IGNACIO ALCARAZ CÁNOVAS.
Una bandera es un trozo de tela, de forma generalmente rectangular unida a un asta, y al que los súbditos de un país atribuyen el carácter de insignia o símbolo emblemático de la Nación. Con anterioridad al siglo XIX, las banderas representaban el carácter militar de un conjunto de soldados al servicio de una causa determinada. Así, en España, la bandera era blanca, con flores de lis, que representaba a la Casa de Borbón. Como en Francia reinaba la misma dinastía, y utilizaba los mismos colores, Carlos III decidió, para evitar posibles confusiones, establecer una nueva con los de su antiguo reino (Nápoles), constituida por barras rojas sobre fondo amarillo, los de Aragón y Cataluña, introducidos a su vez por Alfonso el Magnánimo. Más tarde, tomada únicamente en su mitad, dio lugar a la de las dos franjas, rojo, amarillo y rojo, con el escudo de España en el centro.
El uso de la insignia se limita en un principio a las naves para distinguir las españolas de las de otras naciones de dominio británico que la usaban blancas o con franjas azul celeste. Al fundirse Aragón y Castilla en el siglo XV los colores de la primera eran rojo y amarillo y los de Castilla también, con un león amarillo sobre fondo rojo. Para evitar la confusión, la representación más simbólica de Castilla fue el color morado.
La bandera bicolor ondeó en nuestras posesiones de América, si bien fue arriada numerosas veces, conforme se fueron perdiendo las colonias en todo el continente americano. En el primer cuarto del siglo XIX la enseña existía solamente en las Islas de Caribe y Filipinas, hasta que después de la Restauración Borbónica (Pavía), en 1898, por acuerdo con los Estados Unidos, España entregó Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Los antiguos territorios se convirtieron, sin excepción, en Repúblicas, cambiando la bandera española, por las suyas propias. Este fenómeno se ha repetido asimismo durante la dictadura franquista, con la pérdida de los últimos restos o jirones del antiguo Imperio Español (Guinea, lfni, Sáhara Occidental y el específico de la zona de Protectorado español en Marruecos).
Desde Carlos II, la bandera bicolor generalizó su uso para todos los cuerpos armados, tanto de mar como de tierra, mientras que los liberales de Cádiz la asumieron como símbolo nacional frente a los absolutistas de Fernando VII. Bajo el reinado de Isabel II se extendió el empleo de la bandera bicolor al Ejército de Tierra, disponiéndose la sustitución de todas las enseñas de éste por otras nuevas rojigualdas. Esta bandera fue la empleada por el Ejército de África en la guerra contra Marruecos de 1860. La I República no llegó a tocar el tema de la bandera, en el corto lapso de su duración. Sí se dispuso la supresión de todos los símbolos reales de los escudos, corona y lises, y aunque pretendió adoptar una bandera roja, blanca y azul, la idea no prosperó.
Durante el Gobierno provisional (1868-1871), se dispuso que el escudo reemplazara la corona real por otro mural, que se añadiesen a sus dos lados las columnas de Hércules, y que el cuartelado fuese de Castilla, León, Navarra y Aragón. Amadeo de Saboya volvió al modelo anterior, pero el escusón central de las lises se sustituyó por otro de la casa de Saboya, rojo con una cruz blanca. En cualquier caso, la bicolor continuó utilizándose en este período, incluso durante la Primera República y en la breve Dictadura del Duque de la Torre, general Francisco Serrano.
El 14 de abril de 1931 se instauró en España la II República, y, de forma espontánea, la bandera utilizada por los republicanos fue la tricolor, roja, amarilla y morada. Los gobernantes no la impusieron, sino que su instalación surgió del propio pueblo español que veía en el morado el color de Castilla, que representaba a los Comuneros de Castilla, aunque como se ha advertido en otras ocasiones, el pendón de éstos era de color carmesí, un grana muy vivo. Siempre se atribuyó este distintivo morado al Pendón de Castilla, enarbolado en las Navas de Tolosa por Alfonso VIII, rey de Castilla. La Constitución de 1931 sancionó estos colores, si bien fue oficialmente adoptada el 27 de abril, y descrita el 6 de mayo siguiente con carácter general para el Ejército, con el escudo adoptado en 1868 por el Gobierno provisional, durante la revolución que derribó a Isabel II.
