MANUEL GARCÍA VIÑÓ.

Los dirigentes republicanos, quienes trajeron a España la República, pertenecían a una izquierda moderada, y poseían una formación política y cultural como nunca se había dado aquí.

Juan Negrín, científico de prestigio internacional, había estudiado medicina en la Universidad alemana de Leipzig

Julián Besteiro, que se formó en la Institución Libre de Enseñanza, era catedrático de Psicología, Lógica y Filosofía Moral.

Salvador de Madariaga, doctor ingeniero por la Universidad de París..

Américo Castro, filólogo e historiador, doctor en Filosofía y Letras, profesor en la Universidad estadounidense de Princeton.

Claudio Sánchez Albornoz, historiador, catedrático de Historia en las Universidades de Barcelona y Madrid.

Manuel Jiménez Fernández, que fue mi profesor –catedrático—de Derecho Canónico en la Universidad de Sevilla.

Niceto Alcalá Zamora, doctor en Derecho.

Augusto Barcia Trelles, doctor en Derecho

Bernardo Giner de los Ríos, ingeniero y arquitecto.

Indalecio Prieto, periodista, director de El Liberal. (Quien firma esto tiene el número de El Liberal –¿el último?—del 17 de julio de 1936, con más plomo machacado que letras legibles)

Manuel Azaña, doctor universitario, extraordinario escritor, probablemente el único verdadero estadista que ha tenido España, calumniado, como los anteriores y los que siguen, durante el franquismo hasta superar con creces la infamia.

O sea, nada que ver con el jumento que enarbolaba la guillotina.

Otras ilustres figuras de la cultura y la política que estuvieron con la República en el tiempo en que ésta quiso modernizar España sin que la dejaran las fuerzas del oscurantismo, la inercia, la mojigatería, la reacción y la incultura merecen ser, por lo menos, citadas aquí: Santiago Casares Quiroga, Alejandro Lerroux, José Giral, José María Álvarez Mendizábal, Justino de Azcárate, Marcelino Domingo, Diego Martínez Barrio, Manuel Blasco Garzón, presidente del Ateneo de Sevilla, que centra la famosa fotografía del acto colectivo inaugural de la Generación del 27, cuyos miembros eran todos republicanos), Miguel Maura, Manuel Portela, Fernando de los Ríos….

La Tercera República no es un espectro amenazante. La Tercera República, si llega, será lo que los políticos republicanos quieran y puedan. En cualquier caso, mejor que una Monarquía obsoleta, onerosa para el pueblo, corrupta, regida por un incompetente corrupto –llegó al trono con lo puesto y hoy posee una de las 130 más grandes fortunas del mundo, que, es de suponer, no ha ganado organizando golpes de Estado en su beneficio, ni cazando osos drogados o elefantes puestos en bandeja, yaciendo con sus amiguitas o emborrachándose.

Que los socialistas –supongo que no todos, pero sí la cúpula—, miembros de un partido de raigambre republicana, luchen ahora por justificar la Monarquía es lo que le faltaba a este desgraciado país, único en el mundo que se ha desembarazado dos veces de la corona y dos veces la ha vuelto a instaurar.

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