Todos conocemos la ley de la palanca, cuyo principio matemático describió Arquímedes por primera vez, aunque su uso se remonta a épocas prehistóricas. Con la palanca tratamos de vencer una resistencia (R), para lo cual recurrimos a una barra rígida apoyada sobre un fulcro. Cuanto mayor sea la longitud de la barra, menos esfuerzo necesitaremos para vencer dicha resistencia, ya que la fuerza necesaria (F) es inversamente proporcional a la distancia desde el fulcro al punto en que aplicamos la fuerza, lo que se denomina “brazo de potencia” (BP). Por tanto, a mayor brazo de potencia, menor fuerza necesaria para vencer la resistencia. Aunque parece que el fulcro no entra en los cálculos matemáticos de forma directa, es una pieza fundamental en el funcionamiento de la palanca. Sin él, el mecanismo es tan inútil como si careciéramos de la barra. Su ubicación también es fundamental, ya que debe permitir que el brazo de potencia sea lo más largo posible. Es un mecanismo muy sencillo e intuitivo, y hasta un niño es capaz de aprender su funcionamiento con rapidez, aunque no sea capaz de formularlo matemáticamente. El movimiento pre-revolucionario del 15M es como una pértiga que intenta mover la losa de la partitocracia que nos aplasta y comprime. Han tomado conciencia de la imposibilidad de soportar semejante carga, y quieren despejar el camino hacia una situación mejor, hacia una democracia. Han olfateado la libertad política, y ese aroma los ha vuelto rabiosos contra el régimen que les impide saborearla. Pero esa pértiga sola no basta para eliminar la losa partitocrática. Necesita el punto de apoyo, el fulcro. Necesita los conocimientos necesarios para pasar a una acción concreta que permita crear esa máquina tan simple, pero elegante y efectiva, como es la palanca. Y el MCRC puede ser ese fulcro. Llevamos tiempo puliendo y preparando el mecanismo, esperando el momento idóneo para construir la barra que nos permitiera vencer la resistencia partitocrática. Y acabamos de encontrarnos con una pértiga que necesita el apoyo necesario para realizar la misma acción. Si conseguimos que estos dos elementos trabajen juntos y al unísono, sólo nos restará una cosa: conseguir que el resto de la sociedad civil aplique una pequeña fuerza en el extremo de la palanca. En ese momento, la pesada losa de la partitocracia desaparecerá de nuestro camino, y podremos saborear la libertad política que emane de un proceso de libertad constituyente.