La existencia misma de un Ministerio de Justicia imposibilita su independencia de la misma forma que la existencia un Ministerio de Cultura impide el desarrollo de la creatividad artística y su florecimiento. El colmo de esta contradictio in terminis la ejemplifica la creación por el nuevo gobierno con residencia en Hacienda de un Ministerio de la Competitividad para…¡regular la libre concurrencia!. En la materia que nos ocupa, la existencia de un departamento ejecutivo que dote presupuestariamente y organice la vida judicial contradice el elemental principio de separación en origen de esta facultad estatal. Por eso cualquier cambio en la titularidad del titular ministerial será una novación, pero nunca una renovación. El perfil político de Ruiz Gallardón reafirma la voluntad de control del nuevo ejecutivo sobre la justicia. En su lejano origen como fiscal de carrera que ejerció brevísimamente en la Audiencia Provincial de Málaga, antaño con el mérito de haber sido el más joven de España, recae la sospecha de una actuación coordinada con el titular de Interior ante la previsión de jornadas “calientes” en la calle y en los tribunales. Chirría a quien tenga algo de sensibilidad jurídica oír elevar a valor positivo ese perfil político por alguien con altas responsabilidades en la judicatura. Es el caso de D. Ángel de Juanes, Presidente de la Audiencia Nacional quien al conocer el nombramiento ministerial destacó “la gran presencia política” con la que cuenta el hasta ahora Alcalde de Madrid, elevado a Notario Mayor del Reino. Poco dice de las aspiraciones de independencia de la justicia el canto a la profundidad política de quien se convierte en su rector máximo por parte de quien debiera rebelarse contra su sometimiento. Su toma de posesión estuvo marcada por el tópico recurrente de la escasez de medios materiales como principal problema del desprestigio ciudadano de lo judicial. Sobre su mesa queda sin embargo el proyecto de Ley de Enjuiciamiento Criminal elaborado por su predecesor, que entregaba la instrucción penal a la fiscalía, conservando su estructura jerárquica sometida al principio de subordinación y obediencia a un Fiscal General del Estado elegido por el jefe del ejecutivo. También la renovación del Tribunal Constitucional quedará bajo su batuta. ¿Renunciará a la cabeza de la Justicia servida en bandeja de plata?