Descartada la posibilidad de que Obama pierda las inmediatas elecciones presidenciales en EEUU, y comprometido su apoyo al novedoso Plan de rescate de las entidades de crédito, decretado por el Gobierno saliente del ultraconservador Bush, lo que va a prefigurar su estatura como hombre de Estado, y no del Estado, son sus primeras decisiones en materia internacional, terreno donde ha recibido las mayores críticas a su inexperiencia. Por esto nos llama la atención que el Washington Post (17 de octubre) tome partido por Obama porque, entre otros motivos de orden nacional, “tiene una profunda comprensión de la realidad mundial y del papel de América, y un compromiso para mantener el liderazgo de EEUU sin renunciar a los valores democráticos”, creyendo “que es el hombre adecuado para un momento peligroso”.   Afortunadamente, Obama no es un pacifista fanático en iluminaciones idealistas, como lo fue el nefasto presidente Wilson, quien no escuchó en lo sustancial a sus interlocutores europeos Clemenceau y Lloyd George -el italiano Orlando era un comparsa mudo-, para imponer sus utópicos 14 puntos en el Tratado de Versalles, de junio de 1919, que puso fin a la primera guerra mundial, contra Alemania, sentando las bases propiciatorias del nacimiento de los nacionalismos totalitarios y de la segunda guerra mundial de 1939. Obama pondrá fin a corto plazo a la guerra de Irak, pero incrementará la intervención militar en Afganistán, con el riesgo de agravar la tensa relación con Pakistán, pues sigue con la obsesión Ben Laden, creada por Bush, con su mitológica guerra preventiva contra el terrorismo islamista, nacida de los escombros del 11 de septiembre.   Donde comprobaremos la verdadera talla de Obama es en su actitud ante la caliente situación en Palestina y Líbano; en su posición ante la creciente instigación de la OTAN y la UE, apoyando los excesos nacionalistas de Kosovo, Georgia y Ucrania contra Serbia y Rusia; en la contención nuclear de Irán; en el entendimiento de la extensión capitalista de China; y en el ejercicio del liderazgo mundial en el combate contra la pobreza y el calentamiento de la atmósfera. Estos problemas, en segundo término con la alarmante situación mundial de las finanzas, acuciarán la agenda diaria de Obama, tan pronto como tome posesión de la Casa Blanca.   florilegio "En el mundo globalizado, la diplomacia no puede seguir siendo brazo político del ejército, ni modo disuasorio de aplazar conflictos armados. Sólo la justifica la inteligente búsqueda de intereses comunes con el adversario, que siempre existen. "

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