El terrorismo siempre es execrado por sus efectos y nunca explicado por sus causas. Incluso se supone, y se dice con frecuencia, que carece de ellas. Como si el sadismo de matar por matar, el placer de destruir por destruir y el lucrativo extorsionar por extorsionar, fuera móvil suficiente para explicar la causa del terror organizado. El terrorismo de ETA, por ser tan inhumano, parece tan incomprensible como la incoherencia de la locura. Pero mientras que la neurología trata de encontrar la causa del trastorno mental, el intento de entender el fenómeno terrorista por sus causas, para comprenderlo a fin de combatirlo mejor que con la exclusiva represión, se toma por afinidad de sentimientos, como la que produce la comprensión por simpatía. De ahí el miedo social a analizar la causa ideológica que diferencia a ETA del PNV, aparte de sus opuestos modos de acción y las categorías izquierda-derecha.   ETA pretende la autodeterminación, como los partidos vascos que quieren lo mismo. Pero el género común no da razón de sus diversas especies. Incluso no todos los atentados de ETA tienen la misma motivación. No es lo mismo matar a Carrero Blanco que poner bombas en supermercados, ni asesinar a un policía que atentar contra una central nuclear. La mayoría de los crímenes de ETA sólo pretende mantener viva la antorcha del terror, y no descubren la última razón política de su terrorismo. Por eso parecen carecer de causa, del mismo modo que también lo parecen, sin guerra a la vista, los soldados autómatas que se entrenan en los cuarteles.   El asesinato de un empresario vasco vinculado a la construcción del TAV se encuadra en la estrategia que paralizó Lemóniz y alteró el trazado de la autovía de Leizarán. Estos crímenes selectos definen a ETA como grupo armado más cercano a las ideas románticas y regresivas del anarco-sindicalismo del XIX, opuesto con violencia a la industrialización y al maquinismo, en nombre de la clase obrera, que a las organizaciones terroristas del izquierdismo marxista europeo, creyente en la revolución de clase. ETA representa al residuo sentimental de una población que vio nacer la industria, con extranjero capital británico asociado a los oligarcas locales, al lado mismo de los prados de los campesinos que ponían la mano de obra, y podían seguir cuidando sus "vacos" al salir de las factorías. Una iglesia rural compartió el sentimiento de su violencia inicial. Hoy se usa ETA para mantener exaltado el sostén a los fautores de la crisis económica.   florilegio "Es revolucionario lo que anticipa la libertad política, desarrollando sus gérmenes sociales, no lo que mira al pasado o se ancla en el presente."

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