Desde que cayó el muro de Berlín hace dos décadas, la UE y los gobiernos europeos no se acostumbran a gobernar sin el factor de cohesión que el sovietismo les permitía mantener con la propaganda sobre el peligro ruso. Como aquel supuesto peligro se desvaneció en el horizonte político, se lo tienen que inventar, como fantasma en castillos para turistas, en cada uno de los conflictos armados que le ocasionan sus irresponsables vecinos (alentados por EEUU-OTAN, el último, Georgia), o en cada situación de crisis en las relaciones económicas con los más hostiles, que se creen respaldados de antemano por sus aliados occidentales, en todo lo que perjudique a Rusia (la última, Ucrania). Ese fantasma, como agua en tierra mojada, inunda de fantasías pueriles a los pueblos temerosos de lo potente. Toda persona informada por los hechos conoce que la postura rusa en el litigio con Ucrania, sobre suministro de gas a la UE por suelo ucraniano, es correcta e irreprochable, tanto desde un punto de vista jurídico, como desde cualquier idea política de lo normal. Lo que Rusia pretende es que Ucrania le abone la enorme deuda pendiente; que acepte para el futuro suministro el mismo precio de mercado que están pagando los países de la UE; y que no robe, se apropie o retenga el gas ruso destinado a otros países. Tan segura está de su posición, que ha sometido el litigio al Tribunal de Arbitraje de Estocolmo, y felicitado a Merkel, por su propuesta de enviar controladores europeos para comprobar el gas destinado a la UE que entra y sale por las fronteras de Ucrania. Además, de acuerdo con Schröder, está acelerando el costoso proyecto de la “Corriente del Norte”, gaseoducto por el Báltico, para llevar el gas ruso a la UE, sin necesidad de la perturbadora Ucrania. La UE acertaba cuando hasta hace unos días se abstuvo de intervenir en un conflicto comercial entre dos países que no son miembros. Ahora se equivoca, haciendo el ridículo, al creer que puede obligar, con ultimátum de plazo y exigencias etéreas, a Estados que no están bajo su jurisdicción, aunque Ucrania quisiera estarlo. El Presidente de la Comisión, Barroso, les recuerda que “pacta sunt servanda”, como si las dos partes estuvieran incumpliendo su contrato bilateral, y les lanza la terrible amenaza de que dejaran de ser creíbles en el comercio internacional. Como suele suceder, a una tontería le sigue inmediatamente otra mayor, y al más tonto del club le corresponde decirla. “El gas y el petróleo no deben utilizarse como arma política” (Javier Solana). ¡Cómo si la política fuera deber y no poder! florilegio "El temor a peligros futuros nace de miedos pasados en situación pretérita."