Antonio Garcia-Trevijano pronunció una conferencia el pasado día 6 de noviembre de 2012 en la inauguración de un curso en la Universidad de Zaragoza.
En la primera parte de la conferencia Trevijano agradece al alcalde Juan Alberto Belloch tener el valor de invitarle a un acto público, y cree que es debido a que aunque pertenezca a un partido, su mente está al margen de consignas. Trevijano se presenta como “un hombre libre”, algo insólito en una sociedad de esclavos como la que vivimos. Recuerda como dos tercios de la población española sostuvieron la dictadura y que ahora nadie reconoce haber sido parte de ellos. Sólo un tercio la rechazaba, aunque sólo en sentimiento, porque dentro de ese tercio sólo una minoría asumió riesgos en sus actos para terminar con ella. Él fue uno de esos valientes que se enfrentaron de verdad. España nunca ha conquistado la libertad política, no tenemos una verdadera Constitución, porque no hay separación de poderes. Todos los gobernantes han anunciado siempre las leyes que van a dictar, desde Suarez a Rajoy. Por tanto no existe diferencia entre el régimen actual y la dictadura de Franco, los dos se basan en hacer imposible el control de su poder. El régimen franquista fue sucedido por el jefe de la Falange y todos los demás partidos se rindieron ante él. La diferencia entre Trevijano y el resto de políticos que luchaban contra Franco, es que él piensa ahora igual que entonces, mientras que los demás han traicionado sus ideas de entonces y ahora piensan lo contrario.
En la segunda parte de la de la conferencia Trevijano continúa aportando sus clarividencias sobre “la gran farsa” que nos ha llevado hasta aquí, e impide a la mayoría de españoles “ver la realidad y ser conscientes de su engaño continuo desde el poder”: Los partidos políticos españoles son partidos estatales y “enemigos mortales” de la sociedad civil, que es la parte de la sociedad que no es política. Ésta, al no tener instrumentos políticos, se convierte “en esclava del estado actual de partidos”. En el estado de partidos, no queda ni un solo resto de representación política. Tal como recoge nuestra falsa constitución: “los partidos tienen la función de integrarse en el Estado” y estos a su vez integran a la masas, “convirtiéndoles en súbditos en lugar de ciudadanos, en esclavos de sus mentiras”. Tenemos una sociedad “que no cree en la honradez, ni en la fidelidad, ni en la lealtad, sumida en una crisis moral aún más grave que la económica”. Todo tiene su origen en la falta de ruptura con el franquismo, en definitiva en la falta de libertad política, “porque todo procede de un poder constituido y nunca hubo Libertad Constituyente”. Aunque se mantenga en el engaño a las masas con las libertades individuales, “no hay, ni nunca hubo libertad colectiva en España, por tanto nunca ha existido un periodo de Libertad”. Asimismo, Trevijano repasa su dedicación al estudio y lucha por la democracia y su gran protagonismo en la transición, su valentía contra el régimen franquista, los riesgos que asumió, incluso con su vida y como es un milagro que hoy siga estando presente e invitado por una autoridad en un acto oficial, después de que su nombre fuese prohibido y vetado por completo.
En la tercera parte de la conferencia de Trevijano recuerda que él ha sido el único enemigo que Franco declaró en vida y como ha sido ignorado por todos los historiadores. Al igual que es ignorado después, por ser enemigo del estado de partidos y amigo de la Democracia. La transición española procede de una impostura moral: “el consenso” y nos trae como consecuencia la crisis moral actual. Un sistema democrático donde se decide por votación, es incompatible con “el consenso” que al ser impuesto, se convierte en enemigo de la libertad de pensamiento. El consenso pactado, en realidad supuso una transacción de principios en la que todos los partidos políticos se convirtieron en monárquicos y partidarios de la traición. Todos los hombres políticos traicionan sus ideales, y a la vez “todos traicionan a todos”. ¿Por qué ocurre esto?: “En toda sociedad, la traición es una lacra castigada, pero en una sociedad de traidores, ser traidor es un mérito enorme”.