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miércoles 2 abril 2025
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Carta I: El Occidente que guerreaba contra sus propios mendigos

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Estimado lector:
‘Cartas persas’ se publica en la revista del MCRC Diario de la República Constitucional, fundada por Antonio García-Trevijano, arquitecto de la teoría pura de la democracia. Inspirada en Montesquieu ―cuya separación de poderes Trevijano llamó «alma de la libertad»―, esta columna presenta a un sheij iraní que observa Occidente con ironía coránica y rigor constitucional. Sus cartas, herederas del espíritu crítico de ambos pensadores, desvelan las falsas democracias donde el poder se disfraza de ley. Al final se incluye un glosario de términos.

Cuando los cañones usurpan el lugar del pan

Estimado hermano en Isfahán, donde los cipreses aún susurran secretos de imperios caídos:

En mi primer paseo por Bruselas, bajo un cielo plomizo que parece llorar plomo fundido, descubrí a un hombre dormitando junto a la estatua ecuestre de un mariscal cuyo nombre el tiempo borró. Su cartel, escrito en un francés titubeante como moneda falsa, rezaba: «Prefiero morir de hambre que de bombas». Recordé entonces a Ibn Khaldun, aquel tunecino que desentrañó el ritmo cardiaco de los imperios: «Un reino perece cuando sus espadas engordan y sus hijos enflaquecen». Occidente, ese anciano vestido con harapos de seda y medallas de hojalata, parece empeñado en convertir la advertencia del maestro en epitafio.

La Unión Europea, otrora faro de la concordia, hoy arrastra sus cadenas cual muecina sumisa tras los tambores de Washington. Von der Leyen, vestal de este culto belicista, anuncia «billones para la defensa» mientras los ancianos se cobijan con periódicos en estaciones de tren. ¿No es esto el Estado de partidos que denunció vuestro Antonio García-Trevijano? Aquella farsa donde una oligarquía disfraza su poder tras votos sin libertad, y donde el poder constituyente —ese mito escrito por generales tras la Segunda Guerra Mundial— hoy reside en los cuarteles, no en los parlamentos.

La OTAN, vampiro con sede en Bruselas, chupa el presupuesto de hospitales y escuelas. Ucrania, sacrificada en el altar de la arrogancia, es el último eslabón de una cadena forjada con mentiras. Dicen defender la democracia, pero ¿qué democracia florece entre escombros? Montesquieu, aquel francés que Trevijano llamó «arquitecto del alma libre», advirtió que sin separación de poderes, la ley no es más que tinta sobre cadáveres. Y sin embargo, aquí un mismo puño firma cheques para misiles y recorta subsidios de calefacción.

En vuestros salones de mármol, los burócratas repiten como loros: «El 2% del PIB para la defensa». ¿Defensa de qué? ¿De los fantasmas que proyectan en sus pantallas? Jan Oberg, sabio nórdico, relata cómo Suecia teme ahora invasiones rusas imaginarias, como si Putin fuese un pirata del Báltico y no un burócrata de traje gris. Mientras, en Detroit, las madres eligen entre comprar insulina o pagar la luz. ¿No es esto la kakistocracia en su apogeo? Gobiernan los peores, y los llaman «líderes del mundo libre».

Wa la tuti’u amra l-musrifīn (Corán, 26:151) alladhīna yufsidūna fī l-arḍi wa lā yuṣliḥūn (Corán, 26:152).
«No obedezcáis a los derrochadores, aquellos que siembran corrupción en la tierra y no la reforman»—. Trevijano, desde su exilio de lucidez, clamó lo mismo: sin separación real de poderes, solo queda el teatro de sombras. Y Occidente, ebrio de su propio poder, es un borracho que cree bailar mientras cae al abismo.

En Isfahán, los niños aún aprenden que los imperios mueren cuando sus bibliotecas arden y sus espadas florecen. Vosotros, en cambio, habéis convertido las universidades en cuarteles. ¿Qué quedará cuando el último pan se convierta en pólvora?

Wa as-salamu alaikum.


Glosario:

  • Estado de partidos: Término de Antonio García-Trevijano para sistemas donde los partidos controlan el poder sin representación real.
  • Kakistocracia: Gobierno de los peores (del griego kakistos).
  • Poder constituyente: Concepto criticado por Trevijano como mito en democracias no representativas.

