IGNACIO ALCARAZ CÁNOVAS.
Manuel Riera Clavillé, militante republicano, escritor y profesor de Universidad, ha participado en las actividades del gobierno republicano en el exilio, y después de la muerte del general Franco se ha significado por su acendrado amor a la República, plasmado en el libro Exilio y retorno de un Republicano. En 1980, presentó un Himno a la III República, ambicioso proyecto musical, compuesto por Myriam Peix, sobre música del coral de la Cantata B.W.V. 137 de Juan Sebastian Bach. La letra del propio Manuel Riera, es la siguiente:
«España resistió el dolor de la Dictadura.
El pueblo decidió el final de su desventura.
Se levantó y en la paz rescató su corazón republicano.
Un canto se oyó, expresión de su alegría;
el sol resplandeció celebrando la maravilla.
Y flameó la bandera triunfal roja, amarilla, morada.
Deseamos la paz a los que nos agredieron.
Nuestras armas de luz son las que por fin vencieron.
Son Libertad, Igualdad, Fraternidad: El ideal republicano.»
En la zona republicana, durante la guerra civil, se escuchaban en las ceremonias públicas, con el saludo del puño en alto, el himno de Riego, y a continuación el himno revolucionario «La Internacional». (La Internacional, original de P. Degeyter es, aún hoy, el himno de los partidos socialistas y comunistas). En Cataluña era preceptivo «Els Segadors» y en el País Vasco, el «Gernikako arbola», ambos con carácter de himnos oficiales.
En la llamada zona franquista, el decreto de 27 de enero de 1937 decretó en su artículo Primero que quedaba «declarado Himno Nacional el que lo fue hasta el 14 de abril de 1931, conocido por «Marcha Granadera», que se titulará Himno Nacional, y que será ejecutado en los actos oficiales, tributándose la solemnidad y acatamiento y respeto que el culto a la Patria requiere», El artículo Segundo determinaba que «se declaran cantos nacionales y serán acogidos con la consideración, respeto y alta estima que la gloriosa campada ha consagrado, los himnos de Falange Española, de Oriamendi y de la Legión, debiendo en los actos oficiales que se toquen ser escuchados en pie, como homenaje a la Patria y en recuerdo a los gloriosos españoles caídos por ella en la Cruzada.»
La Marcha granadera carece de letra oficial reconocida y aunque esta tarea se encomendó a poetas como Eduardo Marquina y José María Pemán, ninguno de tales intentos logró sacarla adelante. Sin embargo, los presos de las cárceles franquistas fueron siempre, obligados a cantar, después de los cuatro recuentos diarios, el Oriamendi, el Cara al Sol y la Marcha Real, esta última según la letra de José María Pemán.
Recientemente se ha promovido un nuevo concurso para establecer con carácter definitivo la letra del himno en cuestión, sin que el mismo haya dado ningún resultado positivo.