Algunos comentarios sobre el 19D 

Estimado José Antonio:

Me dirijo a ti porque, como director del diario eres el contacto más directo que tengo con el núcleo del MCRC (empezando por Don Antonio), me gustaría que, más allá de que compartas lo que voy a exponer, les hagas llegar este mensaje.

Desde la “periferia” del movimiento, me siento obligado a señalar que considero un gravísimo error estratégico la convocatoria de Barcelona. Grave hasta el extremo de traer consecuencias desastrosas para la futura difusión del verdadero espíritu del MCRC: la consecución de la libertad política colectiva para España. Paso a exponer mis argumentos y a enumerar las razones que me llevan a concluirlos.

Creo que todos coincidiremos en que la obtención de resultados (es decir, la abstención activa o incluso pasiva, en el peor de los casos) depende directamente de la implicación de una masa confusa, difícil de etiquetar. Un ciudadano estándar, descontento, receloso y, por encima de todo, oportunista fundamentalmente oportunista, esto es una realidad incuestionable, los hechos lo demuestran a diario. Bien sea por el interés económico, por la vanidad o por la necesidad de un ideario adocenante que “facilite” la integración social y justifique actitudes irreflexivas, el español medio no concibe sacrificio alguno que no le reporte un beneficio inmediato. Quizás exagero al hablar de sacrificio y debería referirme al simple posicionamiento, “a mover el culo”, a desmarcarse del pensamiento único y exponerse a la crítica de los compañeros de rebaño. De igual modo, me parece que todos los seguidores del pensamiento de Don Antonio somos conscientes de la inmensa dificultad que entraña superar esa barrera de ignorancia y desidia. Por frustrante que resulte, hay que admitir que el pueblo (el votante, el súbdito, el vecino de arriba, el compañero de curro…) es, por principio, impermeable a lo que digan Don Antonio, Platón, Montesquieu, Carl Schmitt, Gerhard Leibholz o el mismísimo Zaratustra vestido de Superman. El radio de influencia del discurso racional es muy pequeño en comparación con el poder devastador de la demagogia y la propaganda, que las nuevas tecnologías han multiplicado por mil. Cualquier necio con un teclado delante se siente escritor, artista, músico, pensador, político, sexy, inteligente, ocurrente, grandioso…  El ombligo del mundo, vamos. La prueba es que un simple pintamonas como yo se ve suficientemente legitimado por la coyuntura para expresar su opinión. Eso sí, con la esperanza de que la reflexión y un bagaje vital cuanto menos curioso, se sobrepongan a mi escaso bagaje intelectual y permitan que esa opinión insignificante se considere un criterio lo más riguroso posible.

Aunque nos pese, la posición de poder (la capacidad de influencia) del MCRC es casi inexistente. Hoy igual que ayer, pese al esfuerzo, la valía humana y personal de sus asociados o la solidez de la propuesta, esto empieza y termina con la figura de Don Antonio García-Trevijano. Su prestigio personal es el nuestro, sus amistades personales son las que nos dan alguna trascendencia y su pensamiento es la gasolina de un buque acorazado en dique seco y sin munición. He escuchado todos y cada uno de los programas de Radio Libertad Constituyente, del primero al último y con el primero me refiero a esa desquiciada abominación que pergeñó el tal Jorge Batista hace ya unos años—. He sido testigo de la evolución del movimiento, de las discrepancias, de las deserciones… En definitiva, del papel que ha jugado el factor humano en la ejecución de un ideario en esencia irrebatible; que no ha variado un ápice desde que Don Antonio lo redactase hace décadas para combatir la dictadura de Franco. Un ideario que, por doloroso que sea admitirlo, lleva todas esas décadas siendo malinterpretado, manipulado, ninguneado y vejado. Creo que el MCRC debe mantenerse lo más lejos posible de actos masivos que no se produzcan exclusivamente con objeto de reivindicar a largo plazo la libertad política colectiva (no podemos ser impacientes, la transición, el 15 M y todas las vicisitudes de Don Antonio son la prueba) y pedir la abstención, como objetivo inmediato. Cualquier exposición pública de estas siglas que persiga otros objetivos, corre el riesgo de ser contraproducente e incluso nociva para la difusión del verdadero mensaje. De ser, una vez más, malinterpretada, manipulada, ninguneada y vejada.

El MCRC es lo que es, está donde está, lo conoce quién lo conoce y nuestra labor (la de la infantería) es darlo a conocer a la mayor gente posible, como camino hacia la libertad y la democracia. Personalmente, no tengo ningún reparo en exponerme a los previsibles tomatazos, insultos y provocaciones de la población “políticamente activa” de Cataluña (los “indepes”) si es por defender el espíritu del movimiento. No obstante ¿quién va a impedir que se presenten el 19D en la plaza de Sant Jaume, España 2000, la Falange de las JONS o cualquier otra formación extremista? En el caso del partido de José Luis Roberto, que tiene su sede en Valencia, a tiro de piedra de Barcelona, acostumbra a dejarse ver en cualquier manifestación que simplemente roce sus postulados. Garantizan mínimo un grupito de 30-40 personas de ideología fascista, paramilitar, dispuestos a la violencia a la más mínima provocación. ¿Quién los va a disuadir de permanecer en un lugar público? ¿Quién va a impedir que enarbolen banderas y griten sus consignas? ¿O que se líen a puñetazos con los “indepes” de turno? En el caso más que probable de que así fuera, ¿qué idea se difundiría en los medios? ¿En qué beneficiaría esto al MCRC o a España?