— El Sheij que escribe desde el vientre de la bestia.

Nota del autor:
Esta carta inaugura una serie que, como las de Montesquieu, desnuda las contradicciones del poder. El Sheij, testigo irónico, invita a reflexionar: ¿cuánto dura un imperio que olvida alimentar a su pueblo?

Entrevista a Javier Valenzuela

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Hoy, en el capítulo nº12 de «La huella», Vicente Carreño entrevista a Javier Valenzuela, joven miembro del MCRC desde 2015 que formó parte de su Junta Directiva y que reside actualmente en Berlín realizando un doctorado en Química teórica.

La Fiscalía y la Abogacía del Estado como brazos ejecutores del poder político

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La petición de la Fiscalía y de la Abogacía del Estado para que el juez Pablo Llarena aplique la amnistía a Carles Puigdemont no es un mero movimiento procesal, sino una estrategia orquestada por el poder político —que domina a ambas— y que es contraria al propio ser de su intervención en la causa: la supuesta defensa del erario público, y la exigible postulación del interés público.

Desde la aprobación de la Ley de Amnistía ambas instituciones han operado al unísono, como una maquinaria engrasada para adaptar el privilegio legal al traje de la conveniencia de una clase de políticos. Debiendo velar respectivamente por el bien del Estado y por el derecho colectivo, han demostrado que los partidos parasitan al primero para transmutar el segundo en criterio de oportunidad política gubernamental.

La despenalización de la malversación, cuando la aprehensión de fondos públicos no es para el lucro particular sino para la banda, supuso la legalización de la mafia. La cobertura de la Ley de Amnistía al robo en territorio patrio distinguiéndolo del aún punible asalto de fondos europeos, situó a los españoles al nivel de los siervos de la gleba. Los equilibrios de Llarena son inanes. La cabriola jurídica para sostener que hay lucro particular en la utilización de fondos públicos para la secesión por ahorro del patrimonio propio, no se sostiene. La alegación de que en fase de instrucción no es descartable que la utilización de recursos esté indubitadamente limitada a los obtenidos de fondos españoles seguramente llevará a morir en la orilla absolutoria tras el enjuiciamiento plenario.

Lo que estamos presenciando es simplemente la culminación de un proceso de ejecución judicial de la voluntad política que gobierna y legisla sin distingo. La petición de la Fiscalía y la Abogacía del Estado para que el juez Llarena aplique la amnistía a Carles Puigdemont no es sino la simple confirmación de la primacía de los intereses oligárquicos del Estado de partidos. No nos encontramos ante un debate jurídico ni ante una cuestión de interpretación de la ley, sino ante la culminación de un proceso por el cual el derecho deja de ser un mecanismo de garantía de la libertad política para convertirse en un mero instrumento de ingeniería del poder.

La amnistía no es más que la expresión del pacto entre facciones partidistas que han secuestrado a la nación una vez asentadas en el Estado. Su aprobación y aplicación no derivan de la voluntad ciudadana ni de la necesidad de preservar un bien común, sino del cálculo electoral de una parte de la clase política que busca perpetuar su dominio. No hay en ella un atisbo de justicia, sino la evidencia de que la ley es moldeada según las necesidades del régimen, desprovista de su esencia garantista y al servicio del interés faccioso.

Este proceso de disolución de la legalidad confirma lo que en tantas ocasiones se viene denunciando: en el Estado de partidos no hay separación de poderes ni independencia judicial, sino una unidad monolítica de dominación en la que la Justicia es solo una máscara. La amnistía a Puigdemont no es una decisión de legalidad ni jurídica, sino un acto de sumisión del derecho ante la conveniencia política. En este contexto, la ciudadanía, privada de representación, asiste impotente a un espectáculo donde las reglas cambian al arbitrio de la oligarquía gobernante.

Amnistía soñada para Puigdemont

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Pedro Manuel González, autor del libro «La Justicia en el Estado de partidos», en el capítulo nº 255 de «La lucha por el derecho» analiza desde el punto de vista jurídico y político la oposición de la Fiscalía y la Abogacía del Estado a la continuación del procedimiento penal contra Puigdemont.

Un modelo para la defensa europea

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Hoy publicamos un programa especial presentado y conducido por Marcelino Merino, donde Fulgencio del Hierro analiza el presente y futuro de la defensa europea y española tras lo que puede ser el abandono de la OTAN por parte de los EEUU.

