ILLY NES.

Otro periodista de Zero, Victor Medina, en su artículo “Outing político: ¿Lo sacamos o lo dejamos dentro?”, se pregunta si “merece el castigo del outing ese alto cargo político, retrógrado y homófobo en su actividad diaria, y marica en la vida real, que oculta su condición o la disfraza bajo un matrimonio o relación heterosexual ficticia”. A esta pregunta le contesta Daniel Borrillo, profesor de Derecho Civil en la Universidad de París y del Instituto de Investigaciones Científicas de Francia: “si hablamos de un político que hace manifestaciones públicas homófobas, creo que no hay más remedio que hacer outing”, aunque precisa que debe formar parte de una “estrategia política” y no de un “ajuste de cuentas personal”.

El propio Victor Medina escribe más adelante un perfil de Mariano Rajoy en el que recuerda “los reiterados vetos que el Grupo Parlamentario Popular ha venido imponiendo a todas las propuestas de regulación de las parejas de hecho debatidas en el Congreso, o la posición contraria y combativa del PP a la ley de parejas de Euskadi y Navarra” y se queja de la ausencia de la palabra “homosexual” en su programa político.

El académico y escritor Alvaro Pombo le propone diferenciar “entre someter a outing a un político gay practicante que no lo dice y un gay que ni ejerce ni lo dice. En el primer caso, estamos obligados a denunciar la hipocresía de este tipo de políticos”. Javier Sáez, escritor y colaborador de la UNED, también está a favor del outing ya que lo cree “beneficioso, porque informa a la sociedad de incongruencias tales como que existan políticos homófobos que son gays”.

En esta misma revista, la librera Mili Hernández, propietaria de la mítica “Berkana”, expone en su artículo “Fuera del armario” como “el Tribunal Supremo ha declarado que los ciudadanos tienen derecho a la verdad y al control social de quienes ocupan un puesto político (porque quieren) y que semejante derecho no invade la intimidad de las personas. Una cosa es la orientación sexual y otra es la intimidad. ¿Siente alguien invadida su intimidad por el solo hecho de que se diga que es heterosexual? Evidentemente, no. Lo que ocurre es que, como dice Didier Eribon, “el espacio público es heterosexual y al homosexual le queda sólo el espacio privado”.

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Así las cosas, poco tardaría el asunto en llegar a una sesión del Congreso, y lo hizo en noviembre de 2005 de forma solapada y subrepticia por parte de la diputada catalana del PSC-PSOE, Manuela de Madre. Se debatía la reforma del Estatut de Cataluña durante más de diez horas y por ello quizás algunos momentos estelares del debate, ya de madrugada, no pudieron recogerse en periódicos y agencias, aunque sí en el Diario de Sesiones. Uno de ellos se produjo cuando Manuela de Madre le espetó a Mariano Rajoy, que una cosa tenían en común, saber ambos “que el padre de la mentira es el demonio”, pues “no es desde la desinformación y el temor desde donde los países avanzan”. Como quiera que su alusión no pareció entenderse, De Madre precisó después algo más, aunque no mucho, pues continuó en tono enigmático: “Rectifique el rumbo, señor Rajoy. Me refiero a algunos espacios íntimos de creencias, y la mentira, señor Rajoy, tiene un padre, que es el demonio. Rectifiquen el rumbo, señor Rajoy y miembros del Grupo Parlamentario Popular. Se lo pido con toda humildad”. Claro que tratándose con demonios pronto aparecerían los dioses y no solo fue el democristiano catalán Durán i Lleida quien lanceó la ortodoxia católica del PP y de su actual líder desde posiciones espirituales algo más flexibles. También lo hizo el portavoz del Bloque Nacionalista Galego, Xosé Rodríguez, quien parafraseó a Maragall (poeta) en su propia lengua para decirle a Rajoy que “si por ley de amor la Iberia es una, por la “ley del parlar” es una y trina”.


 

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