Pese a que el 7 de abril estará en Estambul, Obama no asistirá a la sesión de espiritismo del “Diálogo de Civilizaciones”, cuyo ectoplasma será allí presentado, ante mandatarios de Bulgaria, Eslovenia, Azerbaiyán y otros países de escasa influencia en las cosas mundanas, por unos “médium” tan videntes como la ministro Bibiana Aído, el Presidente andaluz Chaves, el alcalde de Barcelona y el de Getafe. En lugar de asistir a esa fantasmagoría, Obama se reunirá con personalidades culturales del mundo musulmán. La noticia ha causado decepción y “estupor” en el fantástico civilizador, Sr. Zapatero, quién no atribuye la deserción de su admirado Presidente de EE.UU. al malestar por el asunto Kosovo, o a su ya probado sentido común, sino a irresistibles y ocultas presiones de grupos judíos (El País, 31-3-09). La ocurrencia de que sea posible un Dialogo de Civilizaciones no procede sólo del optimismo ingenuo de un gobernante muy inculto, sino de un total disparate de la inteligencia del sentido del mundo. Sin ser filósofo, hoy se sabe distinguir bien la diferencia entre las nociones de civilización y cultura. Cosa que no sucedía en la época de las revoluciones de la libertad, cuando Mirabeau (padre) y el escocés Ferguson crearon la voz civilización para darle el significado de civismo y civilidad. Por eso Kant consideró la civilización como el decoro externo de la cultura. Una idea revolucionaria que sucumbió al chocar con la tradición del concepto, cuando éste carecía de voz para designarlo. Lo que luego se llamó civilización comenzó siendo el modo común de producir y guerrear, en diferentes pueblos de la antigüedad clásica, mientras que la cultura sintetizaba el modo colectivo de consumir, estar ocioso y honrar a los muertos, en pueblos coetáneos. La cultura, no la civilización, expresaba lo decoroso en las costumbres sociales, el arte, la religión, el derecho, la política y el modo de vivir. Se llamó Renacimiento a un sueño de la fantasía y a una realidad histórica. La fantasía de dialogar con las civilizaciones anteriores a la Edad Media. La realidad histórica de que lo único realizable era un diálogo con las antiguas culturas, para asimilar sus valores eternos. Sucede lo mismo en el mundo actual. No hay más diálogo posible que entre culturas y religiones distintas. La civilización mercantil, el modo de producir, se ha globalizado en todo el mundo, y los valores de civismo y civilidad no proceden de la civilización técnica en un modo universalizado de trabajar y producir, sino de la cultura moral, religiosa, cognitiva y estética en el modo colectivo de vivir. florilegio "La guerra fría definió la única vía de diálogo entre civilizaciones opuestas."