El Papa

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La influencia y el poder político del Papa en el mundo.

-Fuentes del audio-

Radio libertad constituyente: https://www.ivoox.com/rlc-15-02-2013-espana-sin-estado-contempla-corrupcion-audios-mp3_rf_1792067_1.html

Música: Preludio de la suite para violonchello BWV 1012 de J.S.Bach.

Después de la resaca

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Ya han pasado seis días desde que llevamos Patología de la Transición a las tablas y después nos subimos a ellas para hablar de Transición, de democracia y de don Antonio. Las semanas precedentes fueron un hervidero de actividad y de inquietudes: ¿estaría todo a punto?, ¿vendría gente? ¿nos quedaríamos en el intento? En esta pugna se nos unieron ilusionados nuevos aliados (Iván, Dani…), se crearon nuevos grupos, los móviles y las redes echaban chispas… No solo celebrábamos el séptimo aniversario de la desaparición de don Antonio, sino que íbamos a medir nuestras propias fuerzas como movimiento inspirado en su legado. Y llegó el día. E instalamos nuestros bártulos y nuestros nervios en el teatro. Ahí estaban las Mercedes, las Bárbaras, los Ivanes, los Eduardos, los Imanoles, los Bernabés, los Marcelinos y etc, etc… Y vino un montón de gente. Incluso acudieron una «musa de la Transición» (Victoria Vera, amiga de don Antonio) y uno de los creadores del Habla, pueblo, habla, como después nos enteramos para nuestra sorpresa.

Y se abrió el telón. Y surgió la magia: una hora con Antonio García Trevijano, su asistente Pancha y unos payasos que encarnaban todas esas fuerzas que impidieron que fuéramos una democracia. Aplausos. Los actores deben hacer cuatro, cinco, seis salidas para saludar al respetable. Después, abrazos, breve intercambio de impresiones y debate. Suben nuestros espadas: Pedro Manuel, Adrián, Carlos, Martín-Miguel, Juanjo… Se habla de don Antonio y del espectáculo. Toca el turno de preguntas. Se nos cuela un fascista de cartón-piedra. Nuestra Teresa le hace una nave de judo verbal desde su butaca al «aguerrido» camisa negra. Lo que fue un hecho entre esperpéntico y desagradable nos sirvió para ilustrar como el pensamiento de don Antonio se encuentra en la antípoda de estos que sueñan con lucir su disfraz de guerrero de Amazon en su machote Estado fascista. ¡Minusválidos políticos y morales! Todos ellos, los que luchan por el Estado de un signo o de otro, son antimateria para un movimiento que busca la primacía de la sociedad civil sobre el Estado. Tiranías, más o menos rebajadas, o democracia. No hay otra. Gracias don Antonio por enseñarnos.

Unos días después, Alan nos regala un extenso artículo que nos vuelve a llevar a esa mágica tarde del sábado. Bien. Nos hemos demostrado nuestra capacidad de organización y de ilusión. El 28 de febrero recordábamos la muerte de nuestro más insigne repúblico. El día 1 de marzo, su resurrección en la memoria de muchos. El proyecto de la libertad colectiva no se puede contemplar desde la meta. Irremediablemente esta perspectiva solo nos llevaría al desaliento y la depresión. Los grandes proyectos solo se pueden realizar desde el aquí y desde el ahora. Buscar primero el cambio en uno mismo, no en el mundo que nos rodea. Dar un buen paso, no soñar con la Jerusalén libertada.

La máquina del MCRC y los simpatizantes de don Antonio está engrasada. ¡No dejemos que pare! Hay que seguir echando madera a la locomotora de la verdad y la democracia. La fórmula función de teatro-debate funciona. El arte siempre ha sido una forma de entrar por la puerta de atrás, por el pasillo de lo estético y lo emocional, salvando así las barreras de los tópicos, los prejuicios y la programación mental. Unas veces, como prolongación de las oligarquías, el arte los reforzaba; otras, como embajador de la verdad, los combatía. Mas el arte, como proclama Unamuno precisamente en su Vida de Don Quijote y Sancho, no puede ser el alcahuete de la mentira. En nuestro caso, el arte teatral nos sirve para desenmascarar un relato, el de «la Transición», y hacer justicia a un hombre que ligó su vida a la verdad y a la libertad, pagando un precio altísimo.     

