El director del FMI, Dominique Strauss-Kahn, propondrá al G-20, el 15N, “un plan de nueva gobernanza mundial”, que haga efectiva la propuesta de Gordon Brown de convertir al FMI en banco central de todos los Estados nacionales, con una arquitectura financiera que, aumentando su dotación y dando un nuevo préstamo a la liquidez, supervise la regulación elaborada por el Foro de Estabilidad Financiera de los grandes bancos centrales. La única novedad sería, pues, la supervisión por el Fondo de las decisiones del Foro. De este modo, “más allá de su papel de bombero y albañil, el FMI puede tener también un papel de arquitecto”. ¡Singular arquitecto que no planifica! A ese consenso institucional de los grandes bancos centrales, lo llama pomposamente “gobernanza mundial”, para gozo de los usuarios de voces cuyo significado ignoran. Ayer, sistémico. Hoy, gobernanza.   Es inútil consultar el Diccionario. Los esforzados académicos creen que gobernanza es arte o manera de gobernar, frente a gobernación, que sería acción y efecto de gobernar. ¡Como si la gobernanza no fuera efecto de gobernar algo, y la gobernación no fuera arte de gobernar! Su ignorancia lingüística es intolerable. ¡Definen la gobernanza con los fines propios de la gobernación! “El logro de un desarrollo económico, social e institucional duradero, promoviendo un sano equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado de la economía”. Qué caos de pensamiento. Si gobernanza es el logro, ¿sería gobernación el fracaso? ¿No es la economía de mercado una parte esencial de la sociedad civil? ¿No son ese desarrollo y ese equilibrio las finalidades de la gobernación? ¿No son la duración y la extensión las diferencias que separan la gobernación de la gobernanza?   La gobernanza mundial es, como anacoluto gramatical, una contradicción en los términos. Por eso, tendrá éxito periodístico y consagración política. La “gobernanza mundial financiera” hace más tolerable su indefinida y etérea noción que la de gobernación mundial. Los sustantivos terminados en “anza”, como danza, chanza, enseñanza, fianza, crianza, labranza, libranza, llevanza, holganza, templanza, andanza, ordenanza, indican situaciones locales de tránsito. Se refieren a estados pasajeros, circunscritos al escenario temporal y espacial que presuponen. Incluso sustantivos no verbales, como bonanza o pitanza, implican tiempos o actos transitorios. La acción universal o abstracta acaba con los sufijos “ación” o “miento”. Gobernanza mundial sería lo propio de una ¡gobernanta mundial!.   florilegio "La dominación política por medio del lenguaje idiotista de la mentira siempre ha sido más barata, más eficaz y más duradera que la obtenida con el miedo."

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