Fuera del ámbito expresivo de los sentimientos personales de dolor, temor o amor, y sin un contexto literario de carácter lírico o épico que, como en la gran literatura, le comunique un sentido emocional inteligible, el estilo hiperbólico del discurso público, mantenido por todos los gobiernos y medios informativos de la Transición, deja de ser un modo ingenuamente exagerado de transmitir informaciones o valoraciones veraces, para llegar a convertirse en instrumento constante de una demagogia adecuada a pueblos acomplejados por oscuros sentimientos de inferioridad o de impotencia. Cuanto mayor sea la grandilocuencia descriptiva de hechos normales, menor será la veracidad de lo narrado o lo sentido, y no tanto por deseo malicioso de engañar como por desprecio mayúsculo al rigor de la verdad.   La actualidad económica y política esta dominada por la falsedad intrínseca a la grandilocuencia que la expresa. Con bastante generosidad y un poco de lástima, se puede entender la satisfacción consigo mismo del zapaterismo washingtoniano, a causa de la importancia de la crisis y del orgullo infantil de verse sentado en una inoperante cima del mundo. Lo intolerable, que todos toleran, es el daño causado a las mentes gobernadas con las boberías presuntuosas del alegre Zapatero y la triste Chacón. Tras la detención en Francia de Txeroki, el primero dice que “hoy ETA es más débil y la democracia más fuerte”, ¡como si existiera relación alguna entre ellas! El terror de ETA azota bajo la Monarquía de Partidos, como azotó bajo la dictadura, no porque quiera minar las libertades públicas, eso le importa un bledo, sino para erosionar, con acarreo de víctimas inocentes, la voluntad gubernamental de no reconocer a los vascos un particular derecho de autodeterminación. Y la ministro Chacón, con la falsa modestia de una voz pausada y una mirada insegura, no oculta la exorbitante manía de grandeza de una señora anodina que, en consonancia con la egolatría de su vanidoso Presidente, tras una corta visita al pequeño destacamento español en Afganistán, tiene la pretenciosa osadía de afirmar, “sin eufemismos ni dobles lenguajes”, que los EEUU se equivocan de estrategia militar en esa guerra; que ella tiene otro plan político-militar para ganarla; y que los talibanes no son un mero peligro local o regional, sino un riesgo mundial, puesto que suponen una amenaza para “todos los hombres y mujeres libres del mundo”. Sin eufemismos, ¡qué dañinos y lastimosos embustes!   florilegio "Las grandes gestas se pudren con el tono enfático de los gestos agrandados. Situada a medio camino entre propaganda engañosa y cruda mentira, la hipérbole política idiotiza a los gobernados y ridiculiza a los gobernantes."

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