Por eso debemos dar el siguiente paso. En Madrid, en Granada, en Barcelona, en Oviedo, en Bilbao, en Castellón, en Murcia… Allí donde el MCRC esté dotado de más músculo… Recordemos aquella marcha que quería organizar don Antonio desde Asturias hasta Barcelona… Pensemos en aquel teatro itinerante de La Barraca de Federico García Lorca o las Misiones Pedagógicas de la República que pretendían rescatar al pueblo de su ignorancia y su postración cultural. Hoy nos toca rescatarlos de la alienación política y moral en la que nos tiene sumidos el Estado de partidos. ¡No nos paremos! Hagamos números, hagamos letras… Encontremos nuestra velocidad justa para enseñar al resto de España quién fue don Antonio y qué es la democracia…

El ascenso de los mediocres al poder

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Pedro Manuel González, autor del libro «La Justicia en el Estado de partidos», en el capítulo nº 254 de «La lucha por el derecho» nos explica por qué en la actual monarquía de partidos ascienden los más mediocres.

Recensión de Patología de la Transición: la obra

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Este 1 de marzo de 2025 ha sido uno de los momentos más esperados del año. La incesante lluvia y el denso manto de nubes grises que cubría los cielos de Madrid no evitaron que cientos de personas se congregaran en el Teatro Elías Ahuja para acudir al estreno de la magna obra de teatro Patología de la Transición: del repúblico hidalgo don Antonio García-Trevijano. Entre el público asistente se encontraban celebridades como la «musa de la Transición Española» Victoria Vera, escritores, periodistas, estudiantes y varias generaciones de familias que ocuparon sus butacas para ver este magnífico drama, que rompe con muchos mitos de un periodo decisivo de la historia de España y nos acerca a conocer a su figura principal: al legendario caballero don Antonio García-Trevijano.

Los asistentes enmudecen al oscurecerse la sala y abrirse el telón, una voz superpuesta introduce la escena con prosa cervantina, mientras las tablas muestran a un anciano físicamente consumido por las dolorosas vicisitudes de su larga experiencia vital, acompañado de una joven estudiante y cuatro enfermeros ataviados con narices de payaso. Cuando los clowns atormentan al convaleciente con sus consignas éste arranca a hablar con una inesperada energía y vitalidad, dirigiéndose a la joven Pancha (Luna Mayo) para que no lo abandone. Discuten acerca del voto. Para Pancha, votar es un deber cívico. Trevijano (Jorge Muñoz) afirma que es un derecho político y por lo tanto no puede ser un deber.

Luna Mayo y Jorge Muñoz durante el ensayo.

Los clowns salen nuevamente de la oscuridad, interrumpiendo el diálogo y colocando al «monórquido» (el general Franco) sobre un pedestal. Las narices de payaso no evitan que los clowns muestren su verdadera cara, desfilan por el proscenio con pasión de servidumbre clamando vivas al generalísimo. Lastimosamente el clownísimo lanza su último suspiro y fallece. Franco ha muerto. Los otros clowns comienzan a gemir y sollozar encima del finado sin saber muy bien qué hacer. Constatada su muerte degustan su exquisito cadáver, repartiéndose los restos del dictador mientras suena una música de fondo. Detrás del escenario aparecen la sagrada palabra «Constitución» y la bóveda de la Capilla Sixtina con el todopoderoso dedo del dictador designando a su heredero Juan Carlos. El público rompe a reír y tras el fin abrupto de la música todavía se escuchan sus carcajadas. Después se hace el silencio.

De izquierda a derecha: Pablo Piera, Marta Nebot, Sole Mallegas y Fernando Figueroa.

Trevijano no pierde la esperanza en el adormecido pueblo español, representado por Pancha. Razona con su pupila para que ésta salga de su letargo y se haga las preguntas correctas. El siguiente diálogo trata sobre la «Constitución española», y nuestro repúblico hidalgo explica a Pancha que dicho texto no cumple ni con los requisitos formales ni con los materiales para merecer la catalogación de Constitución, ya que ni hubo Cortes Constituyentes ni materialmente separa los poderes del Estado. La «criatura» fue cocinada en secreto en el restaurante José Luis, mediante los «pactos del mantel», lo que es escenificado por los clowns entre bocados de merluza y cocido madrileño.

