El voto no siempre bendice lo votado. Toda la sociedad civil reconocerá sin titubeos que si una asociación mafiosa decide por votación asesinar a uno de sus compinches, esa votación maldice a los que han participado en ella, incluso a los que votaron en contra. Los millones de españoles que votaban en las legales urnas del general Franco, pudiendo abstenerse, no legitimaban la dictadura, pero la reforzaban. Los que hoy condenan la indignidad de aquel Régimen, están considerando indignos, aunque no se atrevan a decirlo, a todos los españoles que lo apoyaron. Sólo la pequeña y valerosa minoría que se oponía con sus actos ilegales a la dictadura tenía la dignidad que le otorgaba la legitimidad de sus aspiraciones. ¿Por qué este sano criterio de juzgar la indignidad pasada se vuelve insano para diagnosticar la indignidad presente? Los votantes actuales responden que ahora hay libertad. Pero ¿qué libertad es esa que sólo permite votar a partidos estatales, cuyas listas de candidatos son impuestas, los elegidos están sujetos a la disciplina de partido y los electores carecen de la posibilidad de removerlos? ¿Es digno votar a partidos corrompidos y elegir en bloque una lista de personas que, aunque quisieran, no podrían defender los intereses de quienes la votan, porque están bajo el mandato imperativo del jefe de partido que las hace? Los votantes al personal de la dictadura no tenían dignidad pública, aunque fueran dignos en sus vidas privadas. También los que votan a esta partidocracia de la corrupción general, y la incompetencia demostrada, carecen de dignidad política, y no quieren ser ciudadanos con derecho de elegir a sus representantes políticos. El refugio de la dignidad y la medida cuantitativa de su alcance están en la abstención. Las elecciones europeas permiten medir las dimensiones de la dignidad, en las distintas naciones, según los porcentajes de abstención. La encuesta de la UE pone en rangos de honor al Reino Unido y a Polonia, por sólo citar a pueblos comparables con España por su historia e importancia. Más del 80% de británicos y polacos se abstendrán, aquí menos del 60%. Henry Kamen (La corrupción y las elecciones europeas, El Mundo, 1-6) encuentra la explicación en la distinta actitud de la prensa. “Gracias a un honesto periódico moderado, el Daily Telegraph, se supo la verdad sobre los gastos escandalosos. ¿Habría sido posible eso en España?” No. Todos lo saben. Prensa y partidos tienen en España idéntico interés en mantener la causa institucional de la corrupción. No les importa la verdad ni la libertad. florilegio "La pasión de votar viene de los apetitos, la de abstenerse, de la razón."