IGNACIO ALCARAZ CÁNOVAS.
Alfonso XII dispuso en agosto de 1908 que las bandas militares ejecutasen la Marcha Real Española (adaptación de la Marcha de Granaderos) y la llamada de Infantes (ya citada), ordenadas por Bartolomé Pérez Casas, arreglista de las partituras, que pertenecía al Real Cuerpo de Guardias Alabarderos. Pérez Casas cuidó de registrar su trabajo conforme a la ley de Propiedad intelectual por lo que, con sorna, se le llamó el «Himno Privado Nacional», pues su interpretación generaba derechos de autor a los herederos del adaptador. Hasta 1997 no pasará el Himno Nacional español a manos del Estado, cuando por Real Decreto se adquirieron los derechos de explotación.
Rafael del Riego y Núñez (1785-1823), nació en Asturias, y después de estudiar en Oviedo llega a Madrid para ingresar en la Compañía de los Guardias de Corps. En abril de 1808 fue detenido por los franceses de Murat y encarcelado. Una vez liberado, luchó contra éstos en la batalla de Espinosa de los Monteros, donde fue hecho de nuevo prisionero. Finalmente, después de errar por cárceles extranjeras, volvió a España para jurar la Constitución ante el general Lacy. El 1 de enero de 1820 se produjo su sublevación en la que Riego proclamó por su cuenta la constitución de 1812, abolida por Fernando VII. Este, acosado por los acontecimientos, acabó firmando el Manifiesto a la Nación Española, que concluía: «Marchemos todos, y Yo el primero, por la senda constitucional».
En marzo de 1922 Riego es elegido, presidente de las Cortes, las cuales después declararon el Himno de Riego, Himno nacional. Cuando al año siguiente invade España el Ejército francés de los Cien mil hijos de San Luis, Riego termina detenido y condenado a la horca y descuartizamiento posterior, siendo ejecutado en la Plaza de la Cebada de Madrid.
El Himno de Riego también fue suprimido, después de haber sido cantado no sólo por los liberales y republicanos, sino por el propio Rey borbónico, el felón Fernando VII, que lo hizo desde uno de los balcones del Palacio Real, ante una multitud que coreó todas sus estrofas.
El Himno de Riego fue el himno de las tropas liberales de la 1ª Guerra Carlista, y se convirtió más tarde en el Himno de todas las revoluciones españolas del siglo XIX. La letra del mismo ha sufrido numerosas vicisitudes desde su nacimiento, a diferencia de otros himnos, como “La Marsellesa”, que sigue su marcha sin cambiar un ápice del texto primitivo.
Con el advenimiento de la II República el 14 de abril de 1931, se restableció, con la aprobación de Manuel Azaña, el himno de Riego como Himno Nacional, y se mantuvo vigente a lo largo de la guerra civil en toda la zona republicana. En la noche del 27 de abril se interpretó en el Ateneo de Madrid una composición original de Oscar Esplá, con letra de Antonio Machado, con el propósito de sustituir al Himno de Riego, considerado por algunos intelectuales (como Baroja), carente de relación, exacta o aproximada, con el nuevo proyecto político. La República, se decía, no era heredera de los hijos del liberalismo (Mina, Riego, etc.,), sino más bien obra de los hijos espirituales de Salmerón, Pí y Maragall y Ruiz Zorrilla. Se llegó a decir que «hay que reconocer que oficial y popularmente, no tiene letra». El propósito no tuvo éxito y el Himno siguió contra viento y marea.
En plena guerra civil, 1938, se produjo otra nueva tentativa de sustitución del Himno de Riego. Un compositor de origen ruso, Lan Adomian llegó a España como brigadista de la Lincoln, aunque fue declarado inútil por enfermedad pulmonar y destinado a Valencia. Después de la guerra se exilió a México, donde murió en 1979. Adomian compuso en septiembre de aquel año varias canciones de lucha, bajo el título global de «Cien canciones de guerra», algunas sobre poemas de Pla y Beltrán y otros tantos de Miguel Hernández. Entre estos últimos, el llamado «Nuevo Himno de la República Española». Dados los momentos cruciales de la guerra civil, el Himno pudo considerarse nonato, aunque años más tarde, gracias al arreglo musical para banda y orquesta del compositor alicantino Víctor Pérez San Roque, ha podido ser escuchado en la Sala Gran Teatro de Elche, bajo el patrocinio del Centro Hernandiano de Estudios de Investigaciones del Ayuntamiento de esta Ciudad. La letra del Himno, original de Miguel Hernández, adaptada por Margarita Nelken, es la siguiente:
La libertad nos ha dado su aliento.
La independencia y el pueblo, su hogar.
En el combate por un mundo hermoso,
nos dan coraje la tierra y el mar.
¡En pie, República Española, con decisión!
¡En pie, con alma y vida, frente al felón!
¡A España la salvarán sus hijos con tesón!
Patria de mi vida, tierra de mi corazón,
Al otro lado del fuego y el odio,
el Porvenir nos requiere de amor.
En el futuro seremos hermanos,
Con la victoria y los brazos en flor.
Se apagarán en la paz los fusiles,
madura el campo feliz de rumor.
Y, en donde entremos,
talleres fecundos,
habrán de entrar la alegría y el sol.»