Continúa el juego mayéutico entre Trevijano y Pancha. El primero señala que la «Constitución» se hizo de arriba abajo porque los españoles estuvieron en la inopia mientras la prensa se encontraba en el país de Babia. Pancha protesta diciendo que la «Constitución» se votó, pero cae en la cuenta de que no es lo mismo asentir que constituir. Trevijano continúa con sus retruécanos, Pancha reflexiona, los payasos siguen su juego con pasión de consenso. Trevijano protesta contra el consenso, porque no es un consenso social, sino un consenso coactivo desde el Estado, que proscribe la libertad de pensamiento. «Consenso es lo contrario a la política, es pacto y reparto del botín del Estado. ¡Consenso es oligarquía!».

En la siguiente escena los clowns bailan y tararean Habla, pueblo, habla. Fernando Figueroa, Sole Mallegas, Pablo Piera y Marta Nebot tienen al público en el bolsillo. El juego de los payasos ora representa el juego de los poderes, ora representa las debilidades y estulticias humanas, los actores escenifican estos aspectos a la perfección. La melodía se interrumpe con la vigorosa voz del viejo Trevijano, que explica a la ingenua Pancha su protagonismo en «la Transición», su papel como coordinador de la Junta Democrática, su encarcelamiento, sus intentos de asesinato, el atentado sufrido y la difamación que padeció por hacer lo correcto. «La Transición Española» fue una obra de las potencias extranjeras en un contexto de Guerra Fría y temor al comunismo, porque Henry Kissinger, secretario de Estado de los Estados Unidos, y la socialdemocracia alemana intercedieron en este periodo y apoyaron la creación de una oligarquía de partidos en España, para lo cual era conveniente que los españoles no conquistaran la libertad política. Por eso, con Trevijano en la cárcel, se pasó de la ley a la ley, se ejecutó la reforma en vez de la ruptura con el régimen anterior. Muerto Franco triunfó el franquismo.

¿Y la corrupción? Cuando el poder no tiene control, la corrupción está enraizada en el propio poder, y como es el propio poder el que tiene la facultad de reformar las instituciones, no puede haber voluntad política para llevar a cabo estas reformas. Por eso era necesaria la ruptura. En vez de un partido en el Estado, se instalaron varios partidos en su lugar, pero también en el Estado, sin cambiar la relación de poder. Este es el motivo de que haya corrupción y no haya mecanismos civiles que controlen sus eventuales abusos, porque los partidos políticos no pertenecen a la sociedad civil. Civilizar a las instituciones es necesario para que el poder no se encuentre facultado a actuar como le plazca, que sea la sociedad la que controle al Estado y no al revés. Empero, si no hay separación entre los poderes del Estado y la nación, la corrupción es inevitable. Los clowns bailan simbolizando la inseparación de poderes; un único poder ejecutando, legislando y eligiendo a los jueces. Espectáculo de trileros. Unidad de poder y reparto de funciones.

A continuación aparece un caldero en el escenario, con un rótulo en el que se lee la palabra «Estado», los clowns dan vueltas alrededor de la marmita, observándola de soslayo. Entonces dan el paso de vivir para a vivir de, uno de ellos mete la mano y pronto es señalado por el dedo acusatorio de sus compañeros, por lo que se aleja del caldero con espíritu apocado. Pero de repente, un segundo clown introduce la mano en la olla, repitiéndose el señalamiento. El tercer y cuarto payaso también meten la mano en el Estado, todos están manchados por la corrupción. Ante la falta de mecanismos de control del poder, todos se marchan a un lugar oscuro y alejado a deglutir vorazmente el contenido del caldero. ¿Escándalo? No, el escándalo es algo sorprendente, inesperado, inopinado, inédito… le dice Trevijano a Pancha. Lo escandaloso sería que por alguna vez se detuviera a los corruptos, que las cátedras y los medios de comunicación denunciaran que no hay democracia. En España la corrupción es lo habitual. Pancha, indignada, protesta con amargura contra los «casos aislados» de despilfarro, fraude y corrupción.