La primera bandera tricolor fue izada en la Universidad de Barcelona por los estudiantes a las 11 de la mañana del 14 de abril. La segunda por los funcionarios de Correos y Telégrafos, en el Palacio de Comunicaciones de Madrid. Sin embargo, la primera noticia que llegó a la prensa sobre su aparición en público fue en Eibar, en Guipúzcoa. En el Protectorado de Marruecos la bandera tricolor ondeó en la Alta Comisarla de Tetuán el mismo 14 de abril, aportada por republicanos de la localidad. Aun cuando la banda morada ya había sido consensuada antes de la proclamación de la República, el protagonismo de su inserción corresponde al alcalde de Jaca, que lo hizo en homenaje al levantamiento de los Comuneros de Castilla contra el poder del emperador Carlos V, así como de sus inexpertos consejeros.
Durante la guerra civil (1936-1939), la bandera dejó de utilizarse por los regimientos del Ejército, al decretarse, por decisión gubernamental, el licenciamiento de toda la tropa. Los numerosos cuerpos de milicias, constituidos espontáneamente en su mayoría por los partidos políticos, adoptaron generalmente banderas rojas o rojinegras, si se trataba de los anarquistas. Las Brigadas Internacionales utilizaron inicialmente lemas escritos en sus lenguas de procedencia. Finalmente, en aras de la unidad militar y política, se volvió a la bandera tricolor.
Por lo que respecta al mal llamado Bando Nacional (los generales rebelados contra el gobierno legítimo de España), el 27 de agosto de 1936, la Junta de Defensa Nacional, con la firma de Miguel Cabanellas, restableció oficialmente el uso de la bandera bicolor, medida ampliada el 19 de septiembre siguiente por otra en la que se indicaba que la bandera sería la rojigualda anterior a 1931, con el escudo actual en su centro (el republicano). En cuanto a las milicias de Falange y Requetés, usaron siempre sus propias banderas, rojinegras en el primer caso, y la bicolor en el segundo, cargadas siempre de imágenes religiosas y escudos reales, o blancas, con las cruces aspadas del carlismo.
El 2 de febrero de 1938, el escudo central fue sustituido por el de los Reyes Católicos, es decir, el mismo republicano, pero timbrado por corona real abierta y colocado sobre el pecho del águila negra de San Juan.
Con anterioridad a esta reglamentación, el 15 de agosto de 1936, el general Franco, junto a los generales Queipo de Llano y Millán Astray, con el Cardenal Ilundain, arriaron la bandera republicana e izaron la bicolor en el balcón central del Ayuntamiento de Sevilla. El ABC local, del día siguiente, manifestó que «al izarse la bandera española en el balcón central del Ayuntamiento, el entusiasmo de la multitud fue indescriptible, coreando frenéticamente los vivas a España». Cuando Franco se instaló en Sevilla, ya pensó en el restablecimiento de la bandera, «ante la Virgen de los Reyes». Para ello, la Virgen fue obligada a dar una procesión extraordinaria, saliéndose de su recorrido habitual y yendo hasta la Plaza Nueva para que la ceremonia coincidiera con el izado en el balcón del Ayuntamiento.
La Constitución española de 31 de octubre de 1978 prevé en su artículo Cuarto que la bandera de España está formada por franjas horizontales, roja, amarilla y roja, siendo la amarilla de doble anchura que cada una de las rojas. Asimismo, «los estatutos (de las Comunidades autónomas) podrán reconocer banderas y enseñas propias de las mismas. Éstas se utilizarán junto a la bandera de España en sus edificios públicos y actos oficiales». La bandera tricolor es tácitamente autorizada, como expresión de sentimientos republicanos, por lo que no es extraño que en los actos públicos ondee con profusión. Como decía Santiago Estecha Fernández, «lo único que diferencia a la bandera que fue enseña nacional de España durante los años 1931 a 1939, de la que actualmente representa a nuestro país es la franja morada, color que en absoluto puede sernos ajeno, pues es el que corresponde a la enseña de Castilla, como ente histórico alrededor del cual se formó la nacionalidad española.