PACO BONO SANZ
“Buenos días, aunque para mí sea tal vez el peor de los últimos 40 años. Hoy es el primer domingo en casi cuatro décadas en el que no puedo escribir en ningún periódico” (primer párrafo de un mensaje de Pedro J. Ramírez, publicado Domingo 16 de noviembre a las 8:29 en su página personal de Facebook).
“Por eso yo pido a la opinión pública en general y a los lectores de El Mundo en particular que secunden mi petición de que #unadedos: o Casimiro me permite volver a escribir en El Mundo o Galiano me permite hacerlo en el periódico que yo quiera”.
“Hay en juego valores constitucionales que no afectan a una sola persona sino al conjunto de la sociedad y a la calidad de nuestra democracia. Gracias a todos por vuestras muestras de apoyo” (últimos dos párrafos del mismo mensaje).
Bienvenido al ostracismo Don Pedro J. Ramírez. Ahora comprenderá un poco mejor a Don Antonio García-Trevijano; ¿lo recuerda? Fue quien dirigió la oposición contra Franco, quien fundó y dirigió a la Junta Democrática y coordinó a la Platajunta, quien fue perseguido por el franquismo, dos veces mandado asesinar por el Consejo de Ministros de Franco, quien fue encarcelado por motivos políticos a la muerte del dictador (Fraga lo mantuvo en prisión durante cuatro meses en 1976, mientras se preparaba en la sombra la reforma política del régimen), quien ha sufrido palizas, difamaciones y la traición de aquellos que decían luchar a su lado por una misma causa: la libertad política.
Arrieros somos, arrieros seremos y por el camino nos encontraremos. No crea que me alegro de su situación. Si bien es cierto que usted ha hecho mucho contra la corrupción, no es menos cierto que el origen de su problema se halla en el último párrafo de su mensaje. No está en juego ningún valor constitucional. Porque una constitución no debe contener valores ni definiciones, sino que deber garantizar el derecho de uno frente a todos, lo que sólo se consigue con la separación de raíz de los poderes del Estado. En España no hay derechos constitucionales porque formalmente no hay constitución. “Una sociedad cuya garantía de derechos no está asegurada, ni la separación de poderes determinada, no tiene constitución” (Declaración de derechos del hombre y del ciudadano, Asamblea Nacional Constituyente francesa, 1789). Si no hubo ruptura democrática, ni por lo tanto, libertad constituyente, que es fundamento de la libertad individual; si la constitución se pactó con el consenso político, que supuso la renuncia a sus ideales por parte de todos los partidos que hasta entonces habían opositado contra el franquismo, a cambio de pisar la alfombra roja del poder; si este régimen se constituyó con la traición y la corrupción, si no hay libertad política colectiva, si no hay constitución, no puede haber democracia.
El régimen de poder que quedó instaurado en España en 1978 se llama Estado de partidos. Los partidos son órganos del Estado, son pagados por el Estado y su poder no tiene límites dentro del Estado. La Nación quedó sometida al Estado, cuyo poder es incontrolable, al igual que ocurría bajo Franco. El consenso es el pensamiento único dentro del Estado, pactado por unos partidos estatales que a su vez están sometidos por la ley de hierro de las oligarquías de Robert Michels. Sr. Pedro J. Ramírez, mientras continúe sosteniendo la falsedad de que en España hay democracia, cuando ciertamente no la hay, seguirá dando oxígeno a sus verdugos; lo cual viniendo de usted resulta, cuanto menos, sospechoso, porque yo no dudo de su cultura, ni de su inteligencia.