredita su hijo, el grandísimo Borja Prado Eulate que ejerce de Presidente de Endesa y miembro de la Trilateral.
Pero no, nuestro Torres tenía que ser “el listo” y qué otra manera de probarlo que chantajear a la Casa Real como medio de obtener la absolución de su más que probable, pero con total seguridad ridícula, condena.
“Sí que soy listo” tuvo que pensar el “tonto útil”.
Pensó que si forzaba la imputación de la Infanta su estrategia tendría éxito.
Ni por un momento cayó en la cuenta que para las Casas Reales lo importante es la Casa no los muebles, por muy Infantas que sean.
Si París bien vale una misa, ¿no cree el señor Torres que un país entero, aunque se llame “Marca España”, bien vale una Infanta?.