Hace mucho que dejé de creer en manifestaciones y similares. Una sola bandera, una sola voz discordante, un solo acto que obedezca a intereses de otro tipo, da al traste con demasiadas cosas; máxime en aras de un fin inocuo como es alentar el sentimiento patriótico en una “plaza tomada” como Cataluña. Por distantes que estén nuestras intenciones de las reivindicaciones ideológicas, es completamente imposible transmitir el patriotismo como algo que esté por encima de las ideologías. En España, directamente inconcebible; en el mejor de los casos, el llamamiento del MCRC serviría como cornetín de enganche a la ideología pura y dura de derechas, no para concienciar a individuo alguno que no esté ya concienciado de antemano. Y de esos hay pocos, como a diario tenemos la desgracia de comprobar.

Cuando escucho a Don Antonio comentar la escasa participación de los oyentes en la convocatoria, no puedo evitar sentir una mezcla de tristeza y alivio. Pienso que lo mejor que puede suceder es que, finalmente, el gobierno impida que se celebre; su censura sería el único modo de obtener réditos para la causa, de poner en evidencia la realidad, sin que la iniciativa del MCRC sirva para sacar de sus cuevas a un grupo de individuos mucho más numeroso de lo que pueda parecer, que nada tienen que ver con nosotros. Traté el tema en mi último artículo para el diario, pero temo que no me supe explicar. Independientemente de la validez de mis argumentos, espero haberlo hecho mejor en este escrito.

Bien. Una vez expuesto lo anterior, confirmo de nuevo mi presencia en Barcelona el día 19. Insisto en que me parece una imprudencia estratégica, pero por primera vez en mi vida siento plena lealtad hacia un colectivo y allí estaré.

Un afectuoso saludo a todos de Pablo Vila Vayá.

Respuesta

Estimado Pablo:

He leído tu comentario a D. Antonio. Esta es aproximadamente su respuesta:

Las razones de Pablo Vila son de peso. Tu actitud le recuerda a la de Carlos Marx ante la rebelión de la Comuna de París, de naturaleza anarquista. Se pronunció contra ella, pero tomó parte y apoyó la rebelión.

Es muy noble, la actitud de Pablo Vila, e incluso, puede ser paradigmática, pero hay otras razones que aconsejan convocar y celebrar la unidad de España en Barcelona.

Primero, hemos prohibido y garantizado a la autoridad gubernativa, que no habrá banderas de España ni autonómicas y que el único lema será “Cataluña es España”.

Segundo, no hay signos ni síntomas precursores de violencia física. Ha sondeado opiniones responsables en Cataluña, incluso de separatistas, y también lo han confirmado.

Tercero, si se produjera alguna provocación, cosa que no cree que suceda, permaneceríamos serenos y nos retiraríamos. Tiene mucha experiencia en estas situaciones y sabe cómo actuar. En ese caso, habríamos dado un testimonio de valor cívico a una sociedad civil mortecina, tal como tú lo has descrito.

Cuarto, también piensa que sería favorable al MCRC que la autoridad catalana prohibiera la concentración, pero sería mucho más valioso que no la prohibiera y que no hubiera ningún incidente.

Quinto, el único riesgo que corremos es una asistencia de asociados y simpatizantes de MCRC muy escasa, por ejemplo, menos de 700 personas, pero ese riesgo es despreciable comparado con la opinión difundida hoy de que el MCRC es Trevijano y cuatro seguidores.

Sexto, tú no sabes ni tienes por qué saber los apoyos que D. Antonio está recibiendo de personalidades pertenecientes a grupos de poder económico, financiero y empresarial, ¿cómo imaginar que hayamos conseguido precios de 20 o 25 euros para el viaje en autobús de Madrid a Barcelona ida y vuelta? ¿Cree alguien que esto puede suceder sin un apoyo explícito de grandes empresarios a la convocatoria realizada por D. Antonio en nombre del MCRC? Este solo dato puede  haber sido determinante en la decisión de celebrar la concentración. Puedo asegurarte que D. Antonio, si viera una posibilidad entre mil de violencia o de simple agresividad, suspendería en el acto esta convocatoria antes del 19 de diciembre. Pero hasta ahora, toda la información recogida es favorable a la celebración.

Y, por fin, llegamos al argumento definitivo. La unidad de España, en tanto que único sujeto constituyente de la libertad colectiva, es condición anterior y sine qua non a toda cuestión ética o política. La unidad de Cataluña y España es requisito esencial de la futura libertad política de catalanes y españoles. Si no hacemos un acto de presencia pública ahora en Cataluña perderemos legitimidad para actuar después. No tenemos nada que perder acudiendo a Barcelona y mucho que ganar.

Saludos.

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