Los clowns se unen al caballero y su escudera, cogen el mantel del perchero y lo utilizan de pancarta. ¡Manifestación! Los indignados desconocen las causas de la corrupción, repiten manidos tópicos rindiendo homenaje verbal a sus sentimientos. «No nos representan» y «no hay pan para tanto chorizo». La movilidad social como antídoto de la indignación. Indignación que sirve para limpiar sus conciencias y volver a votar una vez cada cuatro años. Neutralizada y desactivada la protesta popular, los ejércitos de votantes se dirigen a una colina a enfrentarse ferozmente. Capitaneados de un lado por Alifanfarrón de la Tremenda Zurda, de otro por Pentapolín del Arremangado Brazo. Con tanta presuntuosidad, Sancha se sorprende de la impostada rivalidad entre los caballeros. Pero en otra lona aparece la figura de Dolfino del Bonito Semblante, príncipe del Tránsito y la Nueva Carta. Trevijano advierte a Sancha de que no se fíe de las apariencias, a lo que emerge otro caballero conocido como Felipembo de Gonzalate, y del horizonte surge Aznarín de Constantinopla, gran duque de la Gavia de Plata. Siguen sumándose caballeros de todos los colores: Manuelante de las Carcundas Fragas y a su lado el temible Santiagardo de las Mejillas Bermejas. Disparatado oficio el de la caballería, que tras la presunta batalla ninguno pierde y todos cobran del Estado.

Después del tremendo duelo a garrotazos, las legiones de votantes ungen las urnas con listas de partido. Pancha no sabe qué hacer con su papeleta, continúa su diálogo con el hidalgo y empieza a tomar apuntes. ¿Hay democracia en España? Los payasos lo tienen claro, comienzan a cortejar a la «Constitución» y a lanzar proclamas enlatadas. Toman unos papeles y proceden a su lectura. Arrojan los papeles al suelo, la lectura no es edificante, promesas y más promesas. «Nadie promete más que el que sabe que no va a cumplir» (Quevedo). El pueblo español comienza a despertar, la «Constitución» que les dieron no es más que un papel mojado, es agua de borrajas. Esto no es democracia. Despierta, España, despierta.

Pancha abre las puertas de su mente, se dirige al público con un apoteósico y fino soliloquio. Pancha estaba alienada, el cuerdo era Trevijano. Se vuelve hacia él para disculparse por su locura. El emperador estaba desnudo y los aedos de «la Transición» estaban ciegos. Los derechos fueron concedidos, la libertad no puede ser legalizada porque la ley no hace la libertad, es la libertad la que hace la ley. La interpretación de Luna Mayo es de matrícula de honor, la emoción traspasa las almas del público, los vellos se erizan. Trevijano recita sus últimas palabras. «No vamos en busca de la libertad, Pancho, la libertad viene en nuestra búsqueda». El escenario se hace pequeño ante tan elevada interpretación. El público no puede contener ni su emoción ni sus lágrimas. Chapeau. Se escucha Lux aeterna, de Ligety. Otra vez la Capilla Sixtina al fondo de las tablas. Se suceden los rostros de los herederos de Franco. Por fin Pancha toma su papeleta, tras instantes de duda se decanta por la papiroflexia y confecciona un avión que lanza al público. El hidalgo fallece. Todos posan. Una imagen de Antonio García-Trevijano se adueña del fondo del escenario.

El miedo de los franquistas a la revancha de los vencidos sólo fue superado por la ambición de los vencidos por ocupar el lugar de los vencedores, sin cambiar nada. Eso es la Transición.

Oscuridad. Se cierra el telón. El público rompe a aplaudir. Las lágrimas se juntan con los aplausos. Los actores salen de detrás del telón y el auditorio entero se pone en pie. Las horas de ensayo y una actuación magistral son recompensadas por la alabanza de un público entregado. El mundo es más sensato y un lugar mejor tras esta obra de arte teatral. Gracias a Luna y a Jorge por su actuación digna de un Max. Gracias a Sole, a Marta, a Fernando y a Pablo por llegar al corazón del público y hacerle perder el miedo a la libertad. Gracias al director Alberto Gálvez por traer justicia poética a don Antonio y blandir la verdad cual Quijote con su lanza. Ciudadano Gálvez, tú eres el cuerdo, vas por el camino correcto, sigue así, ciudadano libre. Sobre todo muchas gracias al público por su actuación ejemplar y sus buenas formas durante esta representación. Gracias a todos por salir de la indiferencia y hacer con vuestra aportación que la democracia sea un poco más divisable.

Mientras los actores firmaban autógrafos muchas personas preguntaron si se repetiría la obra en los teatros de otras ciudades. Para Max Weber «una obra de arte que tenga realmente plenitud no será nunca superada, no envejecerá nunca». Esta obra permanecerá leal y constante, esperando a sus futuros espectadores para completar el conocimiento de su historia reciente, que ha sido contada parcialmente con torticeros pecados de omisión. Esta reseña no hace justicia a esta gran obra, solo es mi pequeño grano de arena para apoyarla y clamar que se hagan giras por toda España, para que ayude a alumbrar un nuevo derrotero que nos haga salir de la confusión en la que nos encontramos. Gracias, hidalgo, por abrir nuevos caminos con esta quijotesca obra de arte teatral: Patología de la Transición: del repúblico hidalgo don Antonio García-Trevijano.

Estatalismo

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Mientras los partidos sean estatales, cobren del Estado y se sirvan de este, no puede haber nacionalismo, solamente estatalismo.

-Fuentes-

Radio libertad constituyente: http://www.ivoox.com/rlc-2018-01-18-piensa-veras-audios-mp3_rf_23232128_1.html

Música: Danza española nº12 de Enrique Granados.

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Podrás ejercitar tus derechos en cualquier momento y sin coste alguno, indicando qué derecho quieres ejercitar, tus datos y aportando copia de tu Documento de Identidad para que podamos identificarte, a través de las siguientes vías:
  1. Dirigiendo un correo electrónico a nuestra dirección: info@mcrc.es
  2. Dirigiendo una solicitud escrita por correo ordinario a la dirección Calle Alondra 1, Prado de Somosaguas, Pozuelo de Alarcón, 28223, Madrid.
  3. Además, cuando recibas cualquier comunicación nuestra, clicando en la sección de baja que contendrá esa comunicación, podrás darte de baja de todos envíos de comunicaciones del MCRC previamente aceptados.
  4. Cuando te hayas suscrito a la recepción de mensajes informativos a través de Whatsapp podrás cancelar la suscripción desde el formulario del Diario donde te diste de alta, indicando que deseas darte de baja.
Si consideras que hemos cometido una infracción de la legislación en materia de protección de datos respecto al tratamiento de tus datos personales, consideras que el tratamiento no ha sido adecuado a la normativa o no has visto satisfecho el ejercicio de tus derechos, podrás presentar una reclamación ante la Agencia Española de Protección de Datos, sin perjuicio de cualquier otro recurso administrativo o acción judicial que proceda en su caso.

¿Están seguros tus datos?

La protección de tu privacidad es muy importante para nosotros. Por ello, para garantizarte la seguridad de tu información, hacemos nuestros mejores esfuerzos para impedir que se utilice de forma inadecuada, prevenir accesos no autorizados y/o la revelación no autorizada de datos personales. Asimismo, nos comprometemos a cumplir con el deber de secreto y confidencialidad respecto de los datos personales de acuerdo con la legislación aplicable, así como a conferirles un tratamiento seguro en las cesiones y transferencias internacionales de datos que, en su caso, puedan producirse.

¿Cómo actualizamos nuestra Política de Privacidad?

La Política de Privacidad vigente es la que aparece en el Diario en el momento en que accedas al mismo. Nos reservamos el derecho a revisarla en el momento que consideremos oportuno. No obstante, si hacemos cambios, estos serán identificables de forma clara y específica, conforme se permite en la relación que hemos establecido contigo (por ejemplo: te podemos comunicar los cambios por email).

Resumen de Información de nuestra Política de Privacidad.

Responsable del tratamiento MOVIMIENTO DE CIUDADANOS HACIA LA REPÚBLICA CONSTITUCIONAL (MCRC) Calle Alondra 1, Prado de Somosaguas, 28223, Pozuelo de Alarcón, Madrid. NIF: G-86279259
Finalidades de tratamiento de tus datos personales - Atender tus solicitudes de información, comentarios, peticiones y/o consultas en el marco de tu relación con el MCRC. - Atender las solicitudes para el ejercicio de tus derechos. - Enviarte todas las comunicaciones a las que te hubieras suscrito, incluido el boletín (si te hubieras suscrito) y comunicaciones por Whatsapp. - Enviar cualquier compra realizada en la Tienda del MCRC.
Origen de los datos tratados - Nos los has facilitado libremente tú mismo o un tercero en tu nombre. - Los hemos recabado a través de nuestro Sitio Web mediante cookies. Puedes obtener más información sobre este tratamiento en nuestra Política de Cookies.
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