Descripción
Lo primero que me llamó la atención de Antonio fue lo que revelaba que había leído. Conocía a todos los clásicos, griegos y romanos, toda la poesía inglesa, género en el que nadie puede competir con Inglaterra, toda la novelería rusa, francesa, italiana y alemana, naturalmente nuestra gran literatura, y las obras de todos los grandes filósofos que configuran la mejor Historia de la Filosofía. Tuvo que invertir miles de horas voraces de lectura en su preciosa biblioteca de Pozuelo, sobre la que yo escribiría un artículo en ABC. Además, era entonces uno de los mayores expertos de arte en el país, hasta tal punto que las mejores instituciones y galerías le contrataban para certificar las obras de arte que iban a adquirir. El descubrimiento de un relieve de bronce de Donatello, el San Giovannino, se debe a él. Si a eso añadimos su erudición como jurista, su enciclopédica cultura en el mundo del Derecho, debo decir que sinceramente no he conocido en mi vida alguien con esa cultura tan variegada. Sin embargo, lo suyo no era el placer pasivo de esa inmensa cultura, el puro diletantismo, sino que su inmenso bagaje cultural lo utilizaba como fulcro para instaurar en España una democracia auténticamente constitucional. Con razón Anguita lo llamaba «un príncipe de Renacimiento».
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Trevijano era todo un personaje barojiano, un nuevo Zalacaín del siglo XX. Un consumado aventurero, no en el sentido mezquino del oportunista que se abraza a la calvicie de las ocasiones proficuas, sino en el sentido de un idealista de fervorosa fiebre que hace suyas todas las causas justas del mundo, y jamás las soslaya, sino que entra en liza abierta contra todo aquel que las amenaza. Tenía ambición, amor al peligro y una confianza ciega en su estrella. La vida sedentaria y apacible le irritaba. Un perfecto don Quijote de Las Alpujarras, quizás el crepúsculo doloroso de nuestra raza. Los propios obstáculos a sus propósitos le daban bríos y una inagotable energía. Inquietud espiritual personificada necesitaba siempre la acción, la acción continua. Español por los cuatro